**MALCOLM** Mi mirada se perdió en el ventanal, más allá de los cristales, hacia la oscuridad que se extendía más allá de los jardines, en un infinito silencioso que parecía absorber toda esperanza. Pensé en Isolde. En su voz, en su dolor, en esa fuerza callada que la mantenía en pie a pesar de todo. Pensé en cómo su presencia aún persistía en cada rincón de mi memoria, en cada suspiro que aún resonaba en mi interior. —Lo hablaré con mi madre —dije finalmente, sin emoción, dejando que esas palabras flotaran en el aire, pesadas y vacías—. Cuando se dé el momento. No era una respuesta. No era un rechazo contundente. Era simplemente una declaración de intención, un intento de mantener la calma en medio del caos interno que me consumía. Ella sonrió, como si hubiera ganado algo, como si

