Cerré la puerta de la entrada tras de mí un poco más fuerte de lo necesario. Tenía jaqueca y quería dejarme caer sobre mi cama y despertar… en veinte años. Traía un humor de perros y estaba segura de que era capaz de morder a quien fuera que me molestara. - Cass – la voz de mi hermana sonó desde el pasillo que llevaba a su cuarto. Apareció en la sala y sonrió incómoda. Si decía algo que me cabreara, estaba dispuesta a morderla también. – Has llegado temprano. - Siempre llego a esta hora – fruncí el ceño y solté mi mochila, dejándola caer al piso. La actitud de Candace todavía me tenía algo aturdida. No quería confiar demasiado en ella y repetir errores del pasado, pero tampoco era una opción ignorarla y odiarla de por vida. Yo quería ser mejor que eso, q

