CAPÍTULO SIETE Justin siempre había encontrado la política un poco deprimente. No le importaba porque, aunque no se consideraba rico, se encontraba confortable. Su abuelo había inventado un artilugio con derechos de autor que se utilizaba en todas las máscaras de buceo del mundo. Justin no necesitaba trabajar. Se suponía que tenía que cumplir horas en la oficina, pero rara vez se molestaba en hacerlo. El personal lo tenía todo bajo control. No necesitaban que anduviera por ahí. Si alguna vez su saldo bancario necesitaba una recarga adicional, simplemente se lo pedía a sus padres. Sabían que nunca les devolvería un céntimo, pero era su único hijo. Todas las partes implicadas se sometían a una farsa para evitar una posible vergüenza. “Necesito dinero para salir con una chica, papá. Te l

