Conociendo el amor
Desperté esa mañana con un sudor frio y escalofríos recorriendo todo mi cuerpo, me puse de pie y caminé hasta el cuarto de baño para mojar mi rostro y desaparecer aquellas imágenes de ese sueño recurrente que parecía siempre tan vívido, tan real que no soporté las ganas de llorar.
Me recobre y caminé por la soledad de la casa, mis padres no estaban, estaba sola en casa desde hace 2 días y eso no me había preocupado en lo más mínimo hasta esa madrugada, no podía conciliar el sueño, y temía hacerlo por tener de nuevo aquel sueño, que más que eso era una pesadilla terrible.
Tomé mi computadora móvil y la encendí, abrí un programa que me permitió hacer una video-llamada de la que pronto obtuve imágenes.
- Tuve esa pesadilla de nuevo –dije aún asustada
- No tienes de qué preocuparte, todo estará bien –escuché la calma de su voz y me tranquilicé enseguida.
Escuchar su voz y ver ese rostro que me encantaba, me reconfortaba en un instante, tenía ese don para curar mi tristeza y mi temor. Pronto había olvidado todo, sólo estábamos él y yo, platicando a través de una pantalla. Eso era cotidiano, cuando me sentía mal, cuando lo extrañaba me bastaba con verlo, saber que estaba bien.
>>Lo conocí el verano pasado, las vacaciones comenzaban y él llegó de visita a la ciudad, me convertí en su guía, en su compañera y en su confidente durante su estancia aquí. Pero eso no fue todo, me enamoré de él desde el primer instante y él se sintió atraído por mí.
Yo me sentía como una tonta, era la primera vez que me sentía de esa manera por un chico, me importaban sus palabras, me gustaba su sonrisa y el sonido de su voz. Me hacía reír y me sentía constantemente halagada con sus palabras. Me gustaba tenerlo cerca.
Así pasaron los días, acordábamos una hora para el encuentro y yo lo llevaba a recorrer alguna parte del pueblo mientras contaba animadamente muchas historias sobre mi niñez y mis pequeñas aventuras con mi mejor amiga, mientras el me miraba de manera cariñosa y sonriendo con mis historias.
Y en menos de lo canta un gallo, llegó el día de la despedida, la melancolía me invadió, no quería que él dejara la ciudad, me agradaba demasiado su compañía, pero sabía que este día llegaría, después de todo las vacaciones no son infinitas.
Lo llevé hasta la central de autobuses y mientras esperaba tomada de su mano, inesperadamente me robó mi primer beso. Esa nueva sensación en mi corazón me había hecho vibrar de pies a cabeza, algo se había despertado dentro de mí y sin duda eso haría más triste la despedida.
Lo único que me reconfortaba ahora era tener la nueva tecnología que me permitiría contactarme con él cuando ambos lo necesitáramos, cuando deseáramos hablar como lo habíamos hecho durante el verano, el único inconveniente ahora es que no podría rosar sus labios con los míos como esa primera vez.
Desde ese día diariamente recibí noticias suyas a través de la computadora y del teléfono, muchas veces hablábamos durante horas sobre cosas sin sentido sólo para escucharnos y sentirnos cerca.
Ir a la escuela me resultaba como un inconveniente para verlo, pues todas esas horas en el salón de clases me prohibían comunícame con él a placer, así que en la primera oportunidad aprovechaba para escribir un pequeño texto y enviárselo para recibir noticias suyas y extrañarlo un poco menos.
El invierno frío llegó, y con él la noticia de una nueva visita, el vendría a las fiestas decembrinas del pueblo solo para verme.
Ese es el más inolvidable invierno de mi vida y el más cálido, mientras la nieve cubría poco a poco el piso de la central, el autobús acercándose me llenaba de calidez y emoción.
Lo abracé apenas se asomó de la puerta de esa máquina metálica, él me levantó unos centímetros del piso para girarme ligeramente por el aire, su emoción era tanta como la mía, y su sonrisa me lo comprobaba.
Amaba pasar el tiempo con él, escuchar sus anécdotas y sus chistes poco comprensibles que más que reír me causaban pena. Pero así era él, siempre alegre, inteligente y romántico.
La última noche, durante la cena de año nuevo, me declaró su amor, yo estaba feliz que y emocionada por sus palabras, y entonces se convirtió oficialmente frente a mis padres en mi primer amor.
De nuevo llegó la hora que más me disgustaba, debía acompañarlo hasta la estación para que fuera de regreso a casa. Esa mañana el clima era más frío de lo usual, no había nevado y aun así el viento helaba mi rostro a cada paso.
-La próxima vez vendré durante la primavera, quiero ver las flores a través de tu mirada
-Estás diciendo que vendrás para esta primavera
-Eso es lo que deseo más, pero veré mis posibilidades, como sabes estoy ocupado en el último año de la escuela, quizá no más que tú, pero debo esforzarme.
-Esperaré noticias tuyas, ya espero ansiosa la primavera.
Todas las tardes después de la escuela esperaba impaciente su llamada, para verlo con esa alegría y con ese humor que lo caracterizan y cada día recibía esa llamada casi siempre a la misma hora.
El amor a distancia parecía funcionar, platicábamos como si estuviéramos juntos, compartíamos aprendizajes y los detalles de cada uno de nuestros días.
>>Todo cambió esa tarde faltaba poco para la primavera pero por alguna razón sentía escalofríos. Esperaba ansiosa su llamada del día, pues con sus miles de ocupaciones siempre hacía tiempo para llamarme. Me sorprendió que el reloj anunció la medianoche y la llamada no había llegado.
Llamé a mi mejor amiga, la que me aconsejaba y alentaba, en esa llamada ella dijo que quizá todo estaba terminando entre nosotros y que debía pensar en ello. Pero me negué a creer sus palabras y con un tono cómico le respondí que eso era imposible, que éramos tal para cual y que si no había llamado seguramente había surgido algo importante.