Llegué como de costumbre a las 7 de la mañana; una de mis responsabilidades era abrir el local y esperar al resto de los trabajadores. Mientras tomaba una taza de café, entró el señor Lancaster, y me levanté rápidamente para saludarlo.
— Buenos días, señor Lancaster. Disculpe si soy imprudente, pero dígame qué hace a esta hora aquí. Generalmente, viene a las 10 de la mañana para aprobar el menú junto con el chef.
— Emma, necesito hablar contigo y pedirte un favor.
— Cualquier cosa que necesite, señor Lancaster. Sabe que estoy a sus órdenes.
— No es un secreto para nadie aquí, en el restaurante y en la sociedad que mi hijo es un completo desastre que derrocha el dinero a manos llenas.
El hijo del señor Lancaster era completamente diferente a su padre. Venía al restaurante con sus amigos, exigiendo siempre la mejor mesa, incluso si estaba reservada, y nadie podía controlarlo más que su papá.
— A pesar de muchas cosas, estoy segura de que es un buen chico, señor Lancaster, solamente que lo tiene muy en el fondo.
— Emma, eres la única que piensa eso; incluso yo ya perdí la fe en Maxwell.
— No diga eso; es su hijo y solamente necesita aprender más de la vida.
— Exactamente, Emma, eso es lo que quiero hacer con Maxwell.
— ¿Qué quiere decir, Sr. Lancaster?
— Desde hace un tiempo pensaba en qué podía hacer para que Maxwell aprendiera el valor del dinero y que todo esto cuesta. Ayer por la noche supe que lo mejor era decir que habíamos quedado en la quiebra.
— Pero ¿qué está diciendo? —me encontraba sorprendida ante lo que el Sr. Lancaster me había dicho—. El restaurante se encuentra mejor que nunca. Incluso estamos en planes de abrir una cadena por diversos países.
— Lo sé, Emma, pero Maxwell no lo sabe. Quiero fingir ser pobre y que él trabaje en este restaurante.
— Pero, Sr. Lancaster, ¿cómo piensa decirle que quedó en la quiebra y hacer que trabaje en este restaurante?
— Le voy a decir que hice una mala inversión y terminé por perder el restaurante, además de la casa junto con todos los lujos que él conoce, pero que la persona que es propietaria de este lugar tuvo lástima de mí y dejó que trabajara aquí.
— Sr. Lancaster, con todo el respeto que se merece, creo que ha perdido la cabeza.
— Es la única solución para que mi hijo sea alguien de provecho para la sociedad. Recuerda que él será mi sucesor cuando yo falte o decida retirarme.
— Ahora que lo menciona desde ese punto de vista tiene razón. Espero que todo resulte como espera y el joven Maxwell cambie de actitud.
— ¿Entonces cuento con tu ayuda?
— Sí, Sr. Lancaster, cuenta con mi ayuda para lo que necesite.
— Muy bien, entonces llamaré a Maxwell para que venga al restaurante, y le voy a decir delante de ti.
— Pero, señor Lancaster… Honestamente, dudo que su hijo se levante a esta hora.
— Te aseguro que si no se levanta y viene al restaurante, yo iré a buscarlo.
— En serio que es terco como su hijo. Al menos tienen esas cosas en común.
El Sr. Lancaster llamó a su hijo, pero este no respondía, tal como era de esperar. Cansado, colgó, y yo le pasé una taza con café.
— Dese por vencido, Sr. Lancaster. No va a responderle.
— Bueno, tendré que ir a buscarlo a la casa. Necesito que me lleves, Emma.
— ¿Pero por qué? ¿Acaso no trajo su carro?
— Fingiré que los carros son embargados; entonces, no podía traerlo. Después buscaré otro coche de segunda para tener en qué transportarme.
— Sigo pensando en que esto es una locura, pero en fin, pienso apoyarlo, ya que usted lo ha hecho conmigo también, además de guardar mi secreto y tratarme como una empleada más.
— Muy bien, Emma, entonces vámonos a mi casa.
Por suerte, siempre cargaba con un casco extra, así que se lo entregué al Sr. Lancaster. Nos fuimos del restaurante, y cerré como siempre. Al llegar a la moto, miré a mi jefe.
— Irá un poco incómodo, ya que la parte de atrás es un poco chica, pero cuando necesite que me detenga, lo haré.
— Está bien, Emma. Me parece increíble que tengas este tipo de moto y la manejes, pero en fin, eres una caja de sorpresas.
Nos subimos a la moto, y arranqué. Como era temprano, el tráfico no estaba mal. Llegamos a la casa del Sr. Lancaster, y la enorme puerta se abrió para dejarnos entrar.
— Muy bien, ahora ven conmigo.
Estaba nerviosa por la mentira que el señor Lancaster le iba a decir a su hijo, pero en fin, di mi palabra de que tenía que apoyarlo.
— Déjeme ayudarle a bajar.
El señor Lancaster le costó bajar de la moto, entonces yo le ayudé. Cuando llegamos al cuarto de Maxwell, entramos, y se encontraba profundamente dormido.
— Lancaster Maxwell, despierta ya.
Lanzó la sábana, entonces lo miré, solamente en ropa interior. Me di la vuelta rápidamente mientras que el señor Lancaster lo despertaba. Cuando finalmente abrió sus ojos, empezó a reprocharle a su padre por haberlo despertado.
— Papá, vine en la madrugada de una fiesta. ¿Por qué me haces esto? ¿Eh, qué hace esa aquí?
Podía sentir que me estaba señalando, y no era nuevo; después de todo, no era de su agrado, ya que el señor Lancaster siempre me ponía de ejemplo.
— Vístete y ven a la sala. Necesitamos hablar, además, no trates a Emma de esa manera, por el hecho de que ahora ella es tu jefa.
Cuando Maxwell escuchó esto, dio la vuelta y terminó por irse de boca. Me levanté para verlo, y se encontraba desmayado. Fue entonces que decidí ir a la cocina por un poco de hielo, mientras que el señor Lancaster buscaba alcohol.
El señor Lancaster llegó con el botiquín. Entonces, le limpié la nariz, ya que la tenía ensangrentada. Después, lo desperté con alcohol, y fue ahí que reaccionó. Coloqué hielo en su frente para luego levantarme.
— Tuve una pesadilla horrible. Soñaba que habíamos quedado en la quiebra y esa criada era mi jefa.
— Ninguna pesadilla, Maxwell. Estamos en la quiebra, y Emma es tu jefa.
— Pero, ¿de qué demonios estás hablando? ¡Cómo podemos estar en la quiebra si somos una de las familias más ricas de Londres! Tu restaurante está entre los mejores de aquí.
— Era mi restaurante, pero ahora es de alguien más, y por suerte accedió a que el personal fuera el mismo, además de darte trabajo a ti en el local.
— ¿Trabajo? ¿Yo? Por favor, papá, tu responsabilidad es mantenerme y darme el estilo de vida al cual me acostumbraste desde pequeño. ¿Qué dice mamá de todo esto?
— Tu madre me apoya, y en cuanto venga de donde tu abuela, nos vamos a ir a vivir donde tu hermano, quien también está tomando las cosas de manera tranquila.
— Bueno, al menos estaremos en la casa de mi hermano, que es cómoda.
— Creo que me malinterpretaste, Maxwell. Donde tu hermano viviremos únicamente tu madre y yo.
— Pero, ¿Y yo?
— Te buscaré un apartamento que puedas pagar con lo que vas a ganar del restaurante. La planilla de pagos va a seguir siendo la misma, por lo tanto, sé lo que se adecua a tu salario.
— ¿En qué voy a trabajar en el restaurante? ¿Seré el gerente?
— Nada de eso. Bien sabes que la gerente es Emma, y tú no te encuentras capacitado para ese trabajo.
— ¿De qué me dieron trabajo entonces?
— Vas a ser mesero.
— ¿Qué? ¿Yo? ¿Mesero?
— Así es, y agradece que el nuevo dueño del restaurante tuvo compasión de ti dándote ese puesto porque yo pensé que ibas a ser el lavaplatos.
— ¡Quiero conocer a ese maldito tipo! ¿Cómo se le ocurre que yo voy a ser mesero?
— Él es un hombre muy ocupado. Ayer por la noche, después de que habláramos, se fue al extranjero. Corriste con suerte. A ti al menos te contrató, pero a mí no. Tendré que buscar trabajo en otro lado. Me dijo que era demasiado viejo para ocupar un lugar.
— Todo esto es increíble. ¡Hey, ¿qué hacen con mi carro?!
Una grúa se estaba llevando el carro de Maxwell. Entonces, él salió corriendo como si su vida dependiera de ese coche. El señor Lancaster salió con los brazos cruzados, mirando a su hijo.
— Te dije que los coches y todo estaba perdido. Ve y haz tus maletas, pero empaca solo lo necesario. El resto de cosas lo meteremos en cajas y lo pondremos en un depósito.
— Papá, dime que estás bromeando, por favor.
— No estoy bromeando. Es muy en serio. Vas a trabajar en el restaurante como mesero.
Miré que también iban a llevarse mi moto, entonces me fui corriendo para detenerlos.
— Esta moto es mía. Aquí tiene los papeles.
Yo le mostré los papeles, entonces la bajó. Cuando regresé donde el señor Lancaster, ya su hijo no estaba.
— Emma, ahora eres la jefa de mi hijo. Necesito que seas dura con él.
— Pero señor, no puedo ser así. Recuerde que es un cambio demasiado brusco para él.
— Quiero que sea alguien de provecho. Por eso te estoy pidiendo esto, Emma.
— Está bien, señor Lancaster. Seré igual con él que como los otros empleados.
— No, quiero que el trato hacia él sea distinto. Los empleados del restaurante son muy responsables, además, ninguno de ellos va a ser mi sucesor. Por lo tanto, quiero que seas mucho más dura con mi hijo. Es una orden, y espero que se acate.
— Ay, señor Lancaster, en qué aprietos me mete. Pero bueno, le di mi palabra, y pienso cumplirla.
Después de un rato, miré que eran las 7:30. Entonces, me percaté de que los empleados iban a llegar al restaurante, y estaba cerrado.
— Señor, necesito ir a abrir el restaurante. Dentro de media hora llegan los empleados.
— Ya, este chico se demoró demasiado. Vamos a ver qué tanto empaca.
Nosotros nos fuimos, y cuando entramos al cuarto de Maxwell, miramos que ni siquiera había iniciado a preparar las maletas. En cambio, estaba acostado.
— ¡Maxwell! ¡LEVÁNTATE!
Mire al señor Lancaster demasiado molesto. Entonces, levantó a su hijo prácticamente a patadas.
— ¿Qué te pasa, papá?
— A mí no me hablas así. Ahora busca cómo preparar tus cosas, que necesitamos irnos al restaurante para dejarte instalado como el camarero y hablar con mis ex empleados…