CAÍTULO 17

456 Words
Al día siguiente… - Llevo esperándote más de quince minutos –Mark era mi asesor de Tesis, enseñaba Marketing Internacional, era un gran amigo de mi padre y estaba furioso-. El miércoles pasado te dije que si no veía interés en ti ya no te iba a asesorar, aunque sé que es en vano… Agradece que soy amigo de tu padre. - Lo siento Mark, lo que pasa es que anoche… - No me importa que hiciste, o no, anoche; solo quiero que ya asientes cabeza y te comprometas con esto, porque a diferencia tuya mi tiempo es muy valioso. - Ya no pasará Mark, lo siento… Yo quiero demostrarles a mis padres, a ti y a mi profesor Richard que si puedo hacer mi tesis. - ¡No vuelvas a decir eso! –Mark se acercó a mí señalándome con su dedo índice- a ti Thomas, tienes que demostrarte a ti mismo que si puedes, no puedes pretender hacer una tesis que cambie al mundo, cuando ni siquiera a ti te ha cambiado. Mark era un joven adulto de cuarenta años; delgado, blanco, calvo, muy estricto y sobre todo exitoso. Con apenas 19 años se consolido como uno de los mejores publicistas de Omsdianna y terminó su carrera de Marketing y Publicidad con apenas 20 años. Era una persona a quien seguir y de quien dejarse guiar. - ¿Y qué te ha dicho ahora el profesor Richard? –me preguntó ya más calmado. - Que los objetivos, el planteamiento del problema y la metodología de investigación están mal redactados. - Bueno, por lo menos sólo la redacción está mal –alzó la cabeza a buscar una mesera– Tráeme un café cargado por favor y para él, un jugo de naranja. - No me gusta el jugo de naranja –le dije ni bien se fue la mesera. - Te dará bienestar. - Pero yo estoy bien –me quejé. - Tomarás un vaso de jugo de naranja antes de ir a la universidad, antes de redactar tu tesis, y antes de leer el periódico. ¿Entendiste? - Sí… -no sabía que ganaría con eso, pero si me lo decía Mark era por algo. Después de unos cuantos minutos llegó la mesera con el café de Mark y mi jugo de Naranja. Mark me obligó a tomarlo antes de enseñarle mi proyecto de Tesis, y él tomó el café cargado para que no se aburra con mi Tesis. Después de casi una larga hora en la que me gritó de cuando en cuando, se despidió y me dejó casi listo para enfrentar a mi profesor el viernes por la tarde, solo tenía que convencerme a mí mismo de que, lo que hice, estaba bien.
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