Capitulo 4. Temores

1610 Words
Capitulo 4 Temores La noche fue larga, tanto que olvidé llamarle a mi madre; estoy a punto de irme a la cama cuando mi celular suena por un nuevo mensaje. —Cariño, mami quiere desearte feliz noche, recuerda llamar para saber de ti, te amamos, espero que todo esté bien. —Hola, mamá, si todo está bien, mañana en la noche llamaré; cuídate, saludos a papá, los amo. —Nosotros a ti, cariño. Me acuesto sobre la cama viendo al techo; la imagen de Kevin me llena de una sensación extraña, nunca la había sentido en mi vida, aunque en la escuela había chicos. Kevin ocasiona algo en mí y no puedo entenderlo. Estoy tratando de dormir, dando vueltas en la cama sin poder dormir; caigo al suelo golpeando mi codo. —Santo cielo, qué dolor. —Un nuevo mensaje me saca de mi guerra mental. —¿Ya estás dormida? —Es él, me envió un mensaje, calma, Daniela, recuerda que esto es nuevo para ti, con calma, tomo aire respirando profundo, pienso por unos segundos y lo hago esperar. —¿???? —Un nuevo mensaje con signo de interrogación; me pongo nerviosa antes de responder; me acuesto en la cama. —No, ¿por qué? —¿Quieres que te recoja mañana después de clases? —Tengo coche, ¿recuerdas? —Sí, solo que quería llevarte a un lugar que sé que te gustará. —Realmente quiero quedarme en casa, adelantar algunas actividades. —Entiendo, bueno, que pases feliz noche. —Igualmente, Kevin. Siento que arruine esto. No soy buena para hablar con chicos y mucho menos con uno como Kevin. Me da mucha curiosidad saber más de él, pero no sé cómo manejar la situación. Cuando lo conocí, era un odioso y ahora me escribe por la noche. Dejaré que las cosas fluyan naturales. Me acomodo sobre la cama mientras intento dormir. * La noche es fría tanto que no puedo dormir, me levanto en medio de la noche escucho la ventana cerrarse de golpe, no puedo evitar sentir nervios la casa está sola, y me da un poco de miedo los relámpagos, desde pequeña mi madre siempre me mantenía en mi habitación y cuando llovía, los relámpagos me dan mucho miedo, mis nervios no los soporto, la noche es tan fría que mi corazón quiere salir de mi pecho, me aterra la idea de bajar a cerrar las ventanas que se abren y cierran por los fuertes vientos, mi madre siempre iba a mi habitación y se acostaba junto a mí y ahora que no la tengo a mi lado no puedo evitar sentirme desesperada, lo único que se me ocurre es llamar a Kevin, espero unos segundos y por fin contesta la llamada. —¿Daniela? —Kevin, lamento molestarte a esta hora… —Interrumpe el sonido de la música y los truenos; no me deja escuchar. —Daniela, ¿estás bien? —Por favor, Kevin, ven, por favor. —¿Qué pasa? ¿Dónde estás? —En casa. —Voy para allá, no te muevas. —Kevin, cariño, ¿dónde vas? —escucho decir a alguien tras el teléfono. Los nervios no me dejan pensar, no puedo evitar temblar sobre la cama; pasan unos minutos y puedo escuchar su moto estacionar afuera. —Daniela —grita— Daniela. —Vuelve a gritar; el pánico que siento no me permite moverme, es algo incontrolable; puedo ver mi celular sonar y de inmediato la tomo. —Kevin —Ábreme, ¿qué pasa? Llamaré a la policía. —No, no es necesario, te lanzaré la llave, espera. —Me levanto con temor; lo puedo ver mojándose afuera. Lanzó la llave y él la toma cuando un relámpago me hace caer al suelo del susto. Me acomodo en la pared donde acomodo mis rodillas contra mi pecho. Lo escucho cerrar las ventanas y subir con prisa por la escalera; al verme en ese estado, se acerca a mí lentamente, arrodillándose, me sostiene de los muslos, donde yo lo miro a los ojos. —Lo siento mucho —le digo llorando. —No tienes que sentirlo, ¿qué pasa? ¿Qué haces aquí? Ven. —Me ayuda a levantarme y puedo ver que de su cabello está empapado; le pasa las manos por el cabello tratando de secarlo un poco. —Gracias —le digo mientras me acomodo sobre la cama; un relámpago hace que me abrace a su cintura y puedo ver que está tan mojado que moja mi ropa. —Hey, hey, tranquila, estoy aquí, mírame. —Me toma de la barbilla para que lo vea. —Estoy contigo —dice alejándose un poco para quitar su camisa, dejándome apreciar su abdomen formado. Lo veo sacar ropa del armario con rapidez; me pasa una pijama seca y me la entrega. Yo me levanto y él sale de la habitación, me cambio y, tomando valor, voy al armario y saco una toalla y se la entrego. La fuerte lluvia no me permite pensar y me siento sobre la cama, donde él se sienta a mi lado, acercándome a su cuerpo. —Ven, no tengas miedo —dice tapándome con la cobija, me abraza a su cuerpo y me voy sintiendo en calma, me voy sintiendo más tranquila. —¿Qué hora es? —le digo sin poder mirarlo, siento vergüenza de haberlo molestado. —Las 12 AM —dice acariciando mi cabello. —Lo siento, no quería molestarte, es que no sabía a quién más llamar. —No tienes de qué preocuparte, si me necesitas, puedes hacerlo; ahora me puedes decir, ¿cómo es que los relámpagos te asustan? —Suspiró mientras la lluvia aumenta y el frío de la noche es cada vez más fuerte. — Mi madre desde que yo era pequeña siempre me mantenía en mi habitación, tenía que algo nos pasará a mi hermano gemelo y a mí… —Interrumpe. —Espera, ¿tienes un hermano gemelo? —Sí, se fue al extranjero a estudiar administración. —Entiendo, continúa. — Bien, pues ella siempre nos protegía de todo y de todos, una noche como está las fuertes lluvias no me dejaban dormir los relámpagos eran tan fuertes que podría sentir como sonaban al caer cerca de casa, Salí a la habitación de mis padres y ellos estaban discutiendo por un pasado que afecta la vida de mi madre, ella gritaba tanto que sentí tanto miedo que llorando me fui a mi habitación y me encerré en el armario, escuchaba como caía cosas y rompían jarrones, mis nervios eran incontrolables, estaba muy pequeña y quería que mi madre me protegiera, pase la noche en el armario y mi madre al no encontrarme en la habitación tubo una crisis nerviosa que le tomo días para salir de la habitación, desde entonces mi madre siempre que llovía entraba a la habitación y dormía conmigo nunca me dejaba sola, desde entonces cuando llueve recuerdo el pasado y mis nervios no me permiten moverme no puedo estar sola no puedo — Digo asustada. —Entiendo, esto es culpa de tu madre; si ella no te hubiera hecho tan dependiente de ella, podrías defenderte por ti misma. Es solo lluvia, no tienes por qué sentir miedo, los relámpagos no hacen nada. —Lo siento, si te molesté por algo tan tonto —le digo levantándome y alejándome de su lado. —Hey, no tienes por qué molestarte, solo te digo lo que pienso. —Disculpa si te desperté. —No, no lo hiciste, estaba en casa de una amiga que cumple años hoy, organizó una fiesta para celebrarlo. —Entiendo, creo que ya dejó de llover. Agradezco que hayas venido; ya estoy mejor, puedes volver a la fiesta. —Le digo tratando de levantarme cuando siento sus manos sobre mis caderas. —Hey, ven aquí, no te dejaré sola; si me llamaste es porque me necesitas, ¿no es así? —Sí, solo que… —interrumpe. —No iré a ningún lado; además, la lluvia aún no para y ya tengo bastante con estar mojado. Ahora ven y duérmete, me estaré contigo. Puedo verlo quitar sus zapatos acomodándose en la cama me acomodo y él me sube la cobija se acuesta a mi lado, siento como pasa sus dedos por mi frente y me acomodo frente a él, mientras sigue pasando sus manos por mis mejillas, nos quedamos viendo fijamente un relámpago hace que lo tome apretando su abdomen mientras cierro mis ojos, al abrirlos puedo verlo mirarme fijamente, mis uñas están enterradas en su abdomen y él suelta un suspiro más como un gemido, toma mi mano quitándola poco a poco de él, entrelazando nuestros dedos, me suelta pasando sus dedos por la palma de mi mano, donde una sensación recorre mi cuerpo hasta mi sexo, me alejo volteando cierro los ojos mientras él acaricia mi cabello. —Duerme, tranquila, yo estaré aquí contigo. —Gracias, Kevin. Siento como el sueño invade mi cuerpo; su calor, su compañía es como si fuera necesario para mí, tanto que voy quedando dormida. * Kevin. Es tan hermosa que no puedo evitar admirarla mientras duerme. ¿Cómo es posible que su madre la haya criado tan vulnerable? Tan frágil e indefensa, se me está haciendo fácil alejarme de ti. Me levanto y me quito el pantalón; estoy todo mojado. Bajo a la cocina por un vaso de agua y, al subir, puedo verla dormida sobre la cama. Me acerco acomodándome a su lado; ella se acerca acomodándose en mi pecho, tan cerca que puedo sentir su perfume, que me invade. Apenas la conozco y me siento diferente cuando estoy con ella.
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