TRES

4021 Words
Ivvana ☻☻☻ —...Entonces me quedaré en casa de Ivvy y regreso mañana —terminó de explicarle Olivia a su mamá conmigo presente como testigo, confirmante y aliada de esa locura que iba a cometer. Se había pasado los tres días siguientes desde que había estado en mi casa, intentando convencerme. Realmente no tenía que esforzarse mucho porque era mi única mejor amiga y ella ya me había ayudado anteriormente, no de una forma tan intensa, pero yo nunca olvido un favor y no vivo en paz hasta que lo devuelva. Detestaba sentirme en deuda. —Oh, me parece bien, pero ¿por qué tienes que irte tan temprano? —Olivia sonrió como si su madre hubiera hecho la pregunta correcta y me miró dedicándome una mirada significativa que no tuvo que forzar. —A mi no me da miedo nada de eso de la oscuridad y salir de noche —empecé. —Sí, el otro día lo comprobé, que bueno que no te pasó nada malo —automáticamente Olivia y yo comoartimos una mirada de complicidad. —Sí, gracias a Dios —a ese dios de ojos verdes— la cosa es que yo no le temo, pero sé que su hija sí y ustedes la cuidan mucho, entonces no quisiera que caminara de noche hasta mi casa aunque estemos en la misma calle —la mamá de mi amiga se mostró conforme con la respuesta y asintió. —Tienes razón, son tas responsables —no sonrió y yo estaba a punto de soltarme una carcajada mientras que Olivia intentaba no poner una cara culpable. Aun así salimos conforme, mi amiga junto a mi con una mochila colgada a la espalda y yo sosteniendo el osito n***o que adornada el manojo llaves. —Espero que el imbécil de tu ex valore esto que estamos haciendo. —Yo también lo espero —murmuró con un poco de preocupación. Entramos a mi casa y lo primero que hice fue ir a la cocina en busca de algo de comer que calmara el estrés que sentiría en mas siguientes horas. Olibia nerviosa y ansiosa no era una buena combinación, a eso agreguémosle indecisión. Subí las escaleras con la funda del cereal en manos y eché un puñado en mi boca, eché otro cuando mi amiga se metió al baño, y otro cuando salió preguntándome si debía o no, lavarse el pelo. Tuve que echar otro cuando abrió la puerta podiéndome que la ayudara a desenredar su cabello y rodé los ojos antes de levantarme a ayudarla. Sabía que todo era por la ansiedad y los nervios, porque no era tan difícil desenredar un pelo lacio y corto, ¿o sí? Cuando hube terminaso volví a la cama a secarme las manos antes de echar otro puñado en mi boca, el sonido de crunch en mi boca me relajaba y estresaba en partes iguales. Así que me adelanté en revisar lo que había traído ella como opción de outfit antes de que empezara a estresarme con eso también. Falda corta, vestido con vuelos, falda de vuelos... todo aquello terminaba en sexo y no podía permitir eso, al menos no en ese momento, el idiota no se lo merecía. —¿Sabes a dónde específicamente te llevará? —le pregunte e cuanto salió del baño y se sentó frente a mi espejo de cuerpo completo. —No, sólo dijo sobre cenar. —Y Stiven no es muy romántico, seguro que te lleva a algún sitio de... oye, bi me mires así, sabes que es verdad. —Porque es verdad es que te miro así.. —Ah bueno, lamemto ser yo quién te lo recordó. —Ya no sé si quiero ir —mencionó dubitativa. —Mhm. —Bueno, sí quiero ir pero... —Pero... —Pero si me acompañas. —Es un no rotundo, apenas soporto que te vayas con él, verle la cara ya es demasiado. —Por favor. —No, además las citas son de dos, no de tres. —Por favor —juntó sus manos y sacó levemente el labio inferior arrugando el entrecejo. —Liv, no. —No eres tímida, puedes amigarte con alguien de otra mesa y mirarnos desde lejos. —No tengo que amigarme con nadie, podría estar sola. —Es que eso es sospechoso. —Ya, preocúpate por arreglarte, voy a bañarme. —¿Irás? —Y es el último favor que te hago. —Claro —ironizó con una sonrisa mientras yo me dirigía al baño, me detuve antes de cruzar la puerta. —¿Y qué pasa si llama tu mamá? —Bueno... —No lo habías pensado, eh. —La verdad, no —se quedó pensativa por unos segundos— da igual, no le cogemos el teléfono y decimos que no lo escuchamos, igual nunca se va a imaginar que salimos. —Dios quiera y no nos vea salir. —No nos va a ver, ve y alístate. ☻☻☻ L levábamos media hora esperando a que llegue el idiota ese de Stiven a recoger a Olivia y por otro lado, me esperaba Sabrina impaciente en su auto, aceptó llevarme después de advertirnos mil veces que lo que hacíamos estaba mal. Casi iban a ser las siete de la noche y el imbécil no aparecía, como se le ocurra dejarla pantad... más le vale. El imbécil ni siquiera salió del auto a saludarla, sólo nos miró a travéz del cristal, sonrió y le hizo un ademán de que entrara. Rodé los ojos e hice lo mismo en el auto de mi hermana. —Me cae mal ese chico —soltó apenas subí. —Y eso que no tienes motivos, imagínate cómo me cae a mi. —El amor es ciego. —Ya veo —ajusté el cinturón justo antes de empezara a conducir tras el auto de infiel— me sorprendió verte aquí, ¿hoy no tenías cita con tu pareja? —No empieces. —No empieces tú, no te cuesta nada decirme, ¿no confías en mi? Seguro que alguna de tus amiguitas ya se lo contaste. —Sí confío en ti. —Pues dímelo. —Es que no es tan fácil. —¿Por qué? ¿Es un viejo verde? —negó— ¿un hombre casado? —negó horrorizada— ¡entonces lo demás vale madres! Si no es ninguna de esas opciones, no importa. —Dices eso porque no sabes. —¿Cuándo te he juzgado? —¿Cuándo? Siempre —me mira por un segundo. —Ok, ¿cuándo te he juzgado de verdad? —No quiero que haya una primera vez. Me quedé mirándola por unos segundos. —Bien, no me digas —me hice la indignada y empecé a textearme con Olivia. El trayecto al lugar fue corto, arrugué el entrecejo cuando vi que la había llevado a una simple cafetería y la zona no es la mejor, parecía que estuviera ubicada en los suburbios de la ciudad. Miré a Sabrina quien permanecía con la misma mueca en su cara ligada a algo más. —No quiero que vayas ahí. —¿Por qué? —Sólo mira, es igual a esos lugares de las series donde se reúnen los matones a comer algo después de hacer de las suyas —la miré extrañada. —Conoces este lugar —afirmé y ella me miró de inmediato con una mueco de extrañeza que parecía genuina. —¿Yo? ¿Y qué pinto yo en un lugar como ese? —Sí, tienes razón, bueno, adiós, te llamo para que nos recojas si algo sale mal, ¿puedes? —No vayas. —Mi amiga está entrando, si esto resulta ser como dijiste, necesito acompañarla. —Cuídate. —Ajá. Bajé del auto sosteniendo la cadenita de mi cartera. Me arrepentía de mi atuendo, desde que entrara allí, iba a recibir miradas de todo tipo. Y eso, que estaba acostumbrada, pero sentía una mala vibra, como si Sabrina tuviera razón en su teoría. Ignoro todo pensamiento al ver a mi amiga en el interior tomando asiento en una mesa con él. De igual forma, entro, me siento en una mesa vacía, inmediatamente siento las miradas en mi sin embargo no miro a nadie, me concentro en sentarme y vigilar a la pareja con disimulo. La pregunta asalta mi mente, ¿por qué la llevó a ese lugar? Él tiene recursos, es un tanto arrogante y definitivamente su personalidad no concuerda con eso. Anteriormente le fue infiel, ajá, y ahora la buscaba, mi único pensar es que quiere hacerle lo mismo y la traía a ese lugar para que nadie pueda verlo con ella. Sí, es una teoría dura, pero mis teorías normalmente suelen ser ciertas. Sólo acertaste en una teoría. En dos si contamos la de que Sabrina tiene novio. Cualquiera sabría eso. Ya cállate. Me centré tanto hacerme preguntas que no escuché que tenía a una chica delante de mi hablándome. —Disculpa, ¿qué me decías? —¿Que qué vas a pedir? —me preguntó con un ápice de enojo. —¿Y el menú? —¿Te parece que tenemos menú? —Bien, entonces adivino lo que venden y así pido, claro —la chica me miró impasible— ¿es en serio? —Sí, tú pide y yo te digo si hay disponible o no —¡ay por favor! Intenté no pedir algo tan exagerado, ya se veía que ahí sólo podía encontrar lo básico. —Sólo tráeme un smoothie y una dona. —¿Un smoothie? ¿qué es eso? —la miré esperando a que me dijera que es una broma. —¿Hablas en serio? —¿Te parece que bromeo? —la chica masticaba un chicle de una forma tan estresante, de repente miró atrás sobre mi cabeza y se enderezó inmediatamente— ¿entonces? El repiqueteo del bolígrafo en la libreta me tenía nerviosa así que dije lo más semejante a lo que había pedido. —Un jugo —su cara se iluminó con comprensión. —Ah, una batida —asentí rodando los ojos, sus ojos colvieron a viajar por encima de mi cabeza y tuve la curiosidad de mirar pero me contuve, no quiero toparme con ningún tipo sucio. La chica se fue y centré mi atención nuevamente en mi amiga hablando con Stiven. Saqué mi teléfono para que no sintieran mi mirada tan intensa sobre ellos y me puse a revisar mis redes. Ya había despachado a dos babosos que habían intentado sentarse conmigo coqueteando, el tercero se sentó directamente sin esperar la negativa. —Es un celular muy bonito para un lugar como este —inmediatamente levanté la mirada encontrando a un tipo rubio, rondaba entre los veintidos y veintitrés años, tenía la mandíbula marcada y los ojos café. Me tensé un poco pero logré disimularlo, era muy buena reprimiendo mis emociones. —¿Y qué hago con esa información? —el chico miró por encima de mi hombro, acción que no pasé por alto. El chico rió y de pronto pareció simpático pero quise bajar la guardia, aunque estaba frente a mi parloteando, no dejé de echarles miradas a mi amiga y él lo notó girándose hacia allá. —¿Eres vigía? Si eres vigía no debiste traer ese atuendo tan llamativo, ¿por qué nunca te había visto? ¿De qué mierda me estaba hablando? —No sé de qué hablas chico, mejor déjame sola y vete. —Sí, sabes, eres vigía, tengo un amigo que también lo es, ¿sabías? Y yo lo soy, sé reconocer a otro de los míos —aparté mi vista de aquella mesa centrándola en él con confusión. —Mira, de verdad que no sé de qué estás hablando. —¿Y qué estás haciendo? Vigilas a esa pareja. —Cuido a mi amiga de un patán, ustedes aparecen en todos lados. —No te equivoques, yo soy un encanto. —Un encanto que ha insinuado que quiere robarme mi teléfono —enarqué una ceja, sus ojos se posaron en mi con confusión. Escuchaba el repiqueteo de objetos sobre el metal de la mesay el ruído, me molestaba. —No, no, no es lo que piensas, sólo fue un halago. —Claro, bastante peculiar. —Lo siento si te hice sentir en peligro. —Para nada —tampoco fue tan mentira. —Además no le robaría a los míos —la chica apareció con mi pedido, tenía buena pinta por lo menos. Pensé que iba a irse pero miró al rubio con molestia. —No jodas a mis clientes, teñido —él pareció ofendido pero después se echó a reír, desvié mis ojos a mi amiga, estaban comiendo y hablando de algo. —Supéralo, aquí la teñida eres tú, ademss no estaba molestando ¿verdad? —lo miré. —Sí, sí molestabas —la chica lo miró con una ceja levantada masticando ese chicle con ganas. —Que no reciba quejas —le advirtió antes de irse. Que irónico todo ¿no? —Siento que tu personalidad es muy parecida a la de un amigo —le di un sorbo al líquido. —Ajá, ¿me dejas seguir con mi labor? —¿Sabías que no puedes usar lo que te enseñan para beneficio personal? Si Chase se enterara... —¿Qué mierda, teñido? —pareció ofendido por el adjetivo, bien, lo usaría más— no tengo de quienes me estás hablando, déjame en paz y vete... por las buenas. —j***r, sí que te pareces a mi amigo. —Yo n... —¡Ryan! Deja de estar jodiendo y vente que Chase te nec... —el chico se detuvo justo frente a mi, al lado del teñido empuñando una parte de su camiseta. Era Aiden. Sus ojos me miraron con demasiada extrañeza. —Aiden, hola —el teñido se nos quedó mirando simultáneamente hasta que Aiden lo soltó y se sentó en la silla libre. —Ivvana, ¿qué haces aquí? Esto no es lugar para ti —el teñido no dejaba de mirarnos con sorpresa hasta que por fin se decidió a hablar. —¿Se conocen? ¿Y por qué yo no la conozco? —se dirigió esa vez a Aiden— él es el amigo del que te hablé. —Tú y yo no somos amigos —Aiden le golpeó en la cabeza, sí parecían amigos, la verdad. —¿Cómo que no? ¿Ahora me niegas? —¿Qué haces aquí, Ivvana? —Es vigía, le estaba contando un poco sobre ello porque estaba negándomelo —mis ojos se desviaron instintivamente hacia mi amiga, Aiden hizo lo mismo y negó repetidas veces. —No es ninguna vigía, teñido de mierda. —¿Ahora a todos le da por llamarme teñido? Hasta ella lo hizo. —¿Ella tiene pinta se vigía? —Por eso le estaba diciendo que ese atuendo es muy llamat... —¿Qué te dijo él? —me preguntó el ojiverde apoyando el antebrazo en la mesa, ya no parecía tan amigable como en las otras ocasiones. —Aparte de insinuar que quería robarme mi teléfono y decirme mil veces que era vigía, nada. Aiden lo miró con enojo, el teñido negó riendo. —No es cierto. —Sí es —dije yo— ya que están los tres, ¿me explican qué es eso de vigía? Lo he escuchado en las películas y según el significado de la palabra, tiene que ver con vigilar a alguien. —¡Genia! —exclamó el teñido con sarcasmo, entonces quien le pegó fui yo— ¿ves? Igualitos. —No tienes que saber eso y este no sabe mantener la boca cerrada. —¿Qué culpa tengo yo? —el rubio elevó sus manos al techo. —Cállate —le exigió Aiden centrando su atención en mi. —Me dijo que tenía un amigo que también es vigía, supongo que eres tú —el teñido me dedicó una mirada asesina antes de levantarse del asiento. —Vete con Chasen, te necesita —demandó el ojiverde y el teñido obedeció— no deberías estar aquí. —¿Como por? —le di una mordida a la dona, sí, estaba bien. Aiden se quedó mirando unos segundos no necesarios hacia la comisura de mi boca, por instinto pasé mi lengua por ahí y me pareció ver que intensificaba su mirada. —Eh —carraspeó— este no es un lugar para ti, ni para tu amiga —miró hacia la mesa. —Díselo al cabrón que la trajo aquí en una cita. —¿Cita? —asentí mordisqueando mi dona nuevamente— aquí hay dos tipos de persona, Ivvana, los que se esconden y nosotros. —¿Nosotros? —Tú no, nosotros. —Claro, entiendo perfectamente —ironicé. —Tampoco tienes que entenderlo, solamente te recomiendo no volver aquí. —¿Qué hay aquí? —Gente con la que no te conviene juntarte, créeme. —¿Por ejemplo? —se lo pensó un poco antes de responder. —Ladrones. —¿Ladrones? —asintió— ¿el teñido es uno de ellos? —No, Ryan... sólo es un idiota. —¿Entonces quién? —Los ladrones de tu cuadra —abro los ojos alarmada— elloa a veces vienen aquí, por no decir casi siempre. —¿Los conoces? —Claro que los conozco. —¿Y por qué no los entregas a la policía? —¿Te parece quiero colaborar con esos hijos de puta? No sirven para nada. —Confirmo en eso último —me echó una mirada rara al escucharme decir aquello. —Además no podría entregarlos porque eso supondría un peligro para todos. —¿Quiénes todos? —Todos. Matarlos es mejor opción, pero tampoco voy a hacerlo. —¿Ma...matarlos? —Ajá pero no lo haré —repitió, tomé el vaso absorbiendo el contenido. Volví mi vista a mi amiga, ya no estaban, ¿en qué momento? Me levanté de golpe corriendo a la salida. —¡Oye no has pagado! —me gritó la chica, saqué un billete sin percatarme si era suficiente o no, solo se lo di y corrí a la salida con Aiden tras de mi. Suspiré cuando los vi en su auto besándose, ya estaba bastante oscuro y las luces del local no eran tan resplandecientes. Terminé de salir y me apoyé en una columna, a unos cuantos metros del auto del infiel. —No te gusta este lugar. —Sinceramente me da igual, quien me preocupa es ella. —La quieres mucho, ¿no? —Bastante. —Uno hace muchos sscrificios por la gente que quiere —había sonado tan lejano al pronunciar esas palabras que no pude evitar mirarlo con intriga, no me miraba, estaba parado frente a un lado mirando hacia el frente. —Dijiste que la gente como ustedes frecuentaban este lugar... —me interrumpió. —Sí, aún así casi no suelo venir, las veces que lo hago es detrás de Ryan —me miró por un segundo antes de poner su vista al frente nuevamente. —¿Lo conoces de hace mucho? —Desde toda mi vida. —O sea, que sí son amigos. —No. —Parece que sí —se apoyó a mi lado en la columna. —Es mi hermano menor —mi boca se abrió sin pedirlo, ¿su hermano?— es sorprendente sí, por eso siempre le salvo el culo pero eso nadie lo sabe, así que el pago del favor que te hice es guardarme el secreto —sonreí inmediatamente. —Bien, y aún te quedo debiendo uno —Olivia seguía metida en el auto de Stiven, no podría ver nada aunque quisiera, el auto estaba en la oscuridad y yo no estaba muy cerca que digamos. Esperaba que no estuvieran teniendo sexo ahí— es raro porque no se parecen. —En nada, somos completamente opuesto, tú ya viste. Él es el retrato vivo de nuestro papá y yo el de mi mamá. —Pues tú madre es hermosa —él me miró y noté lo que había dicho— digo, porq... —Sí, era hermosa —me cortó con una sonrisa en los labios, y quizás debí callarme pero ese era mi problema, que sabía cuando hacerlo pero no lo hacía. —¿Era? —algo en su mirada cambió pero intentó volver a sonreír. Claro que no lo logró. —Sí, era. —¿Era porque está muerta o te aband... —yo misma me corté al ver su expresión— lo siento, yo... es que mi papá nos abandonó a mi mamá y a mi hermana cuando yo nací, y yo... yo, tal vez suene mal, pero preferiría saber que no está conmigo porque está muerto y no porque me abandonó. —Yo preferiría que mi madre estuviera viva en otro lugar aunque sea sin mi. —Así que está muerta —j***r, Ivvana, ¿no te sabes callar?— lo siento. —No importa, fue hace muchos años. Noté un aire triste en su pose, aunque note también que intentaba ocultarlo pero yo era muy buena observadora. Estaba a punto de hablar cuando un estruendo se escuchó desde el interior de la cafetería, algunos salieron corriendo, de la nada Aiden se sacó un arma de debajo de la camiseta y yo quedé pasmada. ¿Por qué mierda tenía un arma? Reaccioné viendo en dirección a mi amiga e intentando correr a ella pero el auto se movió a toda velocidad, intenté correr tras el pero una mano me detuvo. Aiden me arrastró hasta un callejón al lado del local. —Quédate aquí. —Pero —me callé al notar la mirada que me echó y obedecí. Escuché sus pasos alejarse, me sobresalté al escuchar otro estruendo, eso eran... ¿balas? Sí, claro que eran balas. Los tiros dejaron de sonar y hubo un silencio sepulcral por veinticinco segundos, sí, los conté. Asomé la cabeza para ver qué estaba pasando cuando una mano se puso en mi boca tirandome denuevo al callejón. Forcejeé pero me detuve cuando sentí un objeto frío en mi cuello. —Pensé que tendría que esperar más para vengar esa patada —reconocí su voz al instante, sentí náuseas cuando su aliento apestoso a alcohol y cigarrillo chocó detrás de mi nuca. Estaba completamente pegado a mi y sentía aún el arma estaba clavado en mi cuello. —Me estás confundiendo —fingir demencia nunca me había fallado. —Nunca podría confundir esas nalgas —di un respingo cuando su mano liberó mi boca para spretarme una nalga. ¡Me apretó una nalga! Me vi lanzándole un codazo en las costillas que lo hizo quejarse alejandose un poco. Aproveché el momento para correr pero el tipo fue más rapido y logró sujetarme de la punta de la coleta quedando pegada a él otra vez. —Suéltame pedazo de mierda. —Fuiste afortunada aquella noche, pero en esta no habrá ningún maldito queriendo ser el héroe como si eso fuera a tapar las mierdas que ha hecho. —¿Esa es la definición que tienes de mi? —puedo jurar haber sentido el airecito de la rosa de guadalupe cuando reconocí la voz de Aiden. El tipo se puso rígido detrás mío, en un sólo segundo, Aiden tenía su arma apuntando hacia nosotros. —Oye, oye, ¿qué haces? —pregunté alarmada, una cosa era que aquel pedazo de mierda fuera una rata y otra que lo mataran frente a mis ojos. Con eso sí que no podía cargar, que lo matara si quisiera pero no frente a mi. —No te muevas —demandó clavando los ojos en el tipo, quien calló al suelo un microsegundo. Me giré a ver el cuerpo en el suelo, tenía una herida en un brazo y suspiré, pensé que lo había matado. —La próxima bala irá a tu cabeza sin dudar, aunque... —recogió el arma del piso y la guardo en el mismo sitio donde había sacado la suya unos minutos atrás— "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy"
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