Volví a casa cerca de las cuatro de la madrugada, y no pude dormir incluso estando arropada en mi propia cama. Lo único que podía pensar era en que el reloj avanzaba, y cada minuto estaba más cerca de hablar con Gabrielle y decirle lo ocurrido. ¿Tenía miedo? Sí, claro que tenía miedo. No recordaba haberme sentido tan asustada antes, y había pasado por emociones bastante intensas desde que tenía memoria, pero no me gustaba hablar de ello, y mucho menos recordarlo; sin embargo, nunca había tenido tanto miedo. Recuerdo que conocí a Gabrielle a los doce años, cuando me mudé y me cambié de escuela. Gabrielle y yo éramos las chicas nuevas en el salón y no nos quedó otra opción que sentarnos juntas en clase y en el almuerzo. Charlando durante horas descubrimos que teníamos bastante en común y

