El día jueves tampoco vi a Rachele, y no la vería hasta el sábado ya que era su único día de descanso. Faltaban dos días para verla y las ganas de besarla otra vez no se me quitaron ni con la noche que pasé con Martha.
Ya no era algo normal en mi ¿Acaso me estaba enamorando de ella? Eso no podía ser, simplemente no podía ser. Apenas la conocí el viernes pasado, ni siquiera ha pasado una semana, sólo la vi dos veces y las dos veces me gustó todo lo que compartimos. No es necesario que te guste una persona por su físico para que te sientas atraído por ella o él. Estar al lado de Rachele, era disfrutar de una persona con la capacidad de ser una persona madura que te dice las cosas como son, y ser al mismo tiempo una niña inocente, risueña y muy anhelosa. Además, estaba luchando por sacar a delante a su familia y eso hablaba muy bien de ella, en todo caso si me llegara a enamorar de ella seguro que sería la mejor decisión que podría tomar en mi vida.
El día de la presentación de mi block de tesis llegó, el profesor Richard, como siempre en saco y corbata, veía a todos los alumnos desde su pupitre y al primero que llamó fue a Henry, luego llamó a Jenny, a una chica que no conocía, luego a Martha -quien estuvo sentada a mi derecha- y a todos los alumnos, dejándome como siempre al final.
- Bien Thomas, veamos si de una vez te jalo.
- A veces me pregunto si usted me odia… -me alzó la mirada.
- El mayor problema de los jóvenes de ahora, es creerse el centro del universo -me espetó con una sonrisa malvada, luego alzo la mirada y se dirigió a todos– Aquí su compañero Thomas cree que yo lo odio por querer jalarlo, pero la verdad es que quiero jalarlos a todos.
Y nadie se atrevió a decir palabra alguna, el profesor Richard era el más odiado y respetado de la universidad, en todas sus clases sólo aprobaban unos cuantos y con notas bajas, muy bajas.
- Dígame como está el proyecto de mi tesis.
- Regresa a tu asiento Thomas, lo llevaré a casa… La otra semana te diré como esta.
- Pero dentro de tres semanas debo presentarla, no me dará el tiempo para corregir…
- Si piensas que aún no está bien y debes corregirla, entonces me estás haciendo perder mi tiempo y estas perdiendo tu tiempo. Tienes un pensamiento muy mediocre y de seguir así, solo serás un fracasado.
- No me vuelva a decir que seré un fracasado –le espeté muy cerca de su cara algo alterado– fracasado es usted que se dedica a enseñar cuando eso es algo que no le gusta ni interesa. Eso si es ser mediocre y un fracasado –el salón quedó en un gran silencio donde solo se escuchaba mi voz- pero equivocarme en mi Tesis no lo es y sabe ¿por qué? Porque siempre que usted me corrige aprendo algo nuevo para ya no volver a equivocarme -él se puso en pie al instante.
- Toma tu mediocre Tesis -tiró la tesis por el aire- y no vuelvas más a mi clase –fui por mis cosas y salí de su clase tan rápido como pude, mientras mis compañeros y sobre todo Martha se quedaron pasmados con la actitud del profesor y la mía, claro está.
Seguro que eso me costaría el curso, la carrera y mi título. No me sentía ni presionado ni desdichado, sino liberado. Era como mi excusa perfecta para decirle a mis padres que no me gustaba la carrera y que nunca me gustó, que lo único a lo que quería dedicarme era al futbol y a nada más. En eso una gran duda me invadió ¿Ya habrá terminado mi tiempo de preparación para ser futbolista? Además, a que me dedicaría luego… Necesitaba terminar la carrera por más que no quería. Pero luego de lo ocurrido, eso sería muy difícil, lo único que conseguí con eso fue decepcionar a Mark, a mis padres y a mi abuelo.
- ¿Estás ocupada? –Había llamado a Rachele.
- Hola Thomas, dime ¿Qué pasó? Te escucho algo raro…
- El profesor Richard me votó de su clase, y seguro que reprobará mi Tesis.
- ¡¿Cómo?! Pero ¿Por qué hizo eso?
- Le dije que no me llamará mediocre y se alteró, tiró mi Tesis y me votó de su clase.
- Deberías denunciarlo con alguien de la universidad, no puedes reprobar la Tesis, sino, no te graduarás…
- La verdad, no sé si quiera hacerlo… Quizá esto pasó para darme cuenta de que estudié por las puras la carrera… quisiera regresar a las canchas de futbol a jugar, pero no puedo.
- ¡Hey! No digas que no puedes, cuando te falte una pierna dime que no puedes, no sé si juegas bien o no, pero si te gusta deberías hacerlo.
- Bueno, me pasa lo mismo que a ti, hago esto por mi familia y no por mí.
- Pero es distinto Thomas –sonó algo alterada–, mi familia necesita que yo haga este sacrifico, tu familia no lo necesita, creí que había conocido a un chico aguerrido, no a un niño que solo ve oscuridad en los problemas. –después de eso me colgó.
Me costó darme cuenta de que Rachele tenía razón. Nadie, antes me había hablado así de seco y, sobre todo, nadie jamás había sido tan directo conmigo. No sé si le importaba o no a ella, pero si seguía así, solo conseguiría alejarla de mi vida y era algo que no podía permitir.