**ISOLDE** La casa no tenía alma. Era un monumento a la perfección vacío, una fachada que deslumbraba a simple vista, pero cuyo interior resonaba con un silencio ominoso. Podría haber sido portada de revistas de arquitectura, con su fachada de mármol blanco que reflejaba la luz con una pureza fría, sus jardines meticulosamente arreglados, sin una sola hoja fuera de lugar, y sus ventanales que parecían cuadros enmarcados, dignos de una galería de arte. Pero la belleza exterior era solo una máscara, una fachada para ocultar lo que realmente se respiraba en sus muros: una atmósfera de sumisión, de control disfrazada, de elegancia. —¿Qué pretendes? —Recuerda cuando eras una princesa. —odio eso de él. Era un espacio que no invitaba, sino que imponía. Malcolm había construido no un hogar

