**ISOLDE** Dos enfermeras. Vestidas de blanco impecable, sus rostros carecían de expresión, como si fueran parte del mobiliario, figuras silenciosas y mudas, con las manos cruzadas al frente y las miradas bajas. La escena parecía sacada de una obra teatral, cuidadosamente preparada para convencerme de que esto era normal, que todo estaba en su lugar, que la tragedia era solo un escenario más. Pero nada en mí podía aceptar esa ficción. La negación se clavaba como un puñal, un rechazo visceral a la imagen de mi padre en ese estado. Sentí la mano de Malcolm rozar suavemente mi espalda, un gesto que pretendía ser de apoyo, pero que en ese momento se sintió como una forma de control, una presencia que no podía entender ni aceptar. —Por aquí —dijo con esa voz neutra, con esa calma que solo

