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Mia para el Verano

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ALIANNA

Habían pasado doce años desde que sus miradas se cruzaron por última vez, pero el resentimiento que Alianna sentía hacia Andre Evans seguía ardiendo en lo más profundo de su ser. Aquellos recuerdos dolorosos de su juventud habían tejido un manto de evitación en torno al esquivo hombre, al igual que uno evitaría la plaga. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y las llamas devoradoras que consumieron su apartamento en la semana más crucial de su vida la llevaron a la desesperación más absoluta. Así que aceptó compartir el techo con él, incluso cuando se trataba de su hogar de verano. La familia de Andre juró que él no estaría por allí, que sus caminos no se cruzarían jamás. Pero, para su sorpresa, el destino tenía otros planes reservados para Alianna. Y, oh, cómo se cruzaron sus caminos con Andre Evans, de la manera más inoportuna.

ANDRE

Él no esperaba volver a encontrarla en esta vida, y mucho menos de la forma en que lo hizo. Pero ahora que Alianna había vuelto a entrar en su mundo, Andre estaba decidido a no arruinar las cosas. Sabía que ella aún lo odiaba con toda su alma, pero eso no lo detendría en la búsqueda de los dos únicos objetivos que había fijado para ese caluroso verano: enmendar los errores del pasado y, finalmente, conquistar su corazón.

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Capítulo 1
ALIANNA Intento ver lo que otros vieron en él. Estoy segura de que la altura los golpeó primero. Seis pies y dos pulgadas de puro músculo atlético seguramente llamaría la atención. Lo entiendo. Entendí que el nido de pajaros que hizo con su cabello hizo que todas las chicas e incluso las profesoras se desmayaran. Por supuesto, no estaba convencida de que no supiera exactamente qué estaba haciendo allí. Quiero decir, ¿quién honestamente se pasa ambas manos lentamente por el cabello en medio de una conversación con alguien? Era ridículamente sensual, especialmente cuando siempre dejaba su cabello tan perfectamente despeinado, como si acabara de levantarse de la cama. Luego estaba su voz. Bajo y algo pedregoso. La combinación de cabello rubio y ojos claros también existía. Pero no podía dejar de lado lo idiota que era el tipo. Nuestros padres eran mejores amigos y, habiendo crecido con Andre Evans, no podía ver el atractivo que todos veían. Todo lo que pude ver fue lo que ellos no podían ver. Cuando el mundo mira a Andre, lo ven confiado, diabólico y sexy. Yo lo veo por lo que es un engreído, mimado, arrogante. El típico deportista americano. Vi al niño con el que me obligaban a pasar todos los fines de semana y vacaciones de mi infancia, el que fotocopiaba las peores fotos que podía encontrar en mis álbumes familiares, sólo para poder clavarlas en el casillero de la persona que me gusta. Vi al niño que se salía con la suya literalmente en todo, sin importar ante quién me quejara. Los profesores, los entrenadores e incluso el director de la escuela me miraban como una molestia. Una espina clavada en su costado. Lo único que querían era adorar a Andre Evans en paz y quedar completamente encantados con su carácter juguetón y relajado. Lo último que querían era tener que reconocerme, la hosca tonta cuyas quejas sin duda lo sacarían de la práctica, algo que el equipo de fútbol — simplemente no podía permitirse—. Incluso mis padres defendieron cada uno de sus movimientos. —Es sólo una rivalidad entre hermanos—, mamá lo ignoraba. —Crecistes juntos, es normal. Eres prácticamente familia. Pero dale unos años, Alianna, y estoy segura de que te llevarás genial—. Bien. Le di unos años y todo lo que Andre hizo fue empeorar. En la escuela secundaria, todo lo que hizo falta fue que una noche su madre comparara sus malos amigos, sus malas calificaciones o su mal comportamiento con los míos, y terminaría pagando por ello con una semana de tortura en la escuela. Sus compañeros de equipo se rieron de mí en los pasillos. Difundió el apodo de —Chuky— según el cuando estropeé mi corte de pelo en el segundo año, mi parecido al muñeco diabólico era indiscutible. Cuando era junior, solo me quedaban tres amigos que no lo adoraban ni me usaban para acercarse a él, y él me dijo —sólo para reírse y tirar mierda – que se juntaría con cada uno de ellos para que no me quedaran aliados con quien quejarme. Y él hizo precisamente eso. En resumen, con muy poco esfuerzo, Andre Evans se hizo cargo de toda mi vida. En casa, papá hablaba sin parar de sus logros atléticos. En la escuela, gobernaba hasta el último pasillo y aula. Incluso por la noche, en la privacidad de mi habitación, no podía escapar de los constantes mensajes de texto de amigas a los que él había engañado —misteriosamente—. Sollozaron para que las ayudara a descubrir qué salió mal, o me rogaron que sutilmente las llevara a Andre. No parecieron darse cuenta de que él nunca volvería a salir con ellas, que solo se juntaba con ellas para molestarme. Ni siquiera recordaba la mayoría de sus nombres. En pocas palabras, el niño era un imbécil. Siempre conseguía lo que quería, no tenía que intentarlo y ni siquiera sabía cuánto me hacían llorar sus payasadas todas las noches. Mientras yo me sentía completamente miserable, él seguía con su vida perfectamente encantado. Y por eso lo odié. A pesar de todas las acrobacias que me hizo, despreciaba a Andre Evans. Pero sorprendentemente, toda esa mierda ocurrió antes de la última semana del tercer año. Esa fue la semana en la que realmente arruinó mi vida. ***************** Por supuesto que su 'cabaña de verano' se parece más a un maldito complejo turístico, pensé mientras caminaba por la casa. Había llegado a la casa de Andre en East Hampton hacía unos buenos diez minutos, pero aún no lo había superado. Iba a tomar un tiempo superar esta obra maestra de cuatro dormitorios y seis baños que era una casa de ensueño que Andre aparentemente visitaba solo unos pocos fines de semana durante el verano. En serio. Este lugar parecía un anuncio de televisión. Tenía su propia bodega, piscina y cocina exterior. Era más hermosa que cualquier casa que pudiera permitirme en mi vida, sin embargo, era básicamente su pieza secundaria, la casa extra que visitaba si se encontraba de humor. Este maldito tipo. ¿Cómo diablos es su apartamento en la ciudad si así es su casa de verano? No estaba segura si quería reír o fruncir el ceño mientras imaginaba la vida que probablemente llevaría Andre Evans estos días. A lo largo de los años, había tolerado algunas actualizaciones de mis padres relacionadas con Andre, pero nunca lo suficiente como para tener una idea clara de quién era exactamente ahora. Sinceramente, no quería saberlo. Porque pensar en profundidad sobre Andre Evans generalmente me llevaba por un camino de celos, amargura e innumerables interrogantes. Me hizo pensar en todos los malos recuerdos que había escondido debajo de la alfombra y traté de decirme a mí misma que estaba bien cuando no lo estaba, así que evité firmemente el tema. Eso es hasta ahora. —Um... ¿Alianna?— Evie no parpadeaba cuando finalmente me alcanzó en la habitación de invitados, arrastrando mi última maleta detrás de ella. Sus ojos muy abiertos se abrieron más mientras entraba, deteniéndose frente a la puerta para empaparse completamente de todo, desde mi cama con dosel hasta las exuberantes cortinas blancas que enmarcaban la ventana que daba a la piscina. —Entonces... dijiste que te quedarías en la casa de un amigo de la familia—, dijo lentamente, entrecerrando sus grandes ojos hacia mí. —Y sólo quería informarles que esto no es una casa. Esta es una mansión para bebés—. Arrugué la nariz. —Lo sé. Quiero decir, no lo sabía antes de entrar aquí contigo, pero tenía la sensación de que sería algo ridículamente agradable. Eso es sólo... Andre Evans. Su vida es asombrosa—. —No es de extrañar que lo odies—, murmuró Evie con fascinación mientras flotaba hacia el baño al otro lado del pasillo. El eco de su jadeo me hizo adivinar que era bastante grande ahí dentro. —¡Ali! ¡ Santo cielo, esta ducha es más grande que mi apartamento! Me reí mientras cruzaba el pasillo hacia el baño, arqueando las cejas ante el lujo de mármol que había dentro. —Jesús, Andre—, murmuré en voz baja, disfrutando del absoluto spa de un baño. —De hecho, podríamos organizar una fiesta decente aquí—, resoplé, abriendo la puerta de la ducha para mirar el cabezal de la ducha del techo y los parlantes impermeables. —O simplemente podrías dejarme mudarme a tu baño durante el verano—, dijo Evie mientras regresábamos al dormitorio. —Quiero decir, es posible que Mike ni siquiera se dé cuenta de que me he ido—, bromeó, aunque por la forma en que hizo una mueca me di cuenta de que no encontraba nada gracioso en su propia broma. Mike era el prometido de Evie durante diez meses y su novio durante ocho años. Habían estado juntos desde siempre pero, para decirlo suavemente, últimamente estaban con problemas. Precisamente por eso Evie no podía aceptarme. Aparte del hecho de que vivían en un pequeño estudio, y aparte del hecho de que Mike había dicho firmemente que no, su tensión en estos días ya era como la de un tercer compañero de cuarto. Tratar de hacer que una relación funcionara ya era bastante difícil, así que definitivamente no necesitaban la carga de mi trasero sin hogar estrellándose en su sofá. —Bueno, si alguna vez necesitas que coloque almohadas y un edredón en esa ducha, estaré más que feliz de hacerlo—, le ofrecí para hacer reír a Evie. —De hecho, podría aceptarte en eso. Quiero decir, estás segura de que no vendrá por aquí este verano, ¿verdad? ¿Ni siquiera una vez? —Créame, verifiqué tres veces con su mamá cuando recogí las llaves. Ella dijo que sus amigos simplemente se quedaban en este lugar porque él siempre está fuera de la ciudad. Estará en algún resort durante las próximas tres semanas. Luego se irá a su casa en Hawaii hasta el final del verano—. —Jesús, ¿qué tan rico es este tipo?— Preguntó Evie, sonando a la vez asombrada y disgustada. —¿Y a qué se dedica exactamente?— —En realidad no tengo idea—, murmuré, releyendo los mensajes de texto que la mamá de Andre me envió cuando verifiqué que él estaba ausente.

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