Capítulo 1 “Eres un alienígena”
—¡No te atrevas pequeño delincuente! —le grité viendo hacia arriba.
Me gustaría tener una entrada más digna como lo hacen las personas con normalidad, pero la situación era la siguiente. Me encuentro en el balcón de mi apartamento y justo sobre mí está mi peor enemigo con una taza de lo que aparentemente es chocolate en la mano amenazando con darme un baño apenas levantarme.
—¿Te atreves a llamarme delincuente señora descarada? Definitivamente, no eres nada creativa —en su rostro se depositó un gesto divertido— Deberías darme razones por las cuales no debería de volverte una muñeca de chocolate.
—Yo, eh, bueno no deberías porque yo seré la capitana en el equipo de basquetbol y te sacaré como venganza si haces eso —respingue mi nariz con una sonrisa y me acomode mi cabello que llevaba suelto.
—Oh lo lamento muñequita, pero elegiste la peor de las razones por que el capitán seré yo, game over bebé —dijo entre risas y sentí el chocolate tibio caer sobre mi cabeza.
—¡Maldita seas Cristóbal colón! —, chille a todo pulmón limpiándome los ojos.
—Nos vemos más tarde Maléfica —se fue riendo como si por alguna razón me hubiera vencido con esa niñería.
Se preguntarán ahora que es lo que está sucediendo, empecemos por el principio.
Mi nombre es Shayla y el odioso que acaba de lanzarme una taza de chocolate se llama Christopher, aunque a mí en lo personal me gusta llamarlo Cristóbal colón. Daré una explicación simple de ello, lo cabrea que lo compare con él. La pregunta más normal sería ¿Por qué lo comparas con una antigua figura histórica? Muy simple, aunque las chicas lo vean atractivo para mí no deja de parecerse de lo feo que es. Cree que puede ganarme, cuando en realidad todos sabemos que yo seré la nueva capitana del equipo y él no puede con esa realidad, así que desde que comenzamos la secundaria él comenzó con esta ridícula tradición de bromas.
Claro que esta vez se pasó de la raya completamente y tendré que enseñarle como se juega de verdad, pero para eso primero tendré que lograr sacarme esto del cabello.
Puse un pie dentro de la casa y pude ver como mi madre escupió todo el café que acababa de poner en su boca, en esos momentos no sabía si reírme por su reacción o si debía de avergonzarme por haberme vuelto un chocolate andante y no es que me viera exactamente deliciosa.
—No des un paso más muñeco de lodo ¿Quién eres tú y que has hecho con mi hija? —me apunto con un plátano que se encontraba en el centro de mesa.
—Mamá deja de burlarte y en cualquiera de los casos ¿En serio me estás apuntando con un plátano? —puse los ojos en blanco.
—Oh no el muñeco de lodo le robó la voz a mi hija y está listo para ser exorcizado —soltó una risita ya no soportando más su broma.
—¿Seguirás con tu jueguito? Yo sé cómo solucionarlo —levanté una ceja aunque no pudiera verlo y caminé a donde se encontraba con los brazos abiertos.
—Ni se te ocurra monstruosa criatura llevo el hermoso traje para la conferencia de hoy que me asegura mi victoria contra Margaret —retrocedió rápidamente— Es decir, digo, a mí acenso.
Margaret es la madre del fracasado de Christopher y la rival de mi madre desde la adolescencia, antes lo tomaba como una tontería, pero cuando mi peor enemigo empezó con esta competencia me di cuenta de que eso era hereditario, lo traía desde la cuna.
Desde que mi madre se enteró de que el hijo de su peor enemiga estaba torturándome con sus bromas pesadas decidió que no podía dejarlo así. Ella es el cerebro de todos los planes malévolos que hay tras las bromas, así como puedo estar segura de que Margaret es el cerebro de las bromas que me hace ese odioso.
Cuando logré librarme de las bromas de mi madre me metí a ducharme y mientras escuchaba mis canciones de rock favoritas pasó el tiempo necesario para volver a ser una persona de carne y hueso. Estaba segura de no querer volver a saber de chocolate por el tiempo suficiente como para que se me olvidara esta broma y comenzara la siguiente.
—Sheyla, Tam está aquí esperándote ya ¿Puedes darte prisa? Aún no acordamos lo de hoy —me grito desde la puerta y se me dibujó una sonrisa en los labios.
Cepillé mi cabello castaño claro mientras me miraba en el espejo, hoy mi objetivo principal era que los chicos del instituto dejaran un reguero de baba por donde fuera que pasara. Para mi gran suerte era considerada una de las chicas más atractivas del instituto, por no decir la más atractiva, aunque para ser sincera esperaba que fuera Natalia la novia de ese intruso.
Terminé de vestirme, me coloqué una falda negra ajustada al cuerpo y encima una camiseta roja de mangas largas que me daba por encima del ombligo que también era igual de ajustada ¿¡Quien fue el cretino que dijo que las jugadoras de básquet no somos femeninas!?.
Salí por último colocándome unos tacones y vi como Tam se quedaba con la boca tan abierta que le podría entrar una nube de moscas, entonces comencé a reír un poco avergonzada aunque si lo había logrado con ella seguro que lo lograría con los demás.
—Te ves fabulosa, ¿Qué te traes entre manos esta vez? —se cruzó de brazos con el ceño fruncido.
—Debiste ver a ese Cristobobo esta mañana, te juro que me las pagará —mi rostro se frunció en una mueca de rabia y mi amiga se dio cuenta de que otra de sus bromas me habían cabreado, pero esta vez más de lo normal— Me volvió una muñeca de chocolate porque me lanzo una taza extra grande de chocolate.
—Parecía el monstruo del pantano —agregó mi madre y le lancé una mirada matadora— Está bien no me meto.
Hizo un gesto como si se estuviera poniendo un cierre en la boca
— ¿Cuál es el plan para hoy madre?
—¿De verdad van a seguir con esa guerra absurda?
Le hice un escaneo a Tamara con la mirada, ¿Quién se creía que era para cuestionar mis decisiones? Si seguro, como Cristobobo es el chico más guapo seguro que ella también había quedado atrapada en el limbo de los abdominales. Rodeé mis ojos ante ella, la verdad estaba conteniendo mis fuertes ganas de despeinarle su cabello castaño que lo llevaba tan alineado o aún mejor agarraría su sudadera favorita rosa pastel que llevaba puesta y se la cortaría con la tijera de costura de mi madre, ¡ash supongo se me fue la mente un tanto lejos!.
—No puedo creer que estés defendiendo a ese —guardé un momento de silencio para buscar la palabra adecuada— Alienígena.
—¿Anda y de que planeta vino? —pregunto mi madre con su boca medio abierta.
—Del planeta seducehuecas —me crucé de brazos levantando una ceja.
—No puedo creer que exista ese planeta de verdad y no me hayan advertido antes —hizo un gesto de horror y la ignore por completo porque me estaba tomando el pelo.
—Ah no, esto ya fue demasiado lejos Sheyla —hizo una mueca de disgusto mi mejor amiga— ¿Me acabas de llamar hueca?.
—Solo una hueca se fijaría en un tonto como ese y se supone que eres mi mejor amiga ¿Me explicas por qué te fijas en mi peor enemigo? —chillé furiosa.
—¿Por qué no puedes admitir que es un bombonazo? Tú sabes mejor que nadie que no hay chica que no vea lo sexy que es —unió sus manos y levantó el pie como si estuviera hechizada.
En esos momentos quise darle una patada lateral en la costilla y que volara por todo el comedor, para ver si se daba un golpe en la cabeza que la hiciera entrar en razón.
—No lo admito porque no es sexy y hay una chica que no lo ve así y esa soy yo —respingue mi nariz con satisfacción.
—Eso no es algo de lo que te debas enorgullecer —chasqueo la lengua— Fin de esta conversación nos tenemos que ir.
—Ve bajando enseguida te alcanzo.
Mi madre se aseguró de verla salir, rápidamente me dio indicaciones para seguir un plan perfecto que no pudiera fallar y poco después alcance a Tam en la esquina de mi edificio.
No me malentiendan, yo adoro a Tam, pero definitivamente los chicos le mueven más que sus amigas y yo en mi caso no estaba dispuesta a perder mi posición en el equipo por algo así.
—¿Qué haces después de clases? —me miró mientras cerraba su locker.
—No tengo mucho que hacer, tal vez alguna broma —alce la ceja y la miré rodear los ojos.
—En vez de perder tu tiempo molestando a Christopher ¿Por qué no me acompañas a la fiesta de Ethan? —puso una sonrisita burlona— No sé cuando será el día que estén juntos.
—Eso no va a suceder Tam, está muy ocupado en su mundo del futbol como para ligar y puede que sea bueno distraerme un poco de la rivalidad con Cristóbal colon —reí un poco y ella me hizo una señal para que me diera la vuelta.
En frente de mí estaba ese odioso de mi vecino, mi mirada se topó con su camiseta blanca ajustada a su contorneado cuerpo y subí mis ojos por su pecho para encontrarme con su cara de tonto. No dejaba de tener su sonrisa perfecta sobre esos labios carnosos y se le marcaban los hoyuelos a los lados, sus ojos azules le brillaban con esa malicia que lo caracteriza, estaba tan...
—¿Te traigo una servilleta para la baba que se te está corriendo? —elevó su ceja rubia y le di un leve empujón— ¿Qué pasa? No hagas eso delante de todos, quizá se den cuenta de que realmente eres una bruja.
—No falta nadie aquí que no sepa que te la pasas molestándome Cristobobo —rodeé los ojos y me vi la vuelta para mirar a mi mejor amiga que por supuesto era más interesante que mirarlo a él.
—Me parece que debí de lanzarte dos vasos de chocolate esta mañana en vez de uno, ¿No aprendes verdad? —me susurró al oído tomándome por la cintura.
Sentí recorrer un escalofrío por mi cuerpo y relamí mis labios que estaban secos, aunque ya había terminado de hablar seguía ahí parado con sus manos puestas sobre mi cuerpo. Eran firmes y aun así me tomaban con delicadeza, no podía evitar ponerme tiesa ante ese contacto ¿Cómo debía reaccionar a eso? Todos nos estaban mirando esperando a que hiciera algo al respecto, incluyendo al muy idiota.
—¡No me vuelvas a poner una mano encima! —casi le grité y sin darme cuenta le había dejado la mano marcada en la mejilla.
Eso le debió de doler, mi mano palpitaba y estaba segura de que no era solo mi mano. Todo a nuestro alrededor se volvió silencio, me hubiera gustado que en esos momentos la tierra se abriera y me tragara para no tener que ver como todos llevaban gestos de incomodidad ante la situación.
Como si la situación no fuera lo suficientemente incómoda él se tomó la mejilla y las lágrimas estaban al ras de sus ojos, no pude evitar salir corriendo de allí. Me sentía la persona más tonta del universo, podía haberle dicho alguna cosa, pero no, mi mano solamente se fue directo a su cara y quedé como una virgen a la que nunca le había tocado un chico.