Por la mañana Nathan despertó con un fuerte e intenso dolor de cabeza, no podía siquiera abrir bien los ojos, agradecía que las pesadas cortinas estuviesen cerradas y no dejaran entrar completamente el sol.
— Imbécil, ¿tenías que beber de esa manera? No cabe duda que soy un estúpido, ¿cómo demonios llegue a casa? Maldición.
Nathan se dio cuenta de que se había quitado la ropa, no recordaba como llego, era un imprudencia haber conducido tan borracho, no podía hacer esas cosas, pudo haber heridos si tenía algún accidente automovilístico.
Camino hacia la ducha y se dio una con agua muy fría para despertar por completo, aquel sentimiento del agua caer sobre su cuerpo era maravilloso, su estómago gruñía por el apetito que ahora sentía, tenía mucha sed, dolor de cabeza, un tanto de mareos, pero no era para menos, la noche anterior se había excedido demasiado, estaba tan triste por ella, por recordarla y no poder olvidarle que incluso la soñó a su lado, su aroma, su piel rozando la suya, no cabía duda que no era sencillo olvidar a una mujer como ella.
Se preparó para un día de trabajo, era extraño, su saco estaba sobre la cama colocado perfectamente, al igual que sus zapatos, él solía ser bastante desordenado, era extraño, no había notado que la habitación estaba perfectamente acomodada, no podía ser que borracho lo hubiese hecho.
Camino un poco extrañado hacia la sala, y se encontró con lo mismo, todo estaba en orden, sus cosas sobre la mesa de centro, su billetera, llaves, alguien mas tenía que haberlo hecho, él no solía hacer limpieza, solo los días que no tenía que ir a la compañía.
Pero comprendió que alguien mas lo había traído a casa cuando vio una nota en la cocina.
— Píldoras un par para el dolor de cabeza, comida en el horno, bebe los hidrolitos por completo.
No estaba firmada, solo tenía indicaciones, se preguntaba ¿quién demonios había dejado aquello y había hecho limpieza en su hogar, no es que no lo agradeciera, pero no recordaba haber llamado a nadie anoche, no podía volver a perder el control de nuevo de esa manera.
Tomo las píldoras, el desayuno y la bebida que parecía darle vida de nuevo, su estómago comenzaba a sentirse mucho mejor, estaría bien, aun que aún quedaba esa duda al aire, ¿cómo llego a casa?
Bajo a los estacionamientos, vio su auto en el lugar de aparcamiento donde le correspondía, subió y al salir del edificio saludo a los tipos de seguridad que parecían haber terminado su turno.
— ¿A casa a descansar?
Pregunto Nathan, ambos tipos le dedicaron una sonrisa y preguntaron como se sentía.
— Anoche no parecía estar muy bien, tuvimos que subirlo cargando a su apartamento señor.
Nathan comprendió que quizá ellos había hecho la limpieza y preparado la comida.
— ¿Comprendo, entonces ustedes fueron quienes me ayudaron a llegar? Gracias por la comida y por hacer la limpieza, déjenme pagar por lo que amablemente hicieron.
Pero ambos hombres se vieron el uno al otro sin comprender.
— No, nosotros solo lo subimos, su novia debió haberlo hecho, ella parecía muy preocupada por usted, incluso nos pagó por ayudarla a subirlo, ella lo trajo a casa, usted parecía muy bebido, quizá ella le dejo comida y limpio su casa, parece una buena chica, señor, sin contar que es muy hermosa, es usted muy afortunado.
Nathan asombrado abrió muy grandes los ojos, ¿su novia? No comprendía de quien hablaban.
— ¿Mi novia?
Pregunto él.
— Si, de hecho estuvo cuidando de usted, salió hace pocas horas, dijo que tenía que ir a dormir un poco antes de trabajar, ella parecía preocupada, pero se veía cansada, incluso nos dejó su tarjeta para llamarla en caso de que usted lo necesitara, aquí esta.
Nathan tomó la tarjeta y sintió como la sangre se le helaba, ¿ella? Se preguntó para sí mismo, ¿cómo es que Antonella había sabido que él estaba bebiendo, y sobre todo ¿dónde podía encontrarlo? Aquello era muy extraño, no podía creer que ella se hubiese tomado tantas molestias, quizá se sentía culpable por lo que hizo.
— ¿Están seguros? ¿Ella me trajo aquí, cuido de mí?
Los hombres asintieron.
— Si señor, parecía preocupada, como si no quisiera dejarlo solo, pero estuvimos pendientes de cualquier cosa, tiene suerte, chicas como esa ya no existen, cuídela mucho.
Nathan asintió, no comprendía como Antonella había terminado llevándolo a casa, era tan extraño, pero no podía ir al bar para preguntar que había sucedido, aún era muy temprano, estaba tan confundido.
— Bien, gracias por hacérmelo saber, y de nuevo gracias por todo lo que hicieron por mí.
Los hombres se alejaron, era hora de ir a descansar, mientras un Nathan completamente confundido iba camino a la compañía, no sabía como manejar esa situación.
Subió al ascensor y en lugar de ir al piso donde tenía su despacho decidió investigar lo que había sucedido, no quería estar en deuda, mucho menos con ella, quería saber si lo había seguido, si lo espiaba, algo tenía que haber pasado para saber donde encontrarlo.
Cuando llego al consultorio dudo si llamar a la puerta, estuvo de pie unos segundos, no tenía el valor de llamar, pues no sabía si la respuesta de Antonella le gustaría, no tenía idea en sí hablar con ella era buena idea, pero antes de tomar la decisión de llamar a la puerta o no esta se abrió, dejando ver frente a Antonella, ella al verlo se detuvo de golpe asombrada por verlo ahí de pie frente a su puerta.
Ambos se quedaron en silencio, ninguno sabía que decir, mucho menos Antonella, que no comprendía que era lo que Nathan hacia ahí.
— ¿Necesitas algo? ¿Te sientes mal?
Pero él se negó.
— No, yo, es decir, si necesito algo, ¿podríamos hablar un minuto?
Antonella abrió la puerta quitándose de enfrente y dejando pasar a Nathan.
— Claro, pasa.
Ella tomó asiento y Nathan no sabía por donde comenzar o que preguntar, tomo una bocanada de aire y entonces le pregunto directamente.
— ¿A caso estás espiándome?
Antonella abrió muy grandes los ojos, ¿espiándolo? ¿Por qué pensaría algo así de ella? Anoche hizo por él lo que tal vez otros agradecerían, pero ahí estaba frente a ella arrogante, molesto, parecía enojado con ella, parecía que su buena acción no había sido tan acertada....