**ISOLDE** Él se acercó un paso más, invadiendo mi espacio personal con esa seguridad que solo los que saben que tienen el poder pueden permitirse. Sus ojos brillaban con una intensidad que me desconcertaba, y en su voz, esa misma suavidad que siempre llevaba en sus palabras, se escondía algo más oscuro. —Llámalo como quieras —susurró—. Pero lo tienes delante. Y estás aquí. Porque te quiero cerca. El silencio que siguió fue aún más ensordecedor. En ese momento, comprendí. No busca compañía. No ansía una relación basada en respeto o en afecto genuino. Busca proximidad, busca que el deseo —el suyo, no el mío— se convierta en rejas emocionales, en cadenas invisibles que aprietan sin que puedas escapar. Pero esta habitación, por más grande y lujosa que sea… no va a convertirse en nuestr

