**MALCOLM**
La besé con una mezcla de resolución y miedo, intentando con todas mis fuerzas no dejar que ningún sentimiento me invadiera. Quería que fuera un beso vacío, un simple contacto de labios, pero mi corazón, traicionero, comenzó a latir con fuerza desbocada en mi pecho. Perdí la razón, la lógica se desvaneció ante su cercanía. Ella respondió al beso con una intensidad que me sorprendió, arqueándose levemente bajo mis caricias y la suave presión de mis labios.
Cada beso que le daba era una promesa silenciosa, una batalla interna que se libraba en su propio cuerpo. Sentí su resistencia, la tensión en sus músculos, y supe, con una certeza que me caló hasta los huesos, que ella también estaba luchando, librando una guerra similar contra sus propios sentimientos, contra una atracción
