La mañana amaneció tranquila. Fernando se levantó temprano, mientras Amelia seguía durmiendo plácidamente, con el rostro relajado y el cabello enredado sobre la almohada. Él, sin hacer ruido, se alistó para su primer día en la universidad. Amaba los números, soñaba con convertirse en ingeniero, y aunque la adrenalina de su nueva etapa lo invadía, no pudo evitar detenerse un instante a mirarla. Con un gesto de ternura, cerró la puerta suavemente. Bajó a la cocina y, como si quisiera dejar una huella invisible en su día, preparó hot cakes con vainilla y un vaso de jugo. Puso todo sobre la mesa con esmero y dejó una nota escrita de su puño y letra: “Espérame para comer, espero te guste el desayuno. Te ves hermosa durmiendo. Att. Fer.” Se enfundó en su chaqueta de cuero, tomó el casco y s

