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El destino de Emma

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Blurb

Hace seis años, Emma solo era una adolescente que tenía todo el afecto de sus padres hasta que el día de su cumpleaños tuvieron un accidente y fallecieron, sin tiempo de superar la perdida de sus padres, tiempo después la tragedia la golpea de nuevo en su vida, ahora con más fatídicas situaciones que no sabrá como sobrellevar. Por eso más adelante Emma comenzará su nueva vida en Nueva York como la secretaria de Maxwell Miller un importante multimillonario, que aparte de ser arrogante, déspota y siniestro es guapísimo, ¿Qué secretos esconde bajo ese traje hecho a medida? ¿Será Emma capaz de soportar ese trabajo?, Adentraros en esta preciosa historia que os llegará al corazón.

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CAPITULO 1
Nunca me había replanteado en como cambiaría de mi vida tan drásticamente, no he tenido un comienzo fácil, pero cada decisión que he tomado me ha llevado a ser la mujer que soy ahora. Mi pesadilla comenzó con la muerte de mis padres, yo solo tenía catorce años cuando los perdí y no volví a ser la misma chica de antes, solía ser alegre y no me preocupaba por las cosas que me rodeaban. El día de mi cumpleaños fue uno de los mejores días de mi vida y el peor sin duda alguna. Mis padres, Elías y Marie, me prepararon una fiesta sorpresa con todos mis amigos y sus amigos más cercanos, mi abuela también ese encontraba con nosotros y aunque no vivíamos lejos no nos veíamos muy a menudo. He pasado toda mi vida en Muskegon, Michigan, desde que mis padres se mudaron aquí para empezar una nueva vida, y así lo hicieron. Era muy feliz y afortunada de tenerles conmigo y agradecía todo lo que hacían por mí, hicieron muchos esfuerzos por criarme de la mejor manera posible, me daban todo el amor que necesitaba, después de la fiesta me dijeron que iban a por mi regalo, ya que no lo tenían que ir a buscar, en un primer momento pensé que se trataba de un perro o algo parecido, amaba los animales. Yo me quede con mi abuela y unos cuantos amigos de mis padres viendo mis otros regalos, las horas pasaban y no sabía dónde se habían metido mis padres, mi abuela estaba algo inquieta, por no decir que estaba moviéndose de un lado a otro. - ¿Abuela? ¿Dónde están? No entiendo por qué tardan tanto –me crucé de brazos en la mesa. - Tranquila mi niña, solo se están retrasando un poco. Por aquel entonces supuse que mi abuela solamente estaba preocupada por otras cosas, cuando crecí me di cuenta de que se trataba de algo mucho más importante. Ya se había hecho de noche y no llegaban, me había quedado dormida en el sofá de tanto esperarles, al rato escuché como alguien tocaba el timbre y fui corriendo para abrir, pensé que eran mis padres, que se les había olvidado las llaves o algo parecido, pero para mi sorpresa en la puerta se encontraban varios agentes de policía. Mi abuela vino enseguida colocándose a mi lado para hablar con los agentes, fruncí el ceño por tanto misterio, quería saber por qué estaban en mi casa. - Buenas noches, agentes ¿Qué sucede? –reconocí a uno de los hombres, era amigo de mis padres. - Buenas noches, señora. Nos gustaría hablar con usted, a solas –me miraron, lo que tenían que decir no querían hablarlo delante de mí. - Claro –mi abuela se giró. – Cariño, ¿Por qué no vas a la cocina y me esperas ahí? - Abuela, pero… - Pero nada. Era algo testaruda, así que cuando mi abuela salió por la puerta hice como que me marchaba, pero no, pegué bien mi oreja a la puerta para poder escuchar. - Bianca, lo siento mucho, no hemos podido hacer nada por ellos. Ya lo habían hecho –escuché como mi abuela lloraba. - Cómo es eso posible… sabían que no debían salir y aun así lo hicieron. - Debían hacerlo –en ese momento una voz masculina les interrumpió. - Señora, siento mucho la muerte de su hija y su yerno, vamos a hacer todo lo posible para saber qué es lo que falló en el coche –cuando escuché eso mi corazón empezó a latir a mil por hora, mis padres… - Abuela –abrí la puerta con los ojos llenos de lágrimas. – Dime que no es verdad –negué con la cabeza. - Cariño, lo siento –me abraza. – Ahora están en un lugar mejor. - ¡NO! Es mentira, me estáis mintiendo, ellos no pueden estar muertos, no pueden dejarme sola –me puse muy nerviosa, tanto que me estaba dando un ataque de pánico, los paramédicos llegaron enseguida para tranquilizarme. No recordaba nada de lo que había pasado cuando me desperté, solo tenía vagas imágenes y un dolor de cabeza muy fuerte, me dolía el corazón porque empezaba a recordar lo que había sucedido, mis padres estaban muertos. Cuando bajé las escaleras de casa vi que mi abuela ya estaba levantada, por no decir que igual no había dormido en toda la noche, llevaba un vestido n***o, su luto había comenzado y era normal, acababa de perder a su única hija. - Cariño, ya estás despierta –tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. - Supongo –dije yéndome a la cocina. - Espera, tenemos que hablar –se levanta mientras me seguía. - ¿Sí? –para ser sincera no tenía muchas ganas de hablar, es más no quería ver a nadie, solo quería esconderme en mi armario. - Siento mucho lo que le ha pasado a tus padres, ojalá pudiera contarte tantas cosas…. –hizo una pausa y continuó. – Pero todo va a estar bien, te irás conmigo a vivir, vas a estar con la abuela –me cogió las manos y comenzó a llorar. - Yo no quiero irme a vivir contigo, yo quiero a mamá, y a papá –mis ojos ardían. – Quiero saber que les ha pasado, porque me han dejado sola –tiré un vaso al suelo. - ¡Emma! - ¡No abuela! No es justo –salí de la cocina, corrí rápidamente por las escaleras para meterme en mi cuarto. No me di cuenta de la manera en la que le hable a mi abuela en ese momento, estaba furiosa con todo y con todos, sobre todo con mis padres por dejarme sola, sé que no estaba sola, tenía a mi abuela, pero si pudiera cambiar las cosas no la volvería a hablar así. Ese día mi abuela intento que comiera algo, venía a mi habitación para poder intentar hablar conmigo, pero era inútil, me sentía tan mal y vacía que ahora no sabría cómo afrontar todo lo que estaba pasando. A la mañana siguiente se iba a realizar el funeral de mis padres, el veinticinco de mayo, nunca olvidaría esa fecha, me vi obligada a asistir porque era la hija de los fallecidos. Solo la idea de tener que ver a personas que ni siquiera conozco o que no conocían bien a mis padres, odiaba tener que pasar por eso, pero ya no había marcha atrás, me encontraba en el cementerio con muchas personas llorando y dándonos el pésame, la mayoría se pensaban que por ser solo una niña no entendía la gravedad de la situación, pero nada que ver con la realidad, era muy consciente de todo. Saber que sus cuerpos estaban en el ataúd me hacían ganas de vomitar, llorar y gritar, quería salir de ahí cuanto antes y no podía, el padre hablaba sobre dios y de la muerte, de que dios tiene un plan para cada uno, pensé que si su plan era arruinarme la vida lo estaba consiguiendo. ¿Cómo era dios capaz de dejar a una niña sola sin sus padres? ¿Qué sería de mí? Antes de que terminara el funeral habían comentado que se celebraría una fiesta post funeral o como lo quieran llamar, no quería que toda esa gente viniera a mi casa para hablar y aprovecharse de la comida, dios como odiaba eso. Cuando llegamos a casa me di cuenta del silencio que había, todo estaba tranquilo, sin ellos no tenía nada sentido. Salí al jardín para despejar mi mente de tanta presión, estaba harta de ver a tantas personas, mi abuela se dio cuenta de mi ausencia dentro de casa y salió a hablar conmigo, llevaba una caja en la mano. - Cielo, siento mucho todo esto, no es justo que vivas algo así a tu edad –dice con la cabeza gacha. - Ya… - Tengo esto para ti –mostrándome la caja. - ¿Qué es esto? - Esto… es el regalo…. –no hacía falta que terminara de hablar, sabía que ese era el regalo que habían ido a buscar mis padres, por ese maldito regalo ahora están muertos. - No lo quiero –dije con firmeza. - Deberías aunque sea leer la carta, cariño –fruncí el ceño, ni siquiera me había dado cuenta de que había una carta ahí. - Me lo pensaré. - Tomate tu tiempo –me abrazó y cuando nos separamos vi que un hombre se acercaba a nosotras. - Buenas tardes, lamento vuestra perdida –mi abuela se queda mirando a ese hombre mientras yo me dedico a observar. - Gracias –menciona con duda. – ¿Quién es usted? - Soy el inspector Rodríguez –le tiende la mano. – Me gustaría hablar con usted un momento. - Claro, Emma ve. - No, me voy a quedar, lo que tenga que decir lo quiero oír. - Emma… - Abuela… - Tranquila, solo venía a decirle que estamos investigando el caso de su hija y su yerno -¿Por qué querían investigarlo? – Pero quería preguntarle si sabría algo que pueda aportarnos. - No tengo nada que decir, ya nada va a poder devolvérmelos y todo lo que tenía que decir ya lo dije –mi abuela me cogió del brazo y nos volvimos a meter en casa. No entendí por qué mi abuela le habló de esa manera al inspector, pero con el tiempo fui atando cabos y lo comprendí todo. Yo no quería continuar en la fiesta y me subí a mi cuarto con la caja que me había dado mi abuela, no pesaba mucho así que definitivamente no era un perro. Cuando me senté en el borde de la cama abrí la caja blanca, dentro se encontraba una buena cantidad de papel crepe, lo primero que cogí fue una caja pequeña roja que parecía alguna joya, la abrí y era un collar en forma de corazón, se podía abrir y ahí estaban las fotos de mi padre y de mi madre con sus nombres, era realmente precioso. Continué buscando en la caja y había un cuaderno, era un diario con mi nombre en la portada, las hojas eran marrones, tenía un toque antiguo, me encantaba. En ese momento me odiaba a mí misma, pensé que por ese regalo mis padres ahora estaban muertos, yo era la culpable, deje que se fueran y por mi culpa no volviera a casa. Con lágrimas en los ojos decidí leer la carta que me habían dejado, estaba segura de que sería una carta felicitándome mi cumpleaños, pero no era así, era más bien una despedida. A nuestra querida Emma. Mi niña preciosa odio tener que escribir esta carta, si estás leyendo esto es porque nosotros ya no nos encontramos contigo en este mundo. Me hubiera gustado estar contigo, pero no ha podido ser así, quisiera contarte tantas cosas de las que no puedo… solo de reflexionarlo quizás me odiarías, quisiera que siempre te quedaras con el recuerdo de una madre que amaba a su hija más que a cualquier otra cosa en el mundo. Ahora ya no voy a poder estar contigo cuando tengas tu primera regla, tu primer amor, tu primera ruptura, amigas… ojalá las cosas fueran distintas, quiero que me prometas que serás fuerte pase lo que pase, qué cuidarás de ti misma todo el tiempo y que cuides de la abuela, ella es lo único que te queda hija mía. Hemos mandado a hacer ese diario para que puedas anotar tus pensamientos, tus vivencias y todo lo que quieras expresar que no puedas contar a nadie, ha sido idea de tu padre, es un hombre listo. Con esto quiero decirte que aunque ya no estemos los tres juntos nosotros te amaremos y cuidaremos siempre estemos dónde estemos, espero que esto te haga feliz. No nos olvides nunca y no olvides quién eres. Te amamos por siempre, mamá y papá >> Nunca me había parado a pensar en lo sola que me sentía en ese momento sin mis padres, ellos eran mi pilar, mi vitamina, eran lo único que me hacía feliz, ir los fines de semana a hacer pícnics, ir de viaje, ver la televisión con ellos… ya nada de eso iba a volver y todo era por mi culpa. Apenas pasó tres meses desde que el accidente, yo no quería comer, no quería ir al colegio y mucho menos tenía ganas de vivir, mis amigos me habían dejado sola y se burlaban de mí, fueron muy crueles y no tuvieron piedad conmigo. Fue un cambio muy drástico para mí, aunque ahora lo único que me quedaba era mi abuela, ella insistía mucho en que cambiase mi actitud, tenía fe en que iba a mejorar con el tiempo y aunque no fue fácil me anime mucho más cuando empezamos a hacer cosas juntas. Ella me enseñó todo lo que sé ahora, a coser y a cocinar todas las recetas sagradas de la familia, era un diario con todas las recetas italianas, era de su bisabuela, de su abuela, de su madre y ahora al no estar mi madre pasó a ser mío. Mi abuela estuvo en mi peor momento, me sacó de esa oscuridad de la que nunca pensé que lograría salir, ella era la única que llenaba ese vacío que me habían dejado y nunca me imaginé que no la volvería a ver nunca más. Quizás el padre tenía razón, dios actúa de una manera, tiene sus planes, y mi destino no era tener una buena infancia, me pasarían cosas horribles para conseguir encontrar mi lugar en el mundo.

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