Desayuno de rosas y misterio

1238 Words
Al día siguiente, Aurora se siente como en las nubes. Se anima a bañarse, ponerse bonita y baja las escaleras, feliz. De repente, su celular suena. —Hola, Doctor Dante —responde Aurora. —Hola, ¿estás lista para desayunar? Estoy frente a tu puerta —responde Dante. —Supongo que la dirección la viste anotada en mi diario —le dice Aurora. —Sí —responde Dante. —Listo, abriré la puerta —dice Aurora. Cuando abre la puerta, un ramo de flores aparece frente a sus ojos, dejándola sin saber qué pensar. —¡Rosas! Amo las rosas —exclama Aurora. —Hola, si me permites, te quiero invitar a desayunar. Sé que es sábado y te mereces un día increíble, como esa flor tan linda —responde Dante. En ese momento, la hermana de Aurora interrumpe. —Hermana, ¿adónde vas? Hola, supongo que usted es el doctor —le dice, mirando a Dante. —Sí, y tú debes ser su hermana —responde Dante. —Cuídala bien o, si no, esta cara me va a cambiar de amigable a otra cosa. ¡Disfruten! —dice Violeta. —Claro que sí, la cuidaré bien —responde Dante. Aurora sube al auto y se dirigen al restaurante a desayunar. Después de eso, platican y Aurora le agradece a Dante por ese momento tan increíble. Dante deja a Aurora en su casa. Se despiden con un beso en la mejilla, y Aurora observa cómo el auto de Dante desaparece de su vista. —¡Cuéntame, dime! ¡Estás enamorada de él! —le dice Violeta, emocionada. —Claro que sí, ¡ya está más que enamorada! —le responde Scarlette. —Solo fue un desayuno. Hoy sí me voy a relajar, usaré la piscina. ¡Necesito una copa de vino! —dice Aurora. Dos días después, el reloj marca las 5 de la tarde. En la sala del consultorio del Doctor Dante, alguien toca la puerta. —Hola, doctor, felicidades, una hora en cirugía. ¡Se defiende muy bien! —le dice Flor. —Gracias, Flor —responde Dante. —Usted está muy serio con todos, y hoy está más sonriente. ¿Qué pasa? ¿Es esa chica que vino la vez pasada, la que atendió por el problema de anemia? —pregunta Flor, pensativa. —Sí, ¿y qué tiene que ver? —responde Dante. —Tiene que ser linda y especial, para que usted se pierda en la mirada de ella. Y ese regalo que estoy viendo, ¡es demasiado grande! ¿Qué es? No seas tímido, dime, ¿es amor? ¿Te enamoraste de ella? —insiste Flor. —Tengo que salir —responde Dante, interrumpiéndola. —Mi padre quiere verte. Te invito a cenar a mi casa, no sé si quieras venir. Aunque deberías, ya que estamos libres —dice Flor. —Tengo cosas que hacer —responde Dante. —¿Qué cosas? —pregunta Flor. —Adiós, Flor —dice Dante, mientras baja al ascensor. En la casa de Aurora, el reloj marca las 7 de la noche. Aurora está en su casa, junto a la piscina, pensando en mil cosas. Con una copa de vino en mano y el celular a su lado, de repente, su celular suena. Contesta. —Hola. —Hola, soy Roxy, te llamo de la clínica. Quiero verificar que estés tomando tus medicinas y comiendo a tus horas, según el menú. —Sí, estoy tomando todos los medicamentos, todo está bien —responde Aurora. —Perfecto. Descansa mucho, duérmete temprano y relájate. No te estreses, que tengas buena noche. Adiós —dice Roxy. —Adiós, gracias por llamar —responde Aurora, pensativa. En la casa de Dante, Roxy llama. —Hola, ya la llamé, dice que está bien y que se está tomando sus medicinas. —Ok, gracias —responde Dante, mientras mira a su gato Quesito, que llora porque tiene hambre. Dante le prepara su comida especial y, ocho minutos después, le hace un masaje y lo peina. En la casa de Aurora, después de un rato en la piscina, Aurora se cambia. Media hora después, está en la cama viendo videos divertidos en su laptop. Se ríe, pero luego suena el timbre. Al abrir la puerta, se encuentra con un gran regalo. La persona encargada le pide que firme para confirmar la entrega. Aurora accede, firma y lleva el regalo dentro de la casa. Scarlette y Violeta la observan. —¡Ábrelo! —dice Violeta. —¡No! No lo abras, puede ser una bomba explosiva. A veces los regalos grandes son bombas —dice Scarlette. —Nadie lo abre hasta que yo diga. Lo abriré mañana —responde Aurora con una sonrisa misteriosa. En la casa de Dante, alguien toca la puerta. Dante abre y mira el reloj en la pared. Son exactamente las 10 de la noche. —Hola, hermanito, soy Sara. Vine a visitarte. ¿Por qué tienes esa cara? —dice Sara. —Nada, ya sé que eres mi hermana —responde Dante, algo tenso. —¿Conociste a una chica mientras trabajabas como doctor? —pregunta Sara. —¿Quién te dijo eso? —responde Dante, sorprendido. —Lo veo en tu mirada, hermanito. Estás enamorado y no sabes qué hacer —dice Sara con una sonrisa traviesa. —Por cierto, me quedé sin trabajo. No tengo trabajo y tengo 24 años apenas. —¿Cómo que no tienes trabajo? —pregunta Dante, preocupado. —Es una larga historia —responde Sara. —Resúmela —insiste Dante. —Recorte de personal, y también metí la pata. Le grité al jefe, pero más por el recorte de personal. Aparte, mi jefe me dijo que si dormía con él, me ascenderían, y le dije que no. Y eso pasó. —explica Sara. —Vamos a dormir ya, mañana tengo que trabajar —responde Dante, cambiando de tema. —Ok —responde Sara. —¿Ya cenaste? —pregunta Dante. —Sí —responde Sara. —Ok —dice Dante, mientras se recuesta en el sofá. En la casa de Aurora, Violeta dice: —Qué bueno que estamos viendo películas y comiendo. —Muero por saber qué es eso que está en la caja. ¡Es muy grande! —exclama Scarlette. —Al menos no es una bomba, ya hubiera estallado. Hermanas, me iré a dormir. —dice Aurora. —¡Ok, buenas noches! Sueña con Dante —le dicen Scarlette y Violeta mientras siguen comiendo palomitas de maíz. Aurora se va a lavar los dientes, se pone su pijama y se acuesta a dormir, pensando en Dante. Por otra parte, las mentes de Aurora y Dante se conectan en ese preciso momento. Ambos están pensando el uno en el otro, incapaces de dormir por la intriga y las emociones, hasta que finalmente, se quedan profundamente dormidos. Al día siguiente, Aurora se siente como en las nubes. Se anima a bañarse, ponerse bonita y baja las escaleras, feliz. De repente, su celular suena. —Hola, Doctor Dante —le dice Aurora. —Hola, ¿estás lista para desayunar hoy? Estoy frente a tu puerta —le responde Dante. —Supongo que la dirección la viste anotada en mi diario —le dice Aurora. —Sí —responde Dante. —Listo, abriré la puerta —responde Aurora. Cuando abre la puerta, un ramo de flores aparece frente a sus ojos. No sabe qué pensar.
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