Luego de una agotadora, solitaria y bastante deprimente jornada de clases, decidí que lo mejor era irme directo a casa. No quería detenerme a hablar con nadie, ni siquiera con la señorita Benson. - ¡Cass! “Demonios” Me volteé para enfrentar, sin mucho ánimo, al dueño de ese llamado. Mark se plantó frente a mí con una sonrisa amable, que iluminó por unos segundos mi gris día de cumpleaños. - Hola Mark – intenté sonar más contenta de lo que me sentía y no estoy segura de haberlo conseguido. - ¿Cómo estás? No te vi en todo el día – se metió las manos en los bolsillos y caminó a mi lado por el corredor que llevaba a la salida del instituto. - Bien, me senté hasta atrás en casi todas mis clases – me encogí de hombros. -

