El hombre llego corriendo con una bolsa negra que apenas podía cargar. Mirando para todos lados, entro a una vieja casa que con dificultad cerraba la puerta principal. Se asomó varias veces por entre dos tablas que quedaban como ventana, mirando de un lado para el otro. En el centro de lo que fue una sala lanzo la bolsa. Buscando un cajón de madera logro subir y acomodar unas luces de navidad con los cables picados en medio del techo, en un hueco que antes portaba alguna lámpara. Bajo y saco de la bolsa una libreta, luego un mocho de lápiz que por pequeño descuido cayó al piso y se le partió la punta. La poca que quedo se encargó de afilarla con los propios dientes, luego de finalizar escupió n***o y se puso a escribir sentado en el piso apoyado del cajón. Paso varias veces el lápiz por su lengua y al fin termino de rasguear con una sonrisa. Luego de un minuto comenzó a murmurar
- ¿Es vaciado o…? ¡Ahhhh vacido!
Continúo y al rato se levantó con cierta dificultad por los pies acalambrados, suspiro y en un arrebato canto:
“Dos gallinas desmemoriadas no se acordaban quien puso el huevo… Dos gallinas desmemoriadas no se acordaban quien puso el huevo”
Luego en un frenesí brinco y grito al cielo como hombre lobo. Con la misma quedo sentado en el piso riendo en una amalgama de espasmos mentales. Nunca se encontrara un cuerpo vació que no tenga desbordada la mente.
—El perro salió de entre mis pies— dijo secando el sudor de su frente — y corrió ladrando hasta la orilla de la playa, trate de atajarlo pero fue en vano, igual llego allí y se puso a ladrar y chillar como loco. Sacudí algo de arena de los pies y salí caminando lentamente a ver que tenía tan preocupado a mi perro. El canino enfrentaba un cangrejo que se cuadraba con sus muelas para evitar cualquier agresión. Terry se acercaba pero con la misma velocidad huía y así se mantenía alternando alaridos y ladridos como una vía para intimidar oralmente al valiente crustáceo. — Rio a toda garganta— Como Héctor contra Aquiles, la historia de batallas más grande de todos los tiempos. Héctor era ese cangrejo que no creía en tamaño ni dientes, ni el tiempo de peligros y amenazas que se le venían encima. Su lema era vivir o morir, o como dijo el mismo Héctor, hijo del rey troyano Príamo, con aquel aire de guerrero implacable, mirada dulce y coraje en las pupilas: “(…) al apuntar la aurora, vestiremos la armadura y suscitaremos un reñido combate (…) porque me propongo no huir de él, sino afrontarle en la batalla horrísona; y alcanzará una gran victoria, o seré yo quien la consiga…” — el desquiciado hombre comenzó a danzar y dar vueltas en ambos sentidos. Quedo en cuclillas.
—Por otra parte el implacable Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo. Con su gran ventaja de ser el eterno semidiós, de ser un rogado, despiadado y solitario valiente, punta de cada batalla Aquea. Injusto que se hacía justo a sus sentimientos por su querido Patroclo. Diestro y siniestro en cada acometida, y como igual atestiguo:…”Yo acabaré contigo, más tarde, si algún dios me ayuda, como contigo han hecho”.Era mi Terry este Aquiles y aquel solitario cangrejo el valiente Héctor, que con sus pinzas parecía decirle: (…) “No huiré más de ti, como hasta ahora. Mi ánimo me impele a afrontarte, ora te mate, ora me des muerte. Si Zeus me concede la victoria y te arranco la vida, cuando te haya despojado de tus armas entregaré el c*****r a los aqueos.”(…) Mi perro trataba con las patas de solucionarlo todo en un golpe, pero la defensa del crustáceo era mejor aún. Hubo un momento en el que intento ladrarle más cerca, y con la pinza derecha, logro pellizcar la nariz del canino. Este dio dos vueltas sin tener idea de si agarrar para el norte, para el sur, este u oeste. Solo chillaba sin consuelo y corrió asustado.
Quedo quieto por varios segundos, solo se escuchaba el respirar agitado y con la misma el brotar de una lagrima que rodó por el cachete derecho. Miro al frente y salió corriendo rumbo a la puerta la cual abrió de una sola patada, siguiendo con su trayectoria. Se escuchó un angustiado y ensordecedor frenazo, el cual iba acompañado de un corto ruido…
YURI