El amor es aquello que nos permite decirlo todo, o no tener que decir nada...
Albert Harpert
Esa noche comprendió el significado de estar aislada por primera vez. Sentía como que las horas eran leñas de soledad que avivan la llama imponderable de la angustia, hoguera infernal que llenaba de calambres y frió todo su cuerpo de princesa primaveral. Veía la necesidad urgente de buscar ese abogado celestial que pronto le divorciara de esta tristeza desordenada y obesa que sin piedad intoxicaba con ignominia el mismo centro de su alma. Era esa sirenita de siete colores que apostando a ser feliz se manchó de n***o. En su aventura de surfear las nubes y deslizarse como gacela por el arcóiris, alguien sin pensarlo dos veces le desinflo el corazón guiándole la vida banalmente hacia un aprensivo abismo.
Grávidas lágrimas corrían por sus mejillas sin visado alguno y le ahogaba la realidad de no tener posibilidad alguna para utilizar sus poderes humanos. Lloro horas, días, semanas, lloro aun no se sabe cuanto.
Pasaron noches que paulatinamente le intensificaban la tristeza. Su propio padre, en desesperado intento, le sujetaba mientras que su señora madre trataba de persuadirle con palabras alentadoras a cambio de algún que otro alimento, pero todo era inútil.
Otro día trajeron al cura del pueblo. Este le rezo unos ave marías, le hizo una cruz con agua bendita en la frente, y resulto que termino compartiendo lagrimas con la pobre chica. Partió el párroco no sin antes dejar la promesa de orar sin descanso por el alma de la damisela.
Una noche, luego de algún tiempo, decidió que su corazón era muy pequeño para albergar tanto dolor, y fue a la calle a compartir su desdicha con todos de una manera muy particular. Recordó que alguien dijo en algún momento: “Es religioso el acto mas humilde del mas humilde de nosotros, que en la oscuridad de su vida diaria realiza gustoso un progreso espiritual, sacrifica algo de sus pasiones algo de sus necesidades a la necesidad de hacerse mejor, esta es la verdadera manera de creer en Dios…”. Y en una espontánea abnegación, tomo varios grafitos y hasta un crayón de labios rojo —más para cuando todos estaban rendidos ante los brazos de Morfeo—sin pensarlo, partió a la batalla corazón vs. Alma .El vencedor de esta homérica batalla se llevaría el mejor monolito al desahogo.
La primera víctima fue el poste de la esquina en donde dibujo un par de gaviotas volando algo abstractas .Luego tomo un autobús y mientras viajaba pinto su asiento, los dos del frente, el de al lado y hasta a la hora de bajarse pinto una luna y un sol en la puerta.
No tenía rumbo, su vida era similar a una rosa flotando en el mar, lo que hacia no importarle ni siquiera la forma que tomaba el aire en sus pulmones.
Camino escribiendo y dibujando cuantas puertas, ventanas, muros, paredes se encontraba a su paso. La chica estaba inspirada con lo que hacia —y aun mas que eso— poseía una concentración en el arte que practicaba superior a la de Miguel Ángel en su capilla Sixtina.
En la puerta de un banco, muy importante del lugar, escribió dentro de un corazón sangrante “… Donde la dulzura y el amor son en vano, la ira es muy justa…” Luego en la valla comercial de un wiscky dibujo un unicornio sin piernas. En el pedestal de una estatua, —honores a un ser muy venerado del poblado — dibujo un ángel encadenado de cuello y manos, para luego escribir debajo…” De tu capacidad de conocer y vivir la felicidad dependerá tu capacidad para conocer y aceptar el dolor…”
Así la sirenita herida recorrió todo el pueblo por varias noches seguidas, no dejando un solo rincón de ella donde no se hiciera aducir su rebeldía pictórica .Todos daban algún comentario en las esquinas, murmurantes se preguntaban qué estaba pasando. Pese a que algunas manos en boca, preferían practicar el silencio de los peces, otros afirmaron categóricamente que lo sucedido era obra y gracia del mismísimo diablo para confundir, y que el señor ya había anunciado todo esto. De hecho los párrocos del la ciudad se reunieron alarmados cuando aparecieron en las iglesias, al pie de los santos, dibujos múltiples que portaban un mismo mensaje escrito:...” Dios que tenéis el imperio de las almas, permíteme reproducir a la claridad del día, los demonios que se esconden bajo las tinieblas de los corazones humanos…”
Hubo alerta nacional, como cuando el instituto de meteorología anuncia que el huracán del siglo esta por llegar a las costas del país. Así dieron noticias en la tele, en la prensa sacaron fotos de los sospechosos, y hasta un ministro dio opiniones múltiples al respecto. Al final todos llegaron a una misma conclusión, un mismo ideal, y una misma sentencia al fenómeno que ocurría…borrar todo lo que había sido dibujado o ensuciado (Como realmente lo llamaron). Así, muros, autos, parques y calles, formaban parte del menú que estaba preparado para el exterminio de los dibujos y mensajes que salían tras las manos de un ángel triste.
Pasaron días con sus noches enteras borrando sin cesar, quitaron hasta el corazón flechado que una pareja había hecho en la parada del autobús. Limpiaron todo como jamás se había realizado en una localidad. Luego de esto, pusieron policías, guardias nacionales y hasta unos carros del ejército, a recorrer el poblado las veinticuatro horas del día. Con esto quedaba absolutamente prohibido, de Norte a Sur, de Este a Oeste, para todos en dicho territorio, dibujar algo con los colores del alma, por muy profundo que estos fueran.
La mariposita de alas rotas detuvo su vuelo, pero esta vez no fue para posarse en las espinas dolorosas que le desgarraban. Mas bien decidió descansar encima de esa mágica suavidad de los pétalos en la rosa .Entregándose como un cheque en blanco a la vida, y así como no le dejaron un lugar apto para colocar las radiografías de su dolor, una mañana de otoño se levanto desnuda mirando fijo al sol que le quemo las plumas y se tatuó en el centro del pecho: “La felicidad es mi mejor venganza”. Construyendo así dentro del mas celeste lugar de su vida, un castillo azul para refugiar los sueños y el alma de los depredadores.
Con el paso del tiempo fue cambiando, a tal punto que cada vez que alguien dibuja una flor, o saca de sus labios un te quiero sincero, o simplemente empolle con un beso un pedacito de cielo. Ella sube un escalón mas a la felicidad y allí esta sumida en su propio mundo.
Sabe muy bien que la alegría cuando es vacía y alguien común la desea, le busca en la piel de los demás ,pero cuando es sabia, se busca dentro de sí mismo.
YURI