Una semana después de aquella pesadilla recibí una inesperada llamada cerca de la media noche, era el primer lunes de reingreso a clases, y no era normal recibir una llamada con el número de su casa a estas horas de la noche.
El teléfono resbaló de mis manos, mis lágrimas corrían por mis mejillas, estaba devastada.
Él se había recobrado por completo de su enfermedad, había luchado, era un guerrero, y este día quería darme una sorpresa, habían aceptado su trasferencia a mi escuela, pero algo había ido mal en su viaje, el autobús había tenido un fuerte impacto con un avión que descendía fuera de control. Estaba mal herido y lo había llevado hace un par de horas al hospital, en donde después de las intervenciones médicas recobró la conciencia.
Su madre dijo que parecía feliz, y escribió una carta para mí, en donde se disculpaba por la demora y que lamentaba que se hubiera arruinado de ese modo la sorpresa, pero que tan pronto se recobrara por completo vendría para quedarse en la ciudad.
Su cuerpo que recién había superado una terrible enfermedad, no soportó la noche, algún extraño suceso le había cortado la respiración y había terminado con su vida.
Esa mañana llegué al hospital, no podía creer aquella noticia, tenía que verlo para cerciorarme de que no era una falsa noticia.
Lo vi, su cuerpo estaba inmóvil bajo la sábana blanca mientras su madre dormía tomando su mano y con el rostro evidente de una melancólica noche de llanto.
Lloré y me culpé por lo sucedido, su madre intentó consolarme, ¡qué egoísta fui! Esa madre devastada necesitaba consuelo, pero había pensado más en mí y en mi dolor y me olvidaba de que debía ser más consiente del dolor de esa mujer.
-Escribió algo unas horas antes del suceso –dijo la madre de aquel joven cuando por fin me había calmado
-¿Algo? ¿Qué es? -recibí un sobre sellado de las manos de aquella mujer que enseguida salió de la habitación
“Me siento feliz de haberte conocido, me has dado fuerza y has la persona más importante de mi vida. Tu fuerza y tus ánimos me ayudaron a salir adelante, a no darme por vencido cuando sentí que todo estaba perdido…Soy el hombre más afortunado por haberte conocido y quiero que me recuerdes como aquellos alegres veranos…” –lloré aún más al leer aquellas líneas, parecía que sabía lo que iba a ocurrir, era una despedida… un nunca más “Sé que lo que tuvimos va a ser algo muy difícil de olvidar, pero quiero que sigas adelante, que termines la escuela y vayas a aquel sitio que tanto mencionabas, ese lugar hermoso en el que deseabas estudiar y seguir creciendo, debes hacerlo por los dos. Tus logros serán mi mayor felicidad y aunque físicamente no logre estar a tu lado mi alma siempre va a apoyarte y darte todos los ánimos que necesitas. Recuérdame como un suceso hermoso en tu vida, el primer hombre que te amo hasta su último aliento, pero debes prometer que no seré el último hombre que te hará feliz en esta vida, deseo que tengas innumerables momentos de felicidad, que encuentres a aquella persona con la que decidas pasar el resto de tu vida. Y promete que tendrás una larga vida llena momentos memorables y personas que te llenen la existencia de felicidad. Con todo mi corazón y mi último aliento desearé que tengas una vida hermosa y recuerda que te amé y te pensé hasta el último momento.”
Una despedida dolorosa y profunda, imaginaba el dolor que debía sentir al escribir todas esas palabras, parecía que su manos apenas y podían controlarse, sus letras eran entendibles pero parecían temblorosas, algunos parecías garabatos con forma, pero aun así logré leer cada una de sus palabras.
“Posdata. Grabé un mensaje en mi teléfono, quiero que lo conserves el tiempo que lo necesites” –leí al final en una nota apresurada oculta dentro del sobre.
Conseguir su teléfono fue una misión casi imposible, su madre se negaba a dármelo, quería conservar todos los recuerdos de ese dispositivo, así que en 3 minutos logré enviar aquella grabación a mi teléfono, borrarla del dispositivo original para guardar con recelo la voz de sus últimas palabras.
-¡Hola! Estoy bien y con un buen ánimo, espero que lo estés pasando bien y que no me extrañes mucho hoy. Guarda en tus recuerdos más preciados todos aquellos días en los que fuimos felices, olvida todos los días malos y las discusiones. Trata bien a las personas que se preocupan por ti y ayúdalos en sus peores momentos. Hoy es el día para que sigas adelante y conozcas a alguien más, alguien que te haga feliz y por quien merezca la pena darlo todo. ¡Ánimo! Tu felicidad siempre será mía.
Escuchar su voz una y otra vez a través de esa grabación se convirtió en parte de mi rutina para antes de dormir.
-Entiendo que estás triste por lo que ocurrió, fue una desgracia, pero escucharlo todos los días no creo que te haga bien –mi amiga sonaba preocupada
-Cuando esté lista para dejarlo ir dejaré de escucharlo, es lo único que puedo tener de él ahora
-Se ha ido, sabes que no es un sueño, lo estás viviendo, y lamento mucho que las cosas terminarás así para él. Pero tú eres joven, pareces un robot cada día, tus padres están preocupados, yo estoy preocupada. Te desvives en el trabajo, pero hasta el jefe y los clientes notan tu melancolía. Me alegra que no has descuidado la escuela, pero hay más allá de obtener buenas notas, debes mirarnos a los demás
-Lamento preocuparlos a todos de esta manera, pero es así como lidio con mi dolor
-Lo sé, pero ya pasó poco más de un año, debes dejarlo ir, no está bien que sigas viviendo así
-No tengo otra manera de vivir, lo amé tanto…
-Lo sé, y estoy segura de que él también te amaba, no solo escuches la grabación, toma su consejo, sigue adelante.
Al principio escuchar su voz era un recuerdo doloroso pero al pasar el tiempo empecé a sentir alivio, no había sufrido tras sus últimas horas, parecía animado y su voz sonaba feliz.
La vida para mí seguía aunque él no estuviera más en ella, sólo me quedaban sus recuerdos y esa nota de voz que no deseaba dejar de lado, no quería olvidarlo, no quería dejar de amarlo, pero ya no existía, ya no estaba más en este mundo y tenía que aceptarlo aunque todo pareciera solo un mal sueño.