Andreina No estaba enojada. No lo estaba. Estaba… furiosa. No era tanto lo que había escuchado decir a Rhys, sino la manera en que lo había dicho. Sus palabras habían sido tan frías y crueles, nada que ver con el hombre que había llegado a conocer. Y eso solo me enfurecía más. Claro, pasé las primeras veinticuatro horas sintiéndome triste y herida por sus palabras, por los sentimientos que me había negado a admitir hasta que su declaración se burló de ellos. A pesar de eso, no estaba molesta con Rhys por ser él mismo, ni con mis amigas y socias por animarme a darle una oportunidad. No, estaba molesta conmigo misma. ¿En qué estaba pensando al hacer algo tan tonto como confiar y luego enamorarme de Rhys Blake? La respuesta sencilla era que no estaba pensando, al menos no con el cerebro qu

