―Despierta, despiertaaaa. Vamos, chicos guapos. Tenemos trabajo que hacer―, gemí. Conozco esa voz. Axel y Atlas se sentaron en la cama, gruñendo. Agarré sus brazos, tirándolos hacia mí y envolviéndolos de nuevo en nuestro cálido c*****o. ―Vete, Drew. Estoy cansada―, murmuré contra el pecho de Axel. ―No hay manera, princesa. Es día de fiesta. Levanta tu trasero. ¡Encontré el vestido perfecto para ti!― estoy muy emocionado por esto. ―Es demasiado temprano―. ―Te traje café―, cantó Clayton detrás de su pareja. ―Ahora tienes mi atención―, gemí, sentándome y estirando mis músculos adoloridos. Mi rostro se ruborizó cuando el dolorcito entre mis piernas me recordó lo que sucedió anoche. Me sonrojé al ver las caras de los hombres que claramente sabían exactamente en qué estaba pensando. Am

