CAPITULO 25

890 Words
Cuando regresé a la pensión, don Paco estaba recostado en una perezosa. -         ¿Conociste a mis tres nietos? –me preguntó riendo. -         Claro, también a su nieta Thalía –le respondí con una sonrisa maliciosa. -         Déjame los desayunos y ve a despertar a Rachele, yo estaré esperándolos en mi comedor. -         ¿Tiene algún tipo de cargador para mi teléfono? -         ¡Claro! Dame que yo lo cargo –dudé mucho en dárselo, pero necesitaba confiar en él. Me sentía contento de despertar a Rachele de esta manera, era algo que no había hecho antes; ni siquiera por Luciana. Cuando estaba con Luciana tenía apenas diecisiete años y al igual que la mayoría de adolescentes creí que viviría con ella de por vida. Llegué a su cuarto y la puerta ya estaba abierta, Rachele estaba cantando de espaldas mientras tendía la pequeña cama. -         Aún al despertar te veo hermosa… -le dije desde la puerta. Ella volteó a ver quién era y se sorprendió al darse cuenta de que era yo. -         ¿Qué haces aquí tan temprano? -         Creí que te gustaría verme… -         Me encantó… -se acercó a mí- me encanta que seas tú lo primero que vean mis ojos al despertar –hubiera querido responder a tan bello cumplido, pero el beso que me dio me dejó sin palabras y sin reacción– ¡Buenos días mi Thomas! -         Si por ser lo primero que vean tus ojos, me das tan rico beso; pues debería venir a dormir más seguido a esta pensión. -         ¿No fuiste donde tu amigo Checho? -         No, luego de que entraste me dio pereza regresar y le alquile a don Paco una habitación. -         ¿Don Paco? ¿Te dijo como se llamaba? -         Si, hoy en la mañana luego de despertarme tan amablemente… -         Jajaja –empezó a reír– no me digas que te despertó tirándote agua en la cara. -         Si… Pero luego nos hicimos muy amigos y te preparamos una sorpresa. -         ¿Una sorpresa para mí? –preguntó extrañada, como si nunca le hubieran hecho una. -         Si mi Rachele –le agarré la mano– vamos. La saqué del cuarto, cerró la habitación y bajamos hasta el comedor de don Paco. Bajó muy emocionada, se agarraba de mi mano como si fuera lo único que tenia en este mundo, y de cierta manera lo era, era lo único que tenía en Omsdianna. Cuando vio la mesa servida y don Paco esperándonos en ella se alegró bastante, nos dijo que extrañaba mucho desayunar en familia y que ahora nosotros éramos lo más parecido a ella. -         Te prometo que ya no estarás sola -se había puesto un poco sentimental y empezó a llorar- don Paco y yo, seremos tu nueva familia aquí en Omsdianna ¿Verdad don Paco? -         Así es Rachele –se acercó a darle un abrazo, de esos que solo un abuelo nos da; cálido y amoroso– y si este muchacho te hace algo, ya sabe lo que le pasará. -         Llamará a sus nietos, lo sé muy bien don Paco. -         Eh llegado a quererlos mucho a los dos, y a doña Rosa y a sus nietos don Paco –nos dijo luego de secarse las lágrimas. -         Y nosotros a ti pequeña Rachele –respondió don Paco besándole la frente. Nos sentamos a desayunar, a don Paco le habían acomodado una taza de café y dos panes con tortilla, mientras que Rachele y yo comíamos las tostadas con jamón y queso y todo lo que me había recomendado Thalía. -         Cocinas tan rico como los nietos de don Paco –me dijo Rachele antes de terminar su desayuno. -         ¿Ya habías desayunado en su cafetería? -         ¡Si! Hace dos días don Paco me llevó a desayunar ahí y me encantó el lugar. -         ¿Por casualidad tomaste el mismo desayuno y te lo sirvió la nieta de don Paco? -         Si –dejó de comer- ¿Por qué? -         Nada, simplemente que me recomendaron que te traiga esto. -         ¡Seguro fue Thalía! -         ¿Quién es Thalía? –pregunté fingiendo no conocerla. -         La chica que te atendió hoy muchacho –comento don Paco mientras se ponía en pie–, muchas gracias por el desayuno Thomas, en la tarde te espero para cerrar el trato –nos dejó en su comedor para terminar de desayunar. -         ¿Qué trato harás con don Paco? –pregunto intrigada. -         Te lo contaré de camino al estadio –le respondí- ¿Hoy no trabajas verdad? -         No, los sábados doña Rosa no trabaja, porque su religión no se lo permite –tomó lo que le quedaba de jugo- ¿Iremos al estadio? -         Si, mi hermano Leo juega hoy un partido muy importante y debo ir, además intentaré arreglar el problema con mi padre y pedirle perdón. -         Si, esta bien que hagas eso, pero, Thomas… -         Dime -         ¿Y si no les gusto a tus padres o a tu hermano? -         ¡Qué dices! Tú le gustas a todo el mundo mi Rachele –le agarré la mano y se la besé– es imposible que no les gustes. Y si pasa no debes preocuparte, me gustas a mi y es lo que importa.
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