Lia La única vez que había visto en persona a Angelo Fioretti, fue al día siguiente de mi captura. Recuerdo claramente que se acercó a mí con aquella expresión rígida e inmutable, diciendo que no quería hacerme daño, pero que yo era la manera más rápida de llegar a Raffael. No conocía el paradero de mi entonces novio, para aquella etapa de la relación nosotros ya estábamos lo bastante distanciados y rotos como pareja. Al día siguiente llegó aquel pelirrojo, Fernando, acompañado de Alonzo, y aunque nunca me golpearon o trataron mal, nada quitaba que me encontraba en medio de un secuestro con un bebé que necesitaba ser intervenido de emergencia por problemas al corazón y al cuidado de mi inválido padre. Aquel secuestro no resultó ser como los que habitualmente se veían en las noticias.