- ¿Esta no es la Plaza Cultural?
- Sí, aquí nos conocimos Rachele, aquí me enamoré de tu canto hace sólo una semana.
- ¿Y qué hacías por aquí? –me preguntó muy curiosa.
- Me iba a ir con Checho a una discoteca, pero ese día hubo mucho tráfico y me hice tarde, Checho se fue solo y yo estaba regresando a mi casa cuando te escuché cantar y me detuve a escucharte.
- Suena como el maravilloso comienzo de una historia de amor.
- Lo es… -nos besamos con mucha más pasión que las dos primeras veces.
- ¿Quién es la nueva conquista? –preguntó Checho ni bien salió de su casa, ya le había avisado por mensaje de texto que había llegado.
- Es Rachele… Y no es una nueva conquista, es mi chica.
- ¡Por mi madre! –exclamó Checho sorprendido– Pero si eres hermosísima Rachele, ahora entiendo porque traes loquito a Tom.
- Gracias –respondió ella muy tímida.
- Creí que estarías en alguna discoteca.
- No podía ir así –me señaló su mejilla derecha.
- Checho yo lo siento mucho en verdad…
- No te preocupes ¿Trajiste la cerveza verdad?
- Mejor aún, la traje a ella –agarré a Rachele de la mano y nos miramos como dos torpes adolescentes que recién se conocían.
- Entonces tenía razón –puntuó Checho.
- Si –respondí– por eso estoy aquí con esta cerveza y con Rachele.
- No sabes cuánto te agradezco que hayas domado a este potro –le dijo Checho a Rachele- porque si seguía suelto, me iba a dejar sin mujeres –Rachele lo tomó de buena manera.
- ¿Tan solicitado está? –preguntó ella.
- Estaba –le respondí– ahora sólo estaré disponible para ti –le di un beso y ella aceptó sin complicaciones.
- Mientras ustedes se besan, yo me besaré a esta cerveza –me quitó la botella de mi mano– Pasemos, porque hace mucho frio.
Checho desde pequeño era muy hablador y bromista, no dejaba de sacarle risas a Rachele con cada cosa que le contaba de nosotros.
- ¿Recuerdas cómo fue que empezó nuestra amistad? –me preguntó luego de que se terminó la cerveza, siempre que bebíamos me salía con esa pregunta.
- Jamás olvidaré ese día –respondí algo nostálgico.
- Tranquilos chicos –nos dijo Rachele– dejen sus muestras de amor para cuando yo no esté presente –Checho se puso en pie y se acercó a mí, me pasó su brazo derecho por mi hombro.
- Por más que nos amemos –le dijo Checho a Rachele– yo jamás te lo quitaré ¿Y sabes por qué? –Rachele lo miraba muy confundida.
- ¿Por qué... te gustan las mujeres? –preguntó.
- No, bueno si –Checho se trabó con sus palabras– ósea si me gustan las mujeres –Rachele no lo entendía y yo disfrutaba de la escena– a lo que voy, es que Thomas cuando duerme ronca como cerdo –ella explotó en carcajadas.
- ¡Oye! –me quejé con él– eso no es verdad, por favor Rachele no le creas.
- Si es verdad Cerdo Tom –empezó a reírse mientras yo trataba de tumbarlo.
- Ustedes se comportan peor que niños.
- Así nos adoran –le dijo Checho desde el suelo, yo me puse en pie.
- Así te traigo loca.
- Si vuelven a besarse les juro que les presto mi habitación.
- ¿Es una oferta razonable no crees, Rachele? –le mencioné.
- Por supuesto, Thomas –respondió ella– y más ahora que ya no tienes donde vivir.
- ¡¿Cómo que ya no tienes dónde vivir?! –Exclamó Checho.
- Discutí con mi padre y le pegué –no me sentía nada orgulloso de lo que había hecho- ahora ya no quiero regresar más allí.
- ¿Cuántas veces te dije que debes cuidar tus impulsos? –se agarró la cabeza lamentándose– Es tu padre ¡Por un demonio!
- Habló mal de mi abuelo, sabes cómo me pongo cuando escucho que alguien hablar así de él.
- Bueno ya las cosas pasaron –habló Rachele- ahora solo debes arreglar el problema con tu padre y pedirle perdón.
- Lo sé, pero no podrá ser hoy…
- Mañana lo harás sin falta.
- Está bien…
- Definitivamente ya domaste al potro –dijo Checho riendo.
- Y eso que sólo llevamos unas horas de enamorados –respondió ella.
El tiempo se nos pasó volando, cuando le pregunté a Checho la hora eran las tres con treinta de la madrugada. Debía llevar a Rachele a su pensión y luego regresar a dormir en casa de Checho; pero cuando llegamos a la pensión de Rachele estaba muy agotado. La dejé fuera de la pensión y ella se despidió con un beso. Le mandé un mensaje de texto a Checho.
>
> - respondió luego de unos minutos.
Apagué mi celular y entré en la pensión, alquilé una habitación por una noche y me puse a descansar en aquel pequeño cuarto. Era la primera vez que dormía en un lugar así. Si Rachele estaba acostumbrada a estas cosas no quería imaginarme lo duro que habría sido su vida.