Capìtulo 4
A la mañana siguiente…
Son recién las siete de la mañana, mi tía entra y me deja una bandeja sobre mis piernas, menos mal que ya estaba levantada eso es por el insomnio que me cargo últimamente.
—Desayunas, te cambias y nos vamos, te espero abajo —me sonríe y se va.
Mi tía como siempre madrugando, veo la bandeja y veo unos deliciosos omelettes llenos de jamón y queso y ni hablar de esa fruta y esa malteada de chocolate, se me hace agua la boca de solo mirar.
Creo que no lo había dicho pero mi tía es muy buena cocinando.
Aunque eso ninguno de sus ex maridos lo valoro. Malditos se fueron en cuanto se enteraron que ella no podía tener bebes aún recuerdo esas platicas nocturnas de mi madre y ella, ambas lloraban por la triste historia de mi tía y de mi madre también, ninguna de las dos han sido felices y eso es lo que más odio que mi madre nunca fue feliz aunque ella decía que su mayor felicidad era yo.
Sin darme cuenta estoy llorando, no puede ser ya ni siquiera tengo lagrimas seco con mi manga las únicas dos lágrimas que me han salido, respiro profundo y opto por seguir desayunando.
En la óptica.
He tardado por lo menos más de media hora revisando mis ojos menos mal que ya hemos salido.
—Muy bien son siete mil pesos por favor—menciona la secretaria.
Sí que mis lentes son caros, veo a mi tía sacar billete tras billete se ve que ella ahorrado durante mucho tiempo deben ser sus ahorros para emergencias juro que le devolveré el doble.
—Los lentes estarán por la tarde, me puede dar su domicilio debido al precio tiene derecho a él, si no le quedan bien tiene derecho a reclamar durante el transcurso de un mes, aquí tiene la nota que tenga buena tarde.
Bueno al menos nos tocó una secretaria amable.
—Claro aquí tiene mi dirección, muchas gracias—mi tía camina hacia mí y me toma del brazo.
—Muy bien mi niña ya tendrás tus lentes, vamos acompáñame iremos a comprar telas para cocer—me lleva con ella.
— ¿Aun coces tía? —alzo las cejas.
—Claro esa es mi pasión, y también era la de tu mama ¿Lo recuerdas? —ella se emociona al hablar de eso.
No cabe duda de que cada quien tiene su pasión por ejemplo la mía es cantar, bailar y estudiar administración por eso elegí esa universidad porque aparte de tener los mejores maestros de este país y de estados unidos también tiene talleres tanto como de deportes y artísticos.
Recién metí mi solicitud de cambio eso fue con ayuda de mi tía quien se encargó de eso mientras veníamos para acá.
Ay por favor Dios que esa universidad acepte mi solicitud para poder seguir estudiando desde aquí.
Como sea prosigo a responder la pregunta de mi tía.
—Cómo olvidar eso, si me tejía muchos suéteres de hecho tengo varios en mi closet—sonrio al recordar eso.
Ambas sonreímos.
Horas después…
He estado acostada en mi recamara, no es que sea una floja pero no aguanto el dolor de ojos ni de cabeza me urgen mis lentes.
A lo lejos se escuchan los gritos emocionados de mi tía quien menciona mi nombre mientras cada vez se escuchan más de cerca sus pasos, enseguida me levanto y espero a que ella entre.
—Llegaron tus lentes —se sienta a mi lado, abre esa caja y los saca.
Son hermosos, sonrio en tanto los tomo después cierro mis ojos, respiro profundo y me los pongo, espero algunos minutos para que asì mi vista se adapte, después los abro y veo de maravilla sonrio al darme cuenta de eso, abrazo a mi tía y le doy las gracias.
Ahora valoro tanto mis lentes, juro que los cuidare mucho casi arruino mi vida sin ellos.
—Me quedaron perfectos, veo todo absolutamente todo hasta veo que ya no eres lacia y que te cambiaste el color de cabello.
—Ah sí me hice la base y pinte mi cabello hace algunos días ¿Cómo me veo?
—Muy bien tía —le sonrio.
—Deber ser que no me veías porque lo traía amarrado ese día que llegaste pero creo que se ve mejor suelto ¿No crees?
Un mes y medio después…
Wow esta universidad es enorme y bella, ah claro olvide decirlo mi solicitud ha sido aprobada por ello es que estoy en este lugar hermoso.
Además de que conseguí trabajo ahora trabajo medio tiempo en esa cafetería creo que mi vida está cambiando para bien por fin o bueno eso es lo que quiero creer, a decir verdad no quiero emocionarme más de la cuenta ya que se me hace demasiado raro que todo este saliendo de maravilla.
Dejo eso de lado y me dedico a mirar a mis alrededores y todo es elegante y eso que solo estoy en recepción esperando mi pase.
Observo a todos los alumnos quienes son de clase alta, su ropa es perfecta y la mayoría se carga un porte increíble algo que yo no, debe ser que soy demasiado sencilla para los ojos de los demás.
Miro apenada hacia las chicas que acaban de pasar y que al igual se me quedan viendo con el ceño fruncido asì como si hubieran visto algo terrible.
Paso mi mano por mi nuca en forma de incomodidad hasta que me llaman a la oficina de la dirección eso es porque tengo quince días de clases atrasadas.
—Señorita Yam un gusto—menciona la directora.
—Igualmente señora —le sonrio.
—Me han dicho que eres una estudiante brillante son muy pocos los que entran con beca completa y tú lo lograste, desde hoy quiero que hagamos un trato y que asì como la universidad te ha dado una oportunidad no la desaproveches y levantes en lo alto el nombre de esta institución ¿Qué te parece?
—Así será señora se lo prometo—digo con seguridad.
—Muy bien vamos a tu salón de clases—me muestra el camino.
Sigo sus pasos hasta que llegamos, ella abre la puerta y pide permiso para entrar al lugar.
—Buenos días quiero presentarles a la señorita Yam, ella se reincorporara a las clases desde el día de hoy, por favor sean amables con ella con permiso.
Dejo de escuchar las palabras de la directora para fijarme en un solo rostro ese es el de ese chico el cual es guapísimo, si hablaba de porte y elegancia él tiene mucho más que eso, sus hoyuelos al sonreír son perfectos, ese cabello corto y algo ondulado, su piel aperlada casi pegando a una morena, su cuerpo atlético y….
—Señorita—la profesora ha tocado mi hombro— ¿Esta bien?
—Claro que está bien, no ve que le está sonriendo a Roberto—menciona en tono de burla uno de los compañeros —Creo que la nueva con poca clase se ha fijado en ti Roberto—empieza a ser burla.
—Silencio, he dicho silencio —la profesora marca su autoridad—Por favor Celia siéntate a lado de Roberto.
Todos empiezan a ser burla nuevamente la profe otra vez marca autoridad para asì quedarse callados.
Estoy que muero de la vergüenza mi cara de tonta debió ser las más tonta pero es que él es guapísimo, un momento su perfume ese perfume lo he olido antes solo que no recuerdo en donde, frunzo el ceño intentando recordar.