En una dulce red

1266 Words
Esa noche, Liam Cárter llegó al restaurante L'Olimpo di Venezia diez minutos antes de la hora pactada. Era un hombre conocido por su puntualidad, pero esta vez su anticipación tenía más que ver con la curiosidad y el inexplicable magnetismo de Victoria Ainsley. No era común que una mujer lo desafiara, menos aún que lo cautivara con una mezcla perfecta de sutileza y audacia. El restaurante, famoso por su elegancia y exclusividad, ofrecía un ambiente íntimo. Las luces cálidas se reflejaban en los cristales tallados, mientras la música de un violín envolvía el aire. Liam se encontraba revisando el menú cuando una figura en la entrada captó toda su atención. Victoria había llegado. Llevaba un vestido rojo ceñido al cuerpo, con un escote apenas insinuante que dejaba mucho a la imaginación, y una abertura lateral que revelaba la perfección de sus piernas al caminar. Sus tacones resonaron suavemente contra el mármol, y sus labios pintados en un tono carmín acentuaban una sonrisa que desarmaba incluso al más impenetrable. Toda la atención del restaurante se centró en ella, pero Victoria sólo tenía ojos para Liam. Él se levantó de inmediato al verla acercarse. Por primera vez, sintió que estaba jugando un juego cuyas reglas aún no terminaba de comprender. — Señor Cárter —dijo Victoria con una sonrisa radiante al extender su mano—. Espero que no haya esperado mucho. Liam tomó su mano con delicadeza, pero su mirada intensa la sostuvo por más tiempo del necesario. — Para usted, señorita Ainsley, valdría la pena esperar toda una vida. Victoria soltó una risa ligera, como si la respuesta no la afectara, pero internamente sintió cómo esas palabras amenazaban con derribar sus defensas. Ambos se sentaron, y el camarero se acercó de inmediato con una botella de vino tinto que Victoria había solicitado con anticipación. — Sé que es un amante del buen vino, así que pensé que esto sería un buen comienzo para nuestra conversación —comentó Victoria mientras el camarero servía las copas. Liam levantó la suya, sin apartar la mirada de ella. — Muy considerado de su parte. Pero me intriga, señorita Ainsley, ¿es sólo el vino o siempre sabe adelantarse a los deseos de los demás? — Digamos que es una habilidad que he desarrollado con el tiempo. Aunque, a veces, las personas pueden sorprenderme —respondió ella, jugando con el borde de su copa. La cena comenzó con una conversación aparentemente ligera, pero Victoria no perdió de vista su objetivo. Su encanto natural, combinado con su determinación, logró que Liam bajara la guardia. Él hablaba de sus logros y estrategias, y aunque Victoria fingía admiración, cada palabra que él decía era cuidadosamente archivada en su mente. Finalmente, el tema principal salió a la luz. — Señor Cárter, quiero hablarle de nuestra nueva alianza comercial —dijo Victoria, inclinándose ligeramente hacia él. El movimiento fue calculado, pero no excesivo. Liam la observó con interés, apoyando los codos sobre la mesa. — Estoy escuchando. Victoria sacó un documento de su bolso, un contrato que había revisado meticulosamente. Lo deslizó hacia él, pero no lo dejó tomarlo aún. — Quiero que la empresa que mi padre construyó reciba el 50% de las ganancias. Usted sabe tan bien como yo que con su liderazgo y mi visión estratégica, podemos hacer de esta alianza algo único. Liam arqueó una ceja, intrigado. No sólo por el contenido del contrato, sino por la manera en que Victoria lo presentaba. No era una súplica; era una oferta que sabía que él no podría rechazar. — Usted quiere el cincuenta por ciento. Es una propuesta ambiciosa, señorita Ainsley. — Lo es, pero también justa. Mi padre dedicó su vida a esa empresa. Creo que es lo mínimo que merece su legado. Liam tomó el documento y comenzó a leerlo. Mientras lo hacía, Victoria lo observaba con atención, notando cómo su expresión pasaba de la cautela al interés genuino. Cuando finalmente dejó el contrato sobre la mesa, su mirada volvió a clavarse en ella. — Acepto. Pero con una condición. Victoria mantuvo la calma, aunque por dentro su corazón latía con fuerza. — ¿Y cuál sería esa condición, señor Cárter? — Quiero que usted esté involucrada en cada decisión importante. No delegados, no intermediarios. Sólo usted y yo trabajando juntos. Victoria sonrió, triunfante. Justo como lo había planeado. — Me parece razonable. Después de todo, esta alianza sólo será exitosa si trabajamos como un equipo. — Estoy de acuerdo en eso. – dijo Liam, tomando un sorbo de vino de su copa. Los ojos de Liam se paseaban discretamente sobre el contorno de los labios de Victoria. En su memoria aparecía el beso que ella le había dado en su sueño. Aunque había sido solo un sueño, sus labios aún ardían con la dulce sensación. Aquel beso aunque inexistente se había sentido tan real que su boca aun sentía el sabor a miel de aquel beso. Victoria era una mujer fascinante, agradable e intrigante, por momentos parecía abrirse a él, pero en segundos aquella brecha de confianza y vulnerabilidad desaparecía. Creando en el CEO una fascinante atracción. La cena continuó, y aunque el tema de los negocios quedó cerrado, la conversación entre ellos tomó un rumbo inesperado. Liam parecía genuinamente interesado en conocerla más allá de lo profesional, pero Victoria mantenía su postura firme, mezclando dulzura y misterio de manera magistral. Cuando la cena terminó, Liam la acompañó hasta su auto. Antes de que ella subiera, se inclinó ligeramente hacia ella, dejando apenas un espacio entre ellos. — Ha sido una noche fascinante, señorita Ainsley. Victoria sostuvo su mirada, controlando cada latido acelerado de su corazón. — Lo ha sido, señor Cárter. Pero recuerde, esto es sólo el comienzo. Mientras se alejaba en su auto, Victoria sonrió para sí misma. Liam Cárter estaba atrapado en su red. Y aunque había avanzado en su plan, no podía negar que, en el proceso, él también había comenzado a desarmarla poco a poco. Mirándose en el retrovisor sacudió su cabeza para decir: — La venganza es más dulce cuando se mezcla con veneno y miel. Al detenerse en un semáforo Victoria miró hacia atrás y recordando a Liam dijo para sí misma: — Sí no fueras un imbécil sin corazón, me habrías parecido muy atractivo Liam Cárter. Pero eres un egocéntrico al que le gustan las aventuras de una noche…. — Eres igual que todos los hombres, el placer de una noche es un deshago, nunca amor ni compromiso… — Hombres como él no saben amar. Siguiendo su camino Victoria saboreó su primera victoria, Liam estaba donde ella lo quería, tenía a su enemigo de cerca. Mientras Victoria volvía a su casa después de una cena con el CEO arrogante, Liam llegaba a su penthouse con una extraña satisfacción en su pecho. Algo que no le duró mucho al encontrar a Rachel en su penthouse. — ¿Qué haces aquí, Rachel? Acaso no fue suficiente el regalo que te di…. — Claro que sí cariño, solo que estaba aburrida y decidí venir a verte y …. Acercándose a Liam puso sus brazos alrededor de su cuello. — Ya sabes lo que quiero Liam, y tú lo deseas también. – dijo con una voz muy sensual. Quitando sus manos de su cuello, Liam dijo: — Quédate si quieres en mi penthouse, pero no me molestes esta noche, estoy muy cansado para soportar tus estupideces. Liam no habría tomado la oportunidad de Rachel, pero esa noche no deseaba a otra mujer más que a Victoria Ainsley. Esa mujer se le había metido bajo la piel.
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