El reloj marcaba la medianoche cuando Liam cerró su laptop. La búsqueda sobre Victoria había dejado más preguntas que respuestas. No había nada sobre ella que indicara lo que él intuía. No podía deshacerse de la sensación de que había algo más profundo en su historia, algo que se ocultaba detrás de su fachada perfecta. Algo que no podía dejar pasar.
Se levantó de su escritorio y caminó hacia la ventana, observando la ciudad como si fuera el escenario de un juego en el que no podía dejar de participar. La imagen de Victoria, con su sonrisa intrigante y su mirada desafiante, lo atormentaba. Ella no era como las demás. Había algo en ella que lo desarmaba. Algo que lo llamaba, lo atraía, lo desafíaba.
Yéndose a la cama trato de dormir sin poder lograrlo, molesto, se levantó de su cama para tomar unas pastillas para dormir. Odiaba la idea de despertar con jaqueca.
Por la mañana se levantó algo aturdido por el somnífero. Preparándose un café bien cargado, preparó unos huevos con tocino y se sentó a desayunar, mientras leía su correo en su laptop.
Mirando su teléfono, un impulso lo movió y marcó el número de su asistente.
— Conéctame con Victoria Ainsley, ahora mismo—dijo con voz autoritaria.
La llamada sonó dos veces antes de que una voz suave, pero llena de poder, respondiera.
— Liam, qué sorpresa. ¿Hay algo más que necesites de mí? —Victoria preguntó, su tono suave y casual, pero con una sutil capa de provocación.
Liam sintió un nudo en el estómago, pero no se dejó dominar por la emoción. Sabía exactamente lo que quería.
— Necesito que trabajes conmigo. —Su voz era más seria ahora, su mente completamente enfocada. — Quiero ir personalmente a la empresa de tu padre por un par de semanas….
— Quiero entender cómo funciona el negocio de tu padre, y ver qué se necesita para que recupere su estabilidad financiera.
Hubo una pausa al otro lado de la línea. Una tensión palpable que hizo que Liam se cuestionara si había cometido un error al hacer esa propuesta.
— ¿Esto es una petición formal, o una orden señor Cárter ? —la voz de Victoria resonó como un susurro, cargada de esa mezcla de curiosidad y desafío que solo ella sabía manejar.
Liam sonrió levemente, sintiendo cómo la fascinación por ella lo consumía más cada segundo. No podía dejar que sus propios deseos nublaran su juicio, pero la tentación era tan grande que no pudo evitarlo.
— Lo que te propongo es una oportunidad que no querrás rechazar. Podrás conocer los entresijos del negocio, y a la vez… estarás más cerca de lo que realmente quieres.
El silencio en la línea fue casi eléctrico, pero Victoria rompió la calma con una risa suave y provocativa.
— Será un placer tenerte tan cerca, Liam. —La sonrisa en su voz era evidente, como si hubiera jugado su carta más poderosa.
— Tengo planes para levantar financieramente esta empresa, pero no te preocupes…. estaré encantada de compartirlos contigo…
Liam dejó escapar un suspiro, sintiendo que la emoción de tenerla cerca lo arrastraba. Se había metido en un terreno peligroso, pero no podía resistirse.
Su instinto le decía que la clave de todo estaba en conocer a Victoria, en desentrañar los secretos que se escondían bajo su sonrisa perfecta y su fachada impenetrable.
Ella era un enigma para él, una mujer muy hermosa, pero nada fácil, aunque parecía atraída hacia él, cada vez que él quería penetrar su muro, ella se alejaba dejándolo con deseos.
Liam fue a su oficina para dejar algunas cosas en orden y para darle a su asistente las indicaciones sobre qué hacer en su ausencia.
Su abogado entró en su oficina y dijo:
— ¿Cómo es eso de que estarás fuera por un par de semanas? —¿A dónde irás?
— Te pregunto yo a donde vas? – dijo Liam sin mirarlo.
— No, pero es extraño que te vayas cuando tenemos en manos negocios importantes…
— ¿Para qué te pago entonces? – dijo, levantando su mirada cargada de dura frialdad
— Estas aquí para encargarte de lo que necesite…. Mientras no esté, tú te encargarás de eso…
— No olvides, que yo lo observo todo, aún lo que me ocultan.
Saliendo de su oficina con su maletín en la mano, Liam dejó a su abogado bajo amenaza, sus órdenes no estaban bajo discusión, lo que él decía debía realizarse a la perfección.
Media hora después, Liam llegó a la empresa de Edward Ainsley, Victoria lo recibió en la entrada del edificio, acercándose a él con paso firme, su figura perfectamente erguida.
A pesar de la tensión que la envolvía por el peligro de acercarse a Liam, no podía evitar sentirse intrigada. Su presencia era magnética, algo en su mirada la desarmaba. Pero no podía permitirse que él descubriera su verdadero propósito.
Ella actuaba como si todo estuviera bajo su control, pero al estar frente a él la tensión entre ellos se hizo más palpable, como si los dos estuvieran esperando un movimiento que los llevara al borde de algo que no podrían detener.
— Bienvenido a mi mundo, Liam. —Dijo manteniendo una postura suave pero cargada de autoridad, pero sus ojos delataban una curiosidad oculta, un coqueteo sutil que lo desarmaba.
— Estás aquí para entender lo que esta empresa necesita… te lo mostraré todo, y sé que al final…lograrás entenderme a mí también.
Victoria sonrió con seguridad, no perdiendo la oportunidad de seguir el juego que Liam había iniciado.
Liam contestó:
— Estoy seguro de que entenderte no será tan fácil. Pero… acepto el desafío.
La forma en que dijo esas palabras, con un toque de misterio y descaro, hizo que el aire se volviera más denso entre los dos.
Liam se acercó a ella, sus ojos fijos en los de ella, mientras sentía una atracción tan fuerte que le resultaba difícil concentrarse.
— Eso es lo que más me gusta de ti, Liam. Tu audacia. Pero te advierto, no soy fácil de conquistar.
Ella se inclinó ligeramente hacia adelante, su rostro tan cerca del de él que Liam pudo sentir su respiración.
— No estoy aquí para conquistar a nadie, Victoria —Dijo con voz suave, casi un susurro. — Estoy aquí para hacer negocios.
— Que lastima. – respondió Victoria. La tensión entre ellos creció aún más. Se miraban a los ojos hablando un lenguaje sensual, atrevido y peligroso.
Ambos sabían que estaban en un terreno peligroso, que lo que los mantenía juntos no era solo la venganza o la ambición. Había algo más en el aire, algo que los empujaba a seguir adelante, sin importar los riesgos.
Esa tarde, Liam y Victoria trabajaron codo a codo, analizando los documentos y discutiendo los pasos a seguir para restaurar la empresa.
Pero cada interacción estaba cargada de una energía que ninguno de los dos podía negar. Cada roce, cada mirada, hacía que el deseo y la desconfianza se entrelazaran, creando una tensión palpable que llenaba la habitación.
Victoria no podía evitar sentir que, a medida que se acercaba más a Liam, más difícil se volvía separar sus emociones de su objetivo.
Y Liam, por su parte, sentía que la presencia de Victoria lo estaba desbordando, como si ella fuera un enigma que no podía resolver, pero que no podía dejar de querer descifrar.
Ambos sabían que el juego que habían comenzado era peligroso. Pero, ¿quién podría resistirse a la atracción que los mantenía atados en un lazo invisible?
La respuesta estaba clara para ambos: ninguno de los dos podría escapar de este juego. Y al final, no habría ganadores.
El deseo y la venganza se habían entrelazado, y ya nada podría detener lo que estaba por venir.