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Mi amo y señor II.

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intro-logo
Blurb

Los nueve velos del infierno serán un tormento para Baldrick, la desesperación que siente por regresar a casa es demasiado enorme, jamas imagino encontrarse en este punto de su vida. Cada paso que sumerge en el arenoso suelo de su prisión, comprueba con horror que poco a poco está perdiendo la poca humanidad que aun habita en su interior. Con el cuerpo destrozado y el alma a la mitad, esta decidido a continuar solo para adquirir el poder que tanto se le negó en el pasado. El nueve simboliza todo anhelo y deseo que posee el príncipe... Simplemente falta un solo empujón para que el mundo tiemble con su presencia.

Ivette ha dejado a un lado todo sentimiento que tenía por el rey, un nuevo amor está sujetando su destrozado corazón. Todo aquello que le fue encargado ahora se mantiene estático gracias a sus innumerables esfuerzos por mantener a toda la familia con vida. Los recuerdos atormentan su mente en momentos de soledad pero... ¿Será posible que encuentre el refugio tan anhelado en los brazos de un nuevo amante?

Solo destrucción ha quedado tras la partida del rey y posiblemente nada continue igual hasta su regreso. Solo el tiempo lo dirá... Esta vez Baldrick no está dispuesto a perder algo por lo que tanto lucho. Su Cucciola le pertenece por derecho... Porque sólo el puede dominar a la reina... Eso solamente lo puede hacer el rey.

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capitulo 1
Segundo velo. Vacío. Baldrick. Me encuentro en las profundidades de esta maldita agua negra, ya no duele lo que veo. Ya no me lastima y creo que es el momento de dejarlo ir. Tengo que sacar todo aquello que está lastimándome y dejarlo en este lugar para que se hunda en las profundidades. Cerré los ojos y me concentre en todos los recuerdos que me atormentan, los mismos que están causando mi sufrimiento. Los deje salir… deje salir todos los demonios que llevo dentro. Los miedos se quedaron a mi lado, mi familia se desvaneció dejándome un hueco en el corazón. Olvide sus nombres y sus rostros… lo olvide todo. Mi mente quedo en blanco y el mismo mar me escupió a la superficie cuando el agua se tiño de azul. El maldito ser de lengua enorme me esperaba con una guadaña en su mano, el bastardo quería torturarme. Sonreí de lado cuando me acerque a él. Lo sujete con fuerza de su lengua y con su misma arma le corte ese asqueroso órgano que le colgaba. Intento huir al mar pero se lo impedí y de un solo movimiento el filo de la guadaña corto su cabeza asiendo que se convirtiera en cenizas. -Te lo advertí.- le dije con odio.- Fue dulce la venganza aun que me hubiera gustado que duraras más tiempo. El mar se partió en dos y al fondo se encontraba una enorme puerta de cristal. No dude en caminar hasta ella pero mientras más sentía que me acercaba esta maldita cosa se alejaba cada vez más. Cansado y con la enorme guadaña arrastrándola por el sucio piso pude llegar hasta la entrada. No se veía manija que pudiera ayudarme a abrir la puerta así que acerque mi mano al cristal y esta lo atravesó como si fuera agua. Al traer de nuevo mi mano a la realidad donde me encontraba estaba congelada, llena de hielo y se sentía demasiado fría. Decidido cruce el cristal y lo que encontré al otro lado no me asusto si no que sentí el peso de toda esta mierda en mis hombros. Un ambiente totalmente helado, nieve se esparcía por todo el lugar e infinidad de hombres y mujeres formaban una enorme fila en un camino que llevaba hasta una montaña de fuego. La monstruosidad de mi piel comenzó a sentir el frio y busque algo con que cubrirme. Una enorme capa negra me ayudo a mantenerme caliente y cubrí mi horroroso rostro para que nadie pudiera reconocerme. No me detuve a ver a las personas que se encontraban esperando un final terrible, seguí caminando hasta que llegue a la entrada de aquella inmensa cueva llena de fuego rojo y n***o. El hombre que custodiaba el lugar giro su rostro para mirarme o al menos eso es lo que presidí ya que no tenía ojos y su boca estaba cocida. Camino despacio en mi dirección y se detuvo a centímetros de mi cuerpo. -Un gusto tenerlo aquí, príncipe.- lo escuche en mi mente.- Para poder entrar al segundo velo tiene que entregar algo a cambio. -No tengo nada que darte.- dije sin despegar la mirada de su feo aspecto. -Puede ser cualquier cosa. Mire mi cuerpo y en el descansaba un collar de oro, no sé qué mierda tenia adentro pero parecían cabellos rojos. Me lo quite y se lo entregue, inmediatamente lo observo y lo deposito en un recipiente hecho de huesos. El oro se fundió cuando lo puso al fuego y de este salió una moneda azul la misma que me entrego. -No la pierda, le ayudara a entrar al tercer velo.- me tomo de los hombros y juntos caminamos hasta el borde del camino. El acantilado estaba lleno de lava y era demasiado profundo, desprendía un olor fétido. Dude por un instante en tirarme a mi destino pero solo basto que el hijo de puta que me entrego esa moneda me diera un pequeño empujón y perdí el equilibrio. Sentía el vacío en mi estómago al caer, intente sujetarme de algo pero nada me ayudo. Caí en la lava y mi cuerpo se consumió causándome un dolor infernal en la piel. Luche por salir pero las manos de todos los que se encontraban al fondo comenzaron a hundirme. Algunas partes de su cuerpo tenían hueso y otros carne, era asqueroso verlos y más sentir sus manos en mi piel. El líquido donde estaba sumergido era color amarillo pero me permitía respirar. No sé qué mierda era esto pero seguramente era una especie de lago donde llegaban las almas porque algunas de las siluetas de los seres que nadaban junto a mí se veían trasparentes. Empecé a perder la fuerza de mis movimientos como si algo me estuviera absorbiendo desde dentro. La moneda se sentía más pesada de lo normal. Mi cuerpo comenzó a desvanecerse y eso me preocupaba demasiado, estaba perdiendo la poca alma que tengo y era urgente que saliera del agua. Todas las almas se dirigían a un solo lugar donde un gran símbolo los consumía convirtiéndolos en luz dorada que era esparcida por toda el agua. Una corriente eléctrica se ubicó en el centro de mi cuerpo dándome la energía que necesitaba para seguir nadando y salir de este infernal lugar. -Él está vivo.- dijo un hombre que tenía el rostro lleno de sangre. -No está muerto.- una mujer comenzó a acariciarme. Hombres y mujeres me rodearon por completo e intentaron tocarme con sus asquerosas manos, los aleje lo más que pude pero eran demasiados. No sabía qué hacer y cada vez se acercaban más a mí. Sujete a dos del cuello y los apreté con fuerza y de su interior salió un humo  transparente que mi cuerpo absorbió y con ello una enorme luz dorada cegó mi visión. Sentí el aire en mi rostro, un calor insoportable abochornaba mi cuerpo. Al abrir los ojos observe a mi alrededor, me encontraba en un desierto de arena roja, el lago amarillo estaba a unos cuantos pasos delante de mí. El agua simplemente me escupió al exterior y aterrice en este mendigo lugar. Como pude me puse de pie y una de mis manos estaba hecha mierda, se podían ver los huesos a través de la carne y esto estaba preocupándome en demencia. Camine por más de una hora, no tenía ningún rumbo fijo,  por una extraña razón comencé a pensar que solo estaba dando vueltas. Tenía sed y mucha hambre, estaba cansado y me pesaban los pies. Entre la arena pude ver a un hombre de gran altura, traía una capa que le llagaba hasta los pies y me impedía ver su rostro. Con algo de temor camine en su dirección pero cuando llegue hasta el retrocedí dos pasos. -¿Miedo, Abalam? – dijo el ser que me miraba con perversión. -¿Qué eres? -Soy  el que te preparara para el tercer velo.- me miro de pies a cabeza.- Y creo que ya estas empezando a perder todo tu cuerpo. -Hijos de puta.- me deje caer en la arena. -Ponte de pie príncipe, porque te esperan muchas cosas.- comenzó a reírse.- Acompáñame. No entiendo como el bastado puede caminar con esas cosas en sus pies, solo tenía dos puntas de metal pegadas a las piernas y estas estaban llenas de espinas filosas. Un cuerno se encontraba pegado a su cráneo en la parte de atrás de la nuca, su piel era blanca como una vela y sus ojos negros. No tenía labios ni nariz. > -Ya dejaste tus miedos y los demonios que habitaban tu cuerpo físico en el primer velo.- se detuvo en cuanto llegamos a una fuente redonda.- En el segundo velo tendrás que desprenderte de toda tu esencia humana y te aseguro que será demasiado doloroso. No me dio ni tiempo de responder y sumergió mi rostro en la puta fuente donde la luz que se encontraba en su interior arranco mi piel dejándome en los huesos. Grite de dolor, esto se sentía de la v***a. Me revolqué en la arena cubriéndome el rostro mientras que el muy bastando se reía de mi sufrimiento. Me desnudo por completo y me sujeto de las manos para que evitara defenderme. Las cadenas que sostenían mis muñecas me apretaban cada vez que intentaba soltarme de ellas. -Tengo sed y hambre.- dije casi en un susurro. -Eso es lo que dejaras en este lugar, todo lo que tenga que ver con tu esencia humana.- respondió en cuento me golpeo con sus mentadas piernas de metal. Rompió mis piernas en dos y las costillas fueron las siguientes en partirse. Escupí sangre y sentí que moriría de tanto dolor. El muy maldito me puso de pie y continúo golpeándome hasta que perdí el conocimiento. Desperté por el sonido del viento y encontré al infeliz arrancándome trozos de piel de los pies, me estaba comiendo vivo. Me arrastre lo más lejos que pude y lo vi disfrutar del espectáculo. -¡Hijo de puta¡ ¡Aun estoy vivo maldito bastardo de mierda! – el cuerpo me dolía. -Aun duele y eso debe cambiarse. -Aléjate de mí.- dije en cuanto lo vi tomarme de los pies. -No mi príncipe, aquí solo saldrá un ganador. Una y otra vez me golpeo y nunca paro de hacerlo; mis huesos estaban más que rotos porque ya no podía moverme y aun así me metía en esa maldita fuente redonda que me daba choques electicos en el corazón y en la cabeza. > No sé cuántos días estuve en tortura pero llego un momento en que todo dejo de doler. Me olvide de mi cuerpo y me concentre en chingarme a ese horrible hombre que se encontraba devorándome poco a poco. El miedo se esfumo y solo quedo un laberinto de la nada en mi interior. Ya no sentía hambre, ni cansancio ni mucho menos sed. Abrí los ojos en cuanto me sumergió a la luz y la absorbí por completo, no sé cómo lo hice pero me ayudo a recuperar mi energía. Rompí las cadenas que cubrían mis muñecas y con esa misma arma la enrede en el cuello del bastardo de piernas de metal. Intento defenderse pero mi fuerza era mayar a la de él. Le corte la cabeza, misma que devore al instante, no sentía saciedad ni mucho menos placer. Me encontraba en un estado demasiado pasivo para mi gusto. Me lo comí por completo y solo deje sus malditos huesos. Después de un rato vomite su asquerosa carne y tome su capa para cubrir mi horrible cuerpo. Aun seguía desvaneciéndome y a este paso llegaría como una maldita sombra hasta el final del camino. Deje todo lo humano que aún tenía en este mentado lugar y ahora me siento más confiado y tranquilo. Continúe caminando hasta que una lluvia mojo todo a su paso y una enorme mancha negra se formó en la arena. Sin temor camine sobre ella y me fui hundiendo  hasta que ya no pude ver nada más que oscuridad. Oscuridad… Aterrice en una filosa roca, mi espalda crujió pero no me causo dolor. Un enorme barco estaba en la orilla de algo muy parecido al mar pero no era agua lo que lo movía sino miles de cuerpos apilados. Me acerque a la entrada y subí las escaleras para poder llegar al interior de la embarcación. Ya no me asustaba por nada y con lo que vi al pisar la madera del barco solo me asombro y me causo más dudas de las que tenía. Era un maldito perro con partes humanas pegadas a sus patas, con cabeza de animal pero con brazos y piernas de personas, tal vez se apropió de ellas de todos los cuerpos que estaban en el exterior de su nave. -Alabam.- dijo al verme.- Bienvenido al tercer velo, te tardaste demasiado. -Me tomo mi tiempo. -La moneda. Se la entregue y la depósito dentro de un cráneo de algún animal, enseguida el barco se puso en marcha y una espesa neblina gris cubrió todo a su paso. No podía ver absolutamente nada y unos ruidos extraños comenzaron a escucharse a lo lejos. -¿Qué es eso? – pregunte con curiosidad. -Aves que están dispuestas a  devorarte si hablas demasiado alto. -¿A dónde me llevas? -A la gran guerra. -¿A qué te refieres? -Lucharas hasta que olvides quien eres. Aun guardas recuerdos y tienes que deshacerte de ellos para poder continuar. -¿Recuerdos? -De tu vida en la primera dimensión. Y entonces sucedió… recordé a una bella mujer de cabello pelirrojo y ojos azules, su belleza me cautivo, su cuerpo tan perfecto y su sonrisa muy parecida a la de una diosa griega. >

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