Esa noche busqué a mi esposa en la cama, no le di opción, hacía 15 días que no tenía acción y las palabras de Ali sonaban en mi mente, la quería tener de tantas maneras, todas en mi cama, o en la ducha o en un sillón, o contra una pared. - ¿Qué te pasa? Dijo mi esposa, de mala manera, en medio del sexo. -No me babeés, sabés que no me gusta. Yo estoy como pipa y no precisamente por ella. -Más despacio. Mierda, que se calle que lo que quiero es imaginarme a Ali, a mi Ali. -Ahhhh, Al… amor… te extrañé. Casi le digo Ali. Esa mujer se adueñó de mi mente, de mis sentidos, de mi alma. Acabé y mi mujer me preguntó por qué la extrañé y yo estaba temblando, porque acababa de pensar que Alice se adueñó de mi alma. -Porque… sos mi mujer, es lo lógico ¿no? -Como digas. Me fui a higienizar

