**ISOLDE** Luego se giró y se fue, dejando tras de sí un vacío aún más profundo, un eco de su presencia que parecía resonar en cada rincón de la habitación. Y con él, se fue el aire otra vez, esa sensación de asfixia que no me abandonaba. Pero mientras observaba su espalda alejarse, algo en mí cambió, una chispa de comprensión que ardía con intensidad. Mi alma puede sentirse vacía, mi cuerpo puede doler hasta el límite de lo soportable, pero mi voluntad… esa aún no le pertenece a nadie. Es un fuego que arde en silencio, que se niega a apagarse, que promete que, aunque ahora esté perdida en la oscuridad, todavía tengo la fuerza de volver a levantarme. Pero, en lo más profundo, sé que no soy solo heridas y silencios. Soy resistencia. Soy una luchadora. Y esa llama, por pequeña que sea, aún

