Al día siguiente, Ramís se la paso evitando a su prometida manteniéndose ocupado con los negocios de sus empresas. La importación y exportación de petróleo era un trabajo a tiempo completo, y nadie más que él conocía bien lo que debía hacer para seguir ocupando el primer puesto como mejor empresario en su país y en muchos otros más. Metido en su oficina, una que había ordenado acomodar solo para él se encontraba leyendo miles de documentos que debía firmar. Su teléfono no paraba de sonar, cada vez que observaba la pantalla divisaba el nombre de Amira. Jamás se imaginó que esa mujer pudiera llegar ser tan intensa, pero él sabía muy bien porque su reacción para con ella. La princesa Amira no era de su agrado, no cuando tenía metida entre ceja y ceja a otra mujer. Suspirando tiro la carpet

