**MALCOLM** Cerré los ojos un segundo, dejando que el humo llenara mis pulmones y mi mente, tratando de calmar la tensión que empezaba a crecer en mi interior. —Estoy ocupado —respondí con un tono distante—. No es un buen momento. —No me importa —dijo, sin vacilar, con esa determinación que solo ella tenía—. Si no vienes, voy a hablar con tu madre. Y esta vez no solo sobre tu silencio. ¿Quieres que ella se entere de todo? La amenaza fue directa, quirúrgica, como un bisturí que cortaba sin miramientos. Sabía que tenía que tomarla en serio. Alexia no jugaba. Era capaz de todo si sentía que su mundo se desmoronaba o si le salía rentable. Suspiré, exhalando el humo con resignación. Con Alexia todo era eso: un contrato que no se había firmado por amor, sino por conveniencia. Una promesa qu

