Capítulo 2: "Intento de coqueteo"

3211 Words
Si había algo en el mundo que odiase más que a la preparatoria, era al jodido profesor Ragattzzy. En serio que es una de las personas más insoportables que pudieran haber existido sobre la faz de la Tierra. No solo era gritón, sino que era molesto, malhumorado, y además de todo, tenía un ojo medio desviado. Literalmente, cuando miraba en mi dirección para pedir la tarea, no sabía si me está hablando a mí o a Julie, quién se sentaba a mi lado.  Era un profesor extremadamente molesto, aunque no niego que era bueno a la hora de enseñar. Fuera de ese aspecto era un metido. Estaba segura que él estaba al tanto de todos los chismes del colegio incluso antes que la mayoría de los alumnos. Muchas veces tuve algunos problemas con él por el hecho de que a mí no me gustaba guardarme mis pensamientos y opiniones con respecto a todo, y a él le gustaba de sobremanera juzgar y criticar a todo ser vivo.  Suspiré pesadamente. Era la segunda clase del día, literatura, la cual era la clase antes del almuerzo. Cuya hora, definitivamente, era que más amaba y más odiaba al mismo tiempo. La que más amaba porque, bueno, podía comer. Y la que más odiaba porque era el momento justo en el que todos los alumnos del instituto se aglomeraban en un solo lugar. Lo cual significaba que el olor al sudor de los futbolistas se fermentaba en el aire. Sin decir que también la cafetería era como un campo de batallas. Batallas entre distintos grupos. Del cual, por suerte yo, no formaba parte.  Pero quitando los asquerosos pensamientos acerca de sudor de futbolistas, seguía dándole vueltas al asunto ese de la apuesta. La verdad era que mi "virginidad", a ese punto de mi vida, no era algo que me interesase demasiado. Si, cuando tenía trece años, y ya sabía cómo se hacían los bebés, siempre soñé con el hecho de que quería que mi primera vez fuera con alguien "especial". Las pelotas. En este punto de mi vida, sabía que no existían chicos que de verdad valoraran cosas como el amor, las relaciones o algo serio. Ningún adolescente, en general, sabía como hacerlo. Todo lo que pasa por nuestras cabezas - si, me incluyo en la oración - era  acostarse con cualquiera. Lo cual, desde mi punto de vista era entendible, ya que estábamos justamente en la edad.   Pero llegaba un punto en la vida en el que te das cuenta que no existen esas cosas del amor verdadero, y los finales felices. No, esas son simplemente estupideces que quieren venderte los libros y las películas o series de televisión. Estupideces a las que, aunque no queramos, nos aferramos con todas nuestras fuerzas. Porque, aunque queramos negarlo, todos soñamos con que llegue una persona ideal. La "persona indicada" de la cual nos enamoraríamos perdidamente y con la cual vivíamos una historia épica. De pequeña me aferraba mucho a esa idea, más que nada porque vi de la forma en que mis padres se amaban el uno al otro. Pero también vi la forma en que mi padre sufrió cuando mi mamá murió.   Pero la vida era eso: una ruleta que no podías controlar, en la que a veces tocaban cosas buenas, pero usualmente tocaban más cosas malas. Cosas horribles con las que aprendes a vivir. O a sobrevivir.  Me desperté de mis pensamientos cuando Less y Lenn se dieron vuelta con sus libros en mano mientras completaban algunos de los ejercicios que nos había dicho el profesor. Ejercicios que claramente no hice, ya que era demasiado pronto para que mi cerebro empezara a pensar. Y Julie, bueno... ella tampoco hizo nada, ya que se la pasó mirándose al espejito que siempre tenía con ella, o simplemente acariciando su largo, sedoso y rubio cabello. A veces pensaba que esa chica dejaba mal paradas a las rubias. Porque usualmente se acomodaba fácilmente al estereotipo de ellas. Pero me molestaba un poco porque, así es, señoras y señores, yo era rubia. Demasiado rubia para mi gusto.  Pensándolo bien, yo sí la típica rubia de ojos celestes claros. Formaba parte de el "sueño americano", o algo así. Pero no fue mi culpa nacer con esos rasgos. Se lo debía a mi padre y a su genética. Pero todos esos atributos físicos no me eran de mucha ayuda tampoco. A pesar de que mi estilo de ropa no era el mejor del mundo, yo me encontraba cómoda con él. No era tan alta - por no decir que era un gnomo de jardín - a penas llegaba al metro setenta y no tenía el mejor cuerpo del mundo, pero estaba cómoda con él. En fin, estaba cómoda conmigo misma. De lo que de verdad me enorgullecía de mi cuerpo eran de mis muy bien formadas piernas, y eso gracias a que hice Patín Artístico hace algunos años.   Julie era un poco más baja que yo, bastante en realidad. Su cabello era rubio y ondulado, sus ojos azules y sus curvas eran para morirse, ya que se la pasa en el gimnasio. Así es, tenía una amiga demasiado atractiva. Le encanta estar a la moda y al tanto de todo lo que sucediera en el mundo. También manejaba varios idiomas y era la más enamoradiza de todas nosotras.  Lenn era la más alta de todas nosotras, incluso más que yo. Era delgada y bien formada, su cabello marrón, lacio y largo, y sus ojos eran de un color casi miel. En fin, ella era una de las chicas más hermosas que había. Eso combinando con su personalidad, constantemente muy alegre, simpática y divertida. Estuvo en el equipo de porristas en primer año, pero lo dejó por danza clásica.  Less era la más bajita de todas nosotras, y la más responsable también. Como mis demás amigas, era muy hermosa, lo que más me gustaba de ella eran sus ojos oscuros, redondos y enormes. Su cabello le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros y era de color marrón oscuro. Ella también hacía danza con Lenn, solamente que hace algunos años más, ya que Lenn empezó las clases hace dos años y medio.  - No sé si quiero perder mi virginidad con cualquiera. – habló Less llamando la atención de todas. Puse los ojos en blanco como por décima vez en una hora, lo cual definitivamente se me estaba haciendo una mala costumbre.  - No tiene que ser exactamente con cualquiera. – dijo Lenn encogiéndose de hombros -. ¿Quién sabe? Quizás te termines enamorando de alguien antes de la graduación o algo así.  - A mí la verdad no me importa acostarme con cualquiera – Hablé llamando su atención –. Pero de lo que estoy segura es de que no quiero mostrar mis pechos... -- alargué la S en cuanto me di cuenta que el profesor estaba inclinado hacia adelante observándonos con sus ojos verdes bien abiertos. Todas nos enderezamos rápidamente mientras aclarábamos la garganta.  Ahí estaba el viejo chismoso. Siempre escuchando la conversación de todos. Era un pervertido.  - Si no dejan de hablar les arrancaré la lengua. – dijo el profesor tan seriamente que casi me dio miedo. Se enderezó y miró a Julie -. Y tire ese chicle, señorita Mackency.  Julie puso los ojos en blanco al mismo tiempo que se ponía de pie y tiraba su goma de mascar al basurero del salón. Fruncí el ceño mirando al profesor. Sí, no había duda, lo odiaba. Simplemente había algo en su aura que no me terminaba de cerrar.  Cuando se alejó lo suficiente de nosotras y se concentró en otro grupo de alumnos, volvimos a inclinarnos hacia adelante para continuar con nuestra conversación.  - Perder la virginidad no puede ser tan difícil – comentó Julie –. Todos los hombres solamente buscan revolcarse con alguien. Solo tenemos que ser un poco coquetas y sexis y lo otro sucederá solo. – dijo como si nada encogiéndose de hombros.    Claro, para ella era sumamente fácil, ¿No? pero, ¿Y para mí qué? Yo no tenía una puta idea de cómo coquetear con alguien. Jamás lo había hecho, y no creía que decirle a alguien "Oye, ¿Y te gustan las cucharas?" fuera un muy buen inicio de coqueteo.  No me gustaba mantener conversación con gente que no conocía, no se me daba bien eso de ser amable todo el tiempo. No era tímida a la hora de hablar, pero me ponía tensa en el momento de hacerlo con gente desconocida. Basta con decir que mi amistad con Lenn, Less y Julie había empezado porque ellas fueron las que se acercaron a hablarme a mí. Y desde entonces no las he dejado en paz.  - Solamente tenemos que buscar a algún chico que no tenga problemas en meterse con nadie en menos de dos segundos – dijo Lenn, ladeando la cabeza -. Y créanme que de esos hay muchos. El viernes es la fiesta de regreso a clases, ahí tendremos que coquetear con alguien, o dejar que ese alguien haga todo el trabajo por nosotras – ya me estaba imaginando con quién quería meterse ella. Amaba a esa mujer -. Y no será nada más y nada menos que el chico más mujeriego, estúpido, egocéntrico e idiota del instituto... -- dejó la oración al aire para que nosotras la completáramos.    - Eric Brennett. – dijimos las tres al unísono.  >.  Algo en mi cerebro se activó, y supe de antemano que enrollarme con Brennett no me traería más que problemas. No lo conocía demasiado, pero como a todos en ese instituto, su reputación hablaba por él. No era alguien demasiado agradable y combinando eso con que era una de las personas más engreídas que había visto en mi vida no daba un buen augurio.   Además, él era uno de los mejores amigos de mi hermano, y jamás en su puta vida me dirigió la palabra las miles de veces que fue a mi casa. Era invisible para él, ni siquiera sabía mi nombre, eso lo puedo asegurar. Además, no me cae bien. Ni de coña me acostaba con él. No, no, no. Jamás en mi puta vida aceptaría ser una más en la lista de conquistas de ese imbécil.  - ¿Todas quieren acostarse con él? – preguntó con una mueca torcida Less.  - A mi no me molesta, la verdad. – respondió Julie. Lenn estuvo de acuerdo con ella.  - Ustedes si quieren acuéstense con él. – dije haciendo una mueca de asco -. Yo mejor me quedo con Gregg.  Gregg era el mejor amigo de Eric, o sea que también era muy amigo de mi hermano, y eso quiere decir que también ha estado en mi casa miles de veces con ellos dos. Pero a diferencia de Eric, él y yo cruzamos palabras unas cuantas veces, he incluso cuando hablamos me pareció una persona bastante agradable.  No lo conocía mucho, pero definitivamente cualquiera sería mejor que Eric Brennett.  - Gregg es un idiota, Val. – reprochó Lenn.  - Es menos idiota que Eric. – le respondí achicando los ojos.  El timbre sonó y todos empezaron a juntar sus cosas para salir como gacelas corriendo del salón de Literatura. Cuando nosotras estábamos a punto de salir para ir hacia la cafetería, Warren se acercó a nosotras de la nada, posicionándose enfrente de Lenn, quién suspiró intensamente mientras ponía los ojos en blanco. Tuve que contenerme para no soltar una carcajada por su reacción, al igual que Less y Julie.  Warren estaba atrás de Lenn desde el año pasado, y ella jamás le había hecho caso, ya que quedó algo enojada con él por el hecho de que al principio fueron algo así como mejores amigos y después de un tiempo Warren le terminó declarando amor eterno. Y bueno, el chico era tierno y todo, e incluso era algo lindo... está bien, no, no era lindo, pero tampoco era tan feo. Le sumaba puntos que era alguien atento y tierno, pero su obsesión por mi amiga lo hacía demasiado raro.  - Oye, Lenn... - habló Warren rascándose la nuca–. Me preguntaba... si tu... emm... -- okey, me estaba por arrancar un pedazo de lengua en cualquier momento para no reír - ¿Cómo es tu w******p? – preguntó de sopetón. No resistí más y solté una de las carcajadas más grandes de mi vida. Julie me pegó un codazo en las costillas que prácticamente me dejaron sin aire, y Less me pisó lo más fuerte que pudo el pie. Al parecer era el día de pegar con todas tus fuerzas a Val.  - Verde, como el de todos. – respondió Lenn haciéndose la desentendida. No me gustaba reírme de la situación, pero era casi inevitable. Warren podría llegar a tener una posibilidad con Lenn... solamente si no fuera tan pesado al respecto.  - No, me refería a ¿Cómo es tu teléfono? – preguntó frunciendo el entrecejo. Oh, pobre chico.  - Es un iPhone. – dijo obvia mi amiga.  - Me refiero a tu número.  - Tiene diez dígitos.  Okey, la forma de esquivar a un chico de Lenn me resultaba demasiado graciosa y penosa. No podía quedarme un segundo más a ver como lo humillaban. Warren me había ayudado una que otra vez en exámenes de Química, por lo que verlo perder su dignidad no me hacía sentir para nada bien.  Rodeé el hombro de Lenn con mi brazo y empecé a empujarla hacia la puerta del salón, lejos de ese chico que al parecer no se cansaba de acosarla.  - Si no te molesta, Warren, tenemos que correr a la clínica para recoger los resultados de embarazo de Lenn. Nos vemos en la siguiente clase. – dije animada mientras lo saludaba desde lejos con mi mano.  Mis amigas empezaron a reírse a carcajadas al igual que yo, y más aún después de ver la reacción de Warren a mis palabras. No era un mal chico, pero definitivamente no era el indicado para mi amiga.  Cuando entramos a la cafetería el bullicio no se hizo esperar, al igual que tampoco mi dolor de cabeza. Mi hermano se encontraba riendo a carcajadas en una de las mesas del medio junto con varias chicas a su alrededor, y junto a él se encontraba el niño mimado Brennett, abrazando a Lindsay – quien era una de las  chicas más guapas  del instituto – por la cintura. Su sonrisa socarrona y arrogante me dio ganas de vomitar, así que aparté la mirada y la dirigí a las góndolas de comida.  Oh, Dios mío. Casi me dio un orgasmo al ver tanta comida deliciosa junta. Y ahí estaba mi hermosa y preciada pizza, esperando por mis dedos. Y sin dudarlo dos veces puse la porción más grande en mi plato, con un jugo de naranja y una manzana a los costados. Mi estómago rugía y mi boca se hacía agua.  Cuando estaba buscando algún postre de chocolate, sentí como alguien me golpeaba las costillas nuevamente. Definitivamente estaba harta de que todo el mundo me golpeara.    Miré confundida a Julie preguntándole que quería con la mirada. Ella hizo un movimiento con su cabeza para que me diera vuelta y mirara quién o qué estaba atrás mío. Internamente recé para que fuera un qué, y que ese qué fuera un flan de chocolate.  Pero no. Al darme vuelta disimuladamente me encontré con Gregg a unos metros de nosotras, armando su bandeja de puras frutas y verduras.  - Ahí está Gregg – me dijo mi amiga. Ya lo sabía, ¿A caso pensaba que estaba ciega? –. Ve a hablar con él. – me dijo en un tono que intentaba ser pervertido. Me hizo reír por lo bajo.  Miré a Gregg un segundo, rearmando un escenario dentro de mi cabeza en donde yo me acercara a él y entablara una conversación normal. No me veía haciéndolo pero debía de, al menos, intentar.  Sin pensarlo dos veces ya me encontraba caminando hacia él. Pero cuando por fin estuve a su lado, simplemente me quedé en silencio sin saber que decir. El por suerte no me miró, así que me hice la desentendida y empecé a poner algunas frutas y verduras en mi bandeja también, imitando sus movimientos.   ¿En qué carajo estaba pensando para acercarme él? Es decir, era uno de los chicos casi más inalcanzables de ese jodido lugar, y a pesar de que habíamos hablado una o dos veces en todo lo que iba de años escolares no quería decir que pudiera llegar y hablarle como si nada en la escuela. Sobre todo en la hora del almuerzo. Sobre todo en la justa hora donde todos eran testigos.  Definitivamente me daría algo. Estaba a dos segundos de entrar en pánico si no decir nada. Y definitivamente si no hablaba me odiaría a mí misma.  - Hey, Gregg. – me escuché diciendo antes de darme cuenta de nada. Me giré un poco hacia él, y me encontré con unos ojos verdes, tan pero tan hermosos que casi me entraron espasmos. Pero me contuve.  - Hola, Val. – me dijo simpáticamente con una sonrisa en el rostro.  Okey, okey. Es una buena señal. Sabía mi nombre y me saludó sonriendo, así que tan excluida de su mundo de "chico apuesto y popular" no estaba.  - ¿Cómo estás? – le pregunté sonriendo.  - Bien. – dijo él sonriendo de nuevo sin mostrar los dientes. Era un Dios griego. - ¿Y tú?  - Bien, bien.  - Me alegro.  Y... silencio incomodo.  Okey. Tendría que actuar rápido si quería que ese chico se acostara conmigo, porque ese era todo el punto de lo que estaba haciendo. Aunque si por lo menos no terminaba pensando  que era una rarita, y un completo fracaso, por acercarme a hablarle y quedarme en completo silencio, ya era un punto en favor.   Así que... ¿Y cómo se suponía que debía decirle que quería acostarme con él? Sonaría raro si lo decía en voz alta. Algo así como "Oye, ¿Quieres tener sexo conmigo?" Claramente no haría eso. Así que, mi cerebro para nada entrenado en el asunto del coqueteo, llegó a la conclusión de que debía de invitarlo a salir.  Entonces realicé el siguiente movimiento.  - Y... ¿Te gusta el pan?  >  - Claro que sí. – Respondió obvio y divertido. Lo miré - ¿A quién no le gusta el pan? – me miró con una sonrisa.  - Y... ¿Quisieras comer pan conmigo algún día, tal vez? – le pregunté achinando los ojos y arrugando un poco los labios. El sonrió y soltó una pequeña risita al mismo tiempo que asentía.  - Me encantaría. – respondió. Literalmente sentí como el cielo se abría sobre mi cabeza, como si una luz imaginaria me iluminara e incluso sentí que toda la cafetería me aplaudía. Ese chico atractivo, Dios griego, simpático y agradable no me había rechazado, ni mirado como si fuera una loca - ¿Te parece este viernes después de la escuela? – preguntó pasándose una mano por su cabello rubio, que se veía casi dorado en ese momento.  - Por supuesto. – respondí sin dudar, sonriendo.  Gregg se despidió y caminó hacia la mesa en donde se encontraba mi hermano y todos sus otros amigos. Noté que Matthew lo miraba confundido, mientras que Eric tenía su mirada en mí, con el ceño fruncido. Y cuando Gregg se sentó en la mesa con todos ellos, vi como Eric movía los labios diciéndole algo, y él simplemente me miraba y asentía sonriendo.  Esto fue definitivamente el mejor intento de coqueteo que había tenido en mi vida.  - Buen trabajo, Val. Buen trabajo. – me dije a mi misma mientras caminaba hacia la mesa en donde mis amigas me esperaban con las miradas ansiosas.  ¿Quién dejaría de ser virgen este viernes? Con mucha suerte, si todos los dioses del cielo estaban de mi lado, yo. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD