Clayton —¿Se ve bien? —Me paré en la entrada de la habitación del bebé y miré el trabajo de pintura que Peter y yo habíamos hecho, sintiéndome ansioso. Peter bajó de la escalera de un salto y gruñó. —Sí, hombre, se ve bien. Realmente bien. ¿No viste esas lágrimas acumulándose en sus ojos? Estaba conmovida, hombre. —Me dio una palmada en la espalda con una sonrisa. —No te preocupes. —Fácil para ti decirlo —gemí y eché un último vistazo a las esquinas para asegurarme de que no había rayas. —¡Demonios, sí que lo es! —Rió y se paró a mi lado. —Hicimos un buen trabajo. —Lo hicimos. Gracias. —Mi teléfono sonó antes de que pudiera decir más y lo saqué de mi bolsillo, respondiendo sin mirar porque asumí que era Millie. —¿Hola? —Clayton, mi muchacho, ¿cómo demonios estás? Fruncí el ceño. —¿P

