Antes de irnos al estadio, Rachele llamó a su madre.
- ¡Hola madre! –habló muy contenta ni bien le contestaron- ¿Cómo están por ahí? – (…) – Yo estoy muy bien madre –me miró sonriendo– el día de hoy descanso y pues tengo el día libre – (…) – ¡si madre! – (…) – Pásame a mi abuelita – (…) – Ay… cuando despierte le das mis saludos, en la tarde volveré a llamar para poder hablar con ella – (..) – Cuídate mucho mamá –dio un gran suspiro y dejó su celular en un costado de la cama–; ayer tampoco pude hablar con mi abuela –me dijo algo preocupada.
- Seguro estará descansando –me acerqué hacia ella– no te preocupes cariño –le di un beso en la frente– vamos -tuve que jalarla para poder alzarla y darle una vuelta en el aire y ahí recién pudo recuperar la alegría con la que había despertado.
- Me haces bien Thomas…
- Y tú a mí Rachele... –La pasión con la que nos besamos fue tanta que terminamos cayéndonos en la cama– Jajaja –nos reímos sin dejarnos de abrazar.
- ¡Te quiero! –me susurró muy cerca de mi oído.
- Soy el hombre con más dicha del mundo…
- Lo eres… jajaja.