Celos de un niño

1361 Words
El silencio de la madrugada era denso, casi sofocante. La habitación estaba sumida en penumbras, apenas iluminada por la luz tenue de la ciudad que se filtraba por las cortinas entreabiertas. Liam estaba sentado en el borde de la cama, con la mirada fija en la silueta dormida de Victoria. — No debería estar aquí….No debería haber permitido que esto pasara. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro pesado. Su mente era un caos, un torbellino de pensamientos que no podía ordenar. Siempre había sido un hombre calculador. Preciso. Nunca se involucraba en algo que no pudiera controlar. Y con ella… Con Victoria, todo se sentía diferente. Se pasó una mano por el rostro, intentando disipar el peso que lo oprimía. Había llegado demasiado lejos. Sabía que estaba jugando con fuego, pero aún así, había cruzado el límite. Miró a Victoria una vez más. Dormía profundamente, con el ceño ligeramente fruncido, como si aún en sus sueños luchara contra sus propios demonios. Era tan hermosa… y tan peligrosa. No en el sentido convencional. No porque ella pudiera hacerle daño físico o arruinar su carrera. Sino porque tenía el poder de desmoronar su estructura, de romper su control, de hacerle sentir cosas que él no quería sentir. — Nunca invierto en algo que sé que me hará perder. Ese había sido su lema. Su filosofía. — Y con ella –se dijo, mientras la miraba. —- Estoy seguro de que perderé mucho más de lo que quiero. Se puso de pie con cuidado, tratando de no hacer ruido. No podía quedarse. No debía quedarse. Tomó su camisa y se la puso con movimientos mecánicos, sintiendo cómo su cuerpo aún cargaba el eco de su cercanía. La observó una última vez antes de salir. Y luego, simplemente… se fue. Victoria dormía profundamente, hasta que el frío la despertó. Se removió entre las sábanas, buscando instintivamente el calor que había compartido horas antes… pero la otra mitad de la cama estaba vacía. Abrió los ojos de golpe, para darse cuenta de qué él se había ido. Se incorporó lentamente, sintiendo cómo su pecho se oprimía con una mezcla de enojo y algo más… algo que se negaba a nombrar. — No debía sorprenderme. Después de todo, esto no era parte del plan. Había construido su venganza con precisión, con la frialdad de alguien que no podía permitirse sentir. Y sin embargo, se había dejado llevar por sus emociones. Había caído. Y cometido un error. Tal vez, uno muy grande. Victoria se llevó una mano a la frente, intentando ordenar sus pensamientos. — Nada de esto debía haber pasado… —-Dormir con él fue un error. Un error imperdonable… — Esto… ahora hará que todo sea más complicado. Se levantó y caminó hacia la ventana. La ciudad seguía su curso, ajena a la tormenta que se gestaba en su interior. Cerró los ojos con fuerza. — Esto no cambiará nada. …No puede cambiar nada. —-Liam Carter sigue siendo el hombre que destrozó mi mundo, quien le arrancó la vida a mi padre… — Y yo… Yo sigo siendo la mujer que lo hará pagar por ello. Por mucho que su piel recordara su tacto. Por mucho que su corazón latiera de manera errática cuando pensaba en él. No había marcha atrás. Respiró hondo y regresó a su habitación. Para prepararse. Porque cuando lo viera de nuevo, no mostraría debilidad. Lo enfrentaría con la misma frialdad con la que él la había dejado. Pero cuando llegó a la empresa, descubrió algo que la descolocó por completo. Liam no estaba allí. Y por primera vez en mucho tiempo… sintió miedo. El miedo de haber destruido su plan perfecto, por culpa de una noche de pasión. Liam había vuelto a su oficina a ocuparse de sus negocios, él necesitaba recomponerse, volver a ponerse la coraza de hierro y recuperar su fachada de hombre frío e impenetrable. Muy pronto su estado emocional encontró el punto de encuentro entre el señor Cárter, un hombre sin emociones ni compasión, el CEO al que todos temían. Enterrando en lo profundo de su ser lo que había vivido la noche anterior con Victoria. Ocupado en sus negocios Liam no imaginó recibir una visita inesperada. A las 2 de la tarde su asistente abrió la puerta para llevarle los experimentos que él le había pedido. Aprovechando la puerta abierta, Victoria entró sin ser anunciada. Liam no supo cómo reaccionar, solo la miró sin saber qué decir o cómo actuar. Victoria en lugar de verse molesta u ofendida, cómo actuaría alguna de sus amantes, sacó de su bolso un expediente y lo deslizó sobre el escritorio de Liam. — No terminó de revisar estos datos señor Cárter… Cuando tenga tiempo libre, hágalo, le conviene a usted y a mí que los analice. Tomando una postura firme y profesional, como si un muro los separara, como si nada íntimo y cercano hubiera pasado entre ellos, dijo: — Llámeme cuando lo haya hecho… Buenas tardes señor Cárter. – dio media vuelta, saliendo por la puerta de la oficina de Liam sin mirar atrás. Liam arqueó una ceja molesto, su asistente lo miró angustiada, esperando recibir por parte de su jefe una terrible reprimenda. Pero Liam no lo hizo. Él acercó el expediente que le dejó Victoria y lo abrió. Luego le dijo con tono seco a su asistente: —- Tráeme un café bien cargado. En instantes Liam tenía su café frente a él. Levantando su mano sin mirarla siquiera le ordenó que se fuera. Algo que hizo su asistente de inmediato sintiendo alivio, pues Liam se veía molesto. Revisando cada detalle, cada cifra, cada número que no cuadraba, hizo su análisis financiero y preparó su respuesta. Tomando el teléfono marcó el número de Victoria, pero al otro lado no fue Victoria quien le contestó. — Diga… – era la voz de un hombre, uno joven. Eso disparó en la cabeza de Liam miles de hipótesis. ¿Quién era ese hombre y porque tenía el teléfono de Victoria? Antes de que Liam pudiera decir algo se escuchó la voz de Victoria. — Yo contesto, gracias . — Como tú quieras Vicky. – el sonido de un beso hizo imaginar a Liam que ese hombre y Victoria tenían una relación. El beso que había escuchado fue en la mejilla, pero había sonado sonoro y divertido, demasiado cercano. Eso hizo que Liam sintiera todo su cuerpo tensarse, imaginándose burlado por Victoria. — Hola señor Cárter… No esperaba su llamada tan pronto. — Imagino que no. Pero si está ocupada con su novio... puedo llamar después. – El tono con que Liam lo dijo la dejó entrever a Victoria, celos. Victoria sonrió, su plan no había fallado, estaba más fortalecido que nunca. Alejando el teléfono de su rostro para no ser escuchada por Liam, dejó escapar un suspiro de alivio. Luego dijo: Dany cariño... Puedes decirle a mi tía que acepto su invitación a cenar … — Claro, mamá estará muy contenta de verte. — Gracias cariño… Ahora si me disculpas, debo volver a mi trabajo. Liam escuchó de nuevo el beso sonoro que le había provocado tantos celos, y se sintió como un idiota. — Bien señor Cárter, dígame… ¿Pudo ver los errores en las cuentas? Liam no se sentía nada cómodo escuchando a Victoria hablarle tan seco. En especial que la noche anterior ella pronunciaba su nombre con dulzura al hacerle el amor. Su cabeza le jugaba malas pasadas, trayéndole las imágenes de Victoria cuando lo miraba con intensidad, cuando acariciaba su rostro ofreciéndole sus labios. Su cuerpo no pudo evitar arder ante esos recuerdos, y por un instante, se sintió débil y necesitado de sentirla de nuevo. Pero no podía darse el lujo de ceder ante sus deseos, ella era un placer muy peligroso, un camino que podría no tener retorno. Así que se sentó erguido en su sillón de cuero, y cruzó la pierna. Usando tecnicismos le habló a Victoria sobre lo que había encontrado, su conversación tardó solo 10 minutos, luego ella agradeció y colgó, dejando a Liam herido, pues no la escuchó, ni una sola vez, llamarlo por su nombre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD