JANE Cuál cangrejo abro un ojo y después otro, no queriendo despertar de aquel grato sueño. Mi cuerpo está relajado, siento como si estuviera sobre una gigantesca bola de algodón y soy incapaz de levantarme. No obstante, al recordar lo que sucedió hace rato, abro mis ojos de golpe y los vuelvo a cerrar. Recuerdo sus caricias, su firmeza, su imponencia y aunque pareciera imposible, su increíble delicadeza. Muerdo mi labio y me renuevo en la cama. Me siento extraña, mis senos se sienten extraños, los estremecimientos todavía recorren mi cuerpo, y me siento observada. Me levanto despacio y me encuentro con un par de bellos ojos azules sobre mí. Los nervios y la vergüenza regresan a mi sistema, así que me cubro con la sábana un poco más y me pegó al respaldo de la cama. —Buenos días, señ

