Conor Esto no es gracioso. Porque ella tiene que estar jugando conmigo, ¿verdad? Alguna idea enfermiza de una broma. En lugar de regalos Te estaré asustando muchísimo. —Maurem, detente—. —Lo digo en serio—, dice, mirándose los pies. Llegué a la casa de Kappa y la encontré actuando de manera sospechosa, como si estuviera escapando. Bolso colgado al hombro. Parece agotada, andrajosa, y si no lo supiera mejor, pensaría que tiene resaca. Sin embargo, hay cierta frialdad en ella. Su expresión dura e impasible, como si mi Maurem ya no estuviera allí. —Escucha, lo siento, pero tendrás que aceptarlo. Se acabó.— Ella se encoge de hombros. —Tengo que ir.— Qué diablos es. —Háblame—, ordeno. Tiene a Sasha con ella y comienzan a caminar hacia un auto rojo estacionado al costado de la casa. Dejo

