De todas las visitas inesperadas que una persona pudiese recibir en su vida, aquella era la más asombrosa de todas. Marbiel Jamás se imaginó ver parado en la puerta de su casa a un príncipe.
— ¿Puedo pasar? —Pregunta Ramís en vista de que ninguna de las dos mujeres reaccionaban.
—Yo… yo debo irme. Pase su majestad — Dice la morena mirando con los ojos como platos a su amiga quien le imploraba que no se fuera.
—¿Qué está haciendo aquí príncipe? — Marbiel interroga una vez que se quedaron solos.
—He venido hablar contigo.
—¿Sobre qué? — Cuestiona con miedo.
—Sobre lo que paso en el hotel.
—Ya le pedí disculpas, todo fue un mal entendido. ¿Qué más debemos hablar?
—Sobre el beso Marbiel.
Ella sintió como sus mejillas se volvían coloradas y sus orejas se calentaban al punto de sentir
