:.Capítulo 1.:

1516 Words
"El amor solo descansa cuando muere. Un amor vivo es un amor en conflicto." - Paulo Coelho.                                                                                         >> Me miré en el gigantesco espejo una vez más y comprobé que mi maquillaje y mi cabello se encontraran perfectos.   Hoy era un día muy importante. Mis padres habían inaugurado uno de sus más grandes y lujosos estudios fotográficos en la Ciudad de Nueva York y como era de esperarse, allí me encontraba, encerrada en un enorme camerino.   —¿Megan?   La silueta de Niam apareció de pronto bajo el umbral de la puerta y me hizo dar un respingo. Tenía la mala costumbre de nunca avisar cuando entraba en una habitación, a pesar de que sabía que yo lo detestaba. Su cabello rubio se encontraba trenzado en una bonita coleta lacia que caía sobre su hombro derecho hasta la cintura, a la vez que un vestido plateado se ceñía a sus caderas y le moldeaba el cuerpo perfectamente.   —¿Qué te pasa?   Sus ojos verdes chocaron contra los míos llenos de curiosidad y no pude evitar fingir una sonrisa mientras ella empezaba a caminar hacia mí.   —Estaba pensando...— le farbullé sin darle mucha importancia al tema y me volví a girar hacia el espejo para poder contemplarme unos segundos más. No había dormido muy bien durante las últimas semanas y el par de ojeras bajo mis ojos lo gritaban a pesar del maquillaje que cubría mis facciones— Maldición, me veo terrible.   La risa encantadora de Niam resonó a mis espaldas al mismo tiempo que una de sus manos acomodaba la seda inferior de mi vestido de noche.   Niam Ann Cyrus era una de las mejores modelos con las que había trabajado y mi mejor amiga. Nos habíamos conocido cuando tuve mi primera pasarela a los doce años de edad y desde ese momento nos habíamos hecho inseparables. Ella me había enseñado la mayoría de las cosas que sé sobre el modelaje y la vida, así que sería capaz de confiarle todo lo que tengo sin pensármelo dos veces...   —Creo que estás divagando nuevamente, Megan. No luces terrible, solo estás cansada— farbulló asegurando firmemente la cremallera del vestido bajo mis lumbares y luego me sujetó de los hombros para poder mirarme a través del reflejo del espejo. Una sonrisa tensa le curvó los labios— Sabes que este trabajo es terriblemente agotador, pero al menos, te ves preciosa.   Un magnífico vestido n***o se encontraba ceñido a mi cintura, moldeando cada curva de mi cuerpo a la perfección. La tela caía en livianas capas transparentes hasta el lujoso piso de mármol, brillando a través del encaje que hacía resaltar mi pálida piel sobre la seda oscura.   Revoleé los ojos ante las palabras de Niam, sin darle mucha importancia a lo que reflejaba el espejo. La misma rutina que había creado desde mi adolescencia hasta los primeros años de mi adultez me estaba aburriendo. Todo era tan estúpidamente predecible que había dejado de tener sentido. ¿Preciosa? Quizás, pero seguía sin valer demasiado la pena.   —Vamos Meg, es hora de que salgas— mi mejor amiga arregló ligeramente el cabello que caía en rizos oscuros hasta mis caderas y luego me observó— No voy a poder modelar esta noche por el problema que tengo en el tobillo, así que sólo tú eres la única capaz de evitar que toda la atención y el pudor se lo lleve la engreída de Danielle— sacudió levemente mis hombros en forma de advertencia y yo me eché a reír divertida— ¡Démosle a esa perra su merecido para que deje de creerse el centro del mundo!   Me volteé hacia ella mirándola con malicia y sin decir nada más chocamos nuestras manos en el aire.   Mucha gente, a lo largo de mi vida, me había considerado fría y superficial. No voy a decir que no me afectaba o que no me importaban sus opiniones sobre mí porque estaría mintiendo, pero a la única persona a la que no podía "aceptarle" ese tipo de juicios o supersticiones sobre mí, era a Danielle Johnson. Que la chica se creyera el centro del mundo ya era suficiente tortura como para permitirle que se le ocurriera juzgarme. Desgraciadamente, al igual que nosotras, Danielle era una modelo activa en esta ciudad, así que no podíamos hacer nada para evitarla por mucho que así lo quisiéramos. Era como una jodida plaga. Y esa noche no era la excepción...   —Suerte.   Las alegres y cálidas palabras de Niam me sacaron de golpe de mis pensamientos.   Sacudí la cabeza con resignación.   —La suerte no existe.   Como lo esperaba, Niam revoleó sus ojos con malestar y tiró de mí hacia las puertas que dividían el pasillo del camerino.   La gran cantidad de luz del lugar me recibió de golpe y no pude evitar hacer una mueca de dolor mientras sujetaba la larga falda del vestido con ambas manos y empezaba a caminar de prisa hacia la gran cantidad de murmullos que formaban eco entre el pequeño lugar iluminado. Por esa noche me esforzaría en deshacer todas las pequeñas dudas que llevaban meses inundando mi cabeza y dar un buen espectáculo. Había recorrido tantas veces la pasarela a lo largo de mi vida, que inevitablemente empezó a haber un vacío dentro de mi pecho que no se llenaba con nada. Se sentía frustrante en demasiadas ocasiones, porque... todo lo que conocía o se asociaba a mi zona de confort giraba en torno a esto. Un par de cámaras, vestidos y maquillaje, era lo único que necesitaba para encajar. Entonces, ¿Por qué hacerlo me hacía sentir de esta manera?   Estúpido razonamiento.   —¡Hey, Megan!   La voz grave de Anderson a mis espaldas me hizo dar un salto y voltearme enseguida. Su cuerpo se encontraba a tan solo un par de pasos de mi posición y un increíble esmoquin gris cubría sus amplios hombros. Su cabello rubio, normalmente despeinado, ahora se encontraba fijo hacia atrás y le daba un semblante de hombre mayor que claramente no cuadraba para nada con su apuesto rostro de niño. Lucía encantador y él lo sabía perfectamente.   Pude notar cómo su sonrisa se curvaba de fascinación.   —Demonios, te ves increíblemente hermosa— murmuró deslizando la yema de su dedo índice a lo largo de mi mejilla y yo me mordí el labio inferior con fuerza al sentirlo descender hasta la curva de mis pechos. No era un hombre «sutil» cuando se trataba de tocarme, así que tenerlo cerca en un lugar público se convertía en una completa agonía de placer y frustración que me volvía loca hasta el momento en que pudiera tenerlo dentro de mí, empujando con fuerza.   Anderson lo sabía y se regocijaba jugando con ello.   —Te dije que no vinieras a buscarme antes de la presentación. Me pones nerviosa.   Aparté su mano de mi cuerpo para tratar de mantener la distancia y él rió, asintiendo levemente con la cabeza.   —Lo sé, lo sé. Sólo quería desearte un poco de suerte.   Mis ojos recorrieron su rostro con incredulidad antes de cruzarme de brazos. Estaba completamente segura de que él no había venido para eso. Anderson no hacía las cosas porque sí, él siempre tenía un motivo secreto. Planeaba todo antelación y llevaba cada paso de su vida en un orden específico. Decir que era estructurado, era quedarse demasiado corto.   —Eres demasiado curiosa...— farbulló sin darme ninguna explicación y se inclinó sobre mí para atraparme entre sus labios. Yo le correspondí el beso instantáneamente sin darme un instante para pensar. Perderme entre su boca era mi pasatiempo favorito, así que dejé que su lengua y sus manos vagaran sobre mi cuerpo hasta que estuve jadeando por un poco de aire.   Él rió, dibujando con sus manos el contorno de mi cintura.   Me había hecho olvidar todo con tan solo un beso.   —Tus padres están ansiosos por verte...— susurró pegando sus labios en mi oreja para luego aspirar el perfume de mi piel con suavidad— Ellos, sobre la pasarela. Yo, desnuda en mi cama apenas esto termine.   Me aparté un poco de él dedicándole una pequeña mirada de advertencia y pude sentir cómo el calor inundaba mis mejillas.   —¿Puedes callarte?   Anderson se echó a reír ligeramente antes de encogerse de hombros, despreocupado. Mi labial había invadido sus carnosos labios y lo hacía lucir más adorable de lo normal.   —Lo tomaré en cuenta para tu próxima función, pero hablo en serio. Una noche como la de ayer debería repetirse como mínimo todos los días.   Un rápido flashazo de su rostro entre mis piernas vino a mi mente y no pude evitar contener la respiración.   Oh sí. Estaba de acuerdo.   —Lo pensaré— susurré en cambio y los labios de mi novio se curvaron con malicia como si desde ya estuviera pensando miles ideas de tortura para hacerme tragar mi supuesta indiferencia.   —Insoportable— bromeó con una resplandeciente sonrisa y enseguida desapareció por una de las lujosas puertas del pasillo, sin molestarse en despedirse y regalándome apenas una caída de ojos. Llevábamos bastante tiempo juntos, pero todavía me estaba acostumbrando a su elocuente forma de actuar. Al fin al cabo, él era otra parte de mi zona de confort, así que... todo debería estar bien, ¿Cierto?
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