CAPÍTULO SEIS
Justin, en cambio, no tenía ninguna duda. Trudy era especial, era «la elegida», estaba absolutamente seguro de ello.
Y con tal conocimiento, estaba impaciente por ponerse manos a la obra. De empezar a mirar casas, arreglar una cuenta bancaria conjunta, o incluso conocer a sus hijos. Diablos, estaba listo para adoptarlos.
Definitivamente lo haría cuando se casaran.
No había mencionado nada de esto a Trudy. Probablemente era demasiado pronto para entrar en detalles, decidió. Pero le hizo saber que amaba a los niños, que no podía esperar conocer a los suyos.
“Todo el mundo me dice que soy muy bueno con los niños”, le mintió, no por primera vez.
Trudy le creyó. No tenía ninguna razón para no hacerlo. Sólo que no estaba segura de que infligirle su descendencia ayudara necesa
