**ISOLDE** Malcolm puede haber construido su fortaleza perfecta. Pero aún no ha entendido que los muros no detienen a quienes llevan en el corazón, la llama que arde, imparable, indomable, eterna. Entré con pasos lentos, midiendo el aire, como si hasta el silencio pudiera estar vigilándome. La habitación era amplia, demasiado, y por un instante casi me hizo olvidar que en realidad estaba atrapada. Las cortinas de lino blanco ondeaban suavemente con la brisa del aire acondicionado, creando un movimiento sutil y casi etéreo en el ambiente. El suelo relucía con un brillo que solo se obtiene cuando nadie ha vivido realmente en un lugar durante mucho tiempo, como si la habitación estuviera esperando ser habitada, pero por alguna razón, permaneciera vacía. Una lámpara colgante, suspendida co

