LIBRE

692 Words
Lilibeth Han pasado varios días desde que llegue del hospital y en todo este tiempo no volví a ver a la tal Charlotte, le he preguntado a Mia por ella, pero alega que se tuvo que ir por lo que sucedió, aunque a decir verdad yo dudo de esto, pero me deja tranquila no tener a esta mujer cerca de mí, sin embargo, no quiero ser una presa fácil para cualquiera que quiera intentar lo mismo así que decido pedirle algo a Massimo durante la comida. —Quiero ir a mi antigua habitación que rentaba. —me dirijo a Massimo y por un momento me doy cuenta de que le sorprende que me dirija a él, ya que desde lo ocurrido con la tal Charlotte lo he ignorado por completo, lo que menos deseaba era hablar con él, pero en verdad necesito algo de él. —No puedes ir, sabes que no puedes regresar ahí. —contesta con indiferencia. —Necesito las cosas que dejé ahí, toda mi ropa y mis documentos, no puedes negarme eso. —grito y me levanto de mi asiento. —Alguno de mis hombres te puede llevar a comprar toda la ropa que necesites y en cuanto a tus papeles yo los tengo, pasamos a recogerlos un día después de tu llegada. —Me muerdo la lengua para no insultarlo por lo que hizo, pero aún necesito pedirle otra cosa. —Supongo que gracias, necesito otra cosa, quiero que me consigas un entrenador personal. —Cruzo mis dedos esperando que acepte—. Creo que es lo menos que merezco por cuidar de Alex. —Frunce el ceño cuando le digo esto y me mira evaluando mi petición. —¿Para qué necesitas un entrenador personal? —Quiero aprender a defenderme, no quiero que me vuelva a suceder lo de la vez pasada y no me digas que tus hombres estarán ahí para cuidarme, porque ese día brillaron por su ausencia. —Me le adelanto antes de que refute mi petición al sugerir esto último y, también me gustaría defenderme de él y patearle el trasero, pero si le digo esto obviamente se negará. —Bien en eso tienes razón, te lo conseguiré ahora continúa comiendo, mañana podrás ir a comprar lo que necesites. —Gracias. —murmuro y continúo comiendo. Al día siguiente me acompaña Mia, Alex (traté de dejarlo, pero me fue imposible comenzó a llorar y Massimo me dejó llevarlo conmigo) y Franco mi nuevo guardaespaldas, al igual que otros tantos de sus hombres, pero de los cuales desconozco su nombre y después de muchos días me siento libre, aunque solo pueda salir de esta casa por unas cuantas horas. Llegamos a un centro comercial llamado La Fiumara, el lugar es enorme y hay varias tiendas de ropa que, por cierto, es muy cara no estoy acostumbrada a comprar en lugares así, cuando vivía en México me dedicaba a dar clases de idiomas y no ganaba mucho dinero por lo que al estar frente a escaparates de este tipo me siento un poco incómoda. Entró a varias tiendas y compró algunos jeans, sudaderas, blusas, chamarras y zapatos sin olvidarme de ropa deportiva la necesitaré en los siguientes días, así como ropa interior y ropa para dormir, también le compró ropa muy bonita a Alex, aunque no es mi hijo esté bebé es lo único que me mantiene cuerda después de tanto tiempo de encierro. Después de algunas horas de estar aquí, decido buscar un lugar donde podamos comer y encuentro un lugar llamado Fattorie Garafalo, le pido a Mia y Franco que tomen asiento conmigo, igualmente me dirijo a los otros 6 hombres que han venido conmigo que se sienten a comer, los cuales se niegan alegando que están haciendo su trabajo, no me gusta comer y que ellos solo miren, me hacen sentir mal por lo que les digo que es una orden que tomen asiento y pidan lo que gusten, puedo ver cómo se sorprenden (debo suponer que nadie ha hecho esto por ellos) y sin ninguna otra objeción se sientan en otra mesa situada cerca de la nuestra para comer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD