Prólogo

1035 Words
PRÓLOGO. Narrador Omnisciente. — Buenas tardes, señorita — saluda Angelo al encontrarla ordenando los adornos sobre el mostrador. Elliet se gira. Su rostro luce una sonrisa que permanece siempre en ella, una expresión que rara vez se ve seria o molesta. — Sí, joven, ¿en qué puedo ayudarlo? — responde amablemente. Angelo es un cliente más, y por lo tanto, recibe el mismo trato que ella le da a los otros. En este instante, Angelo se siente extrañamente atraído por Elliet, por la manera tan gentil y genuina al recibirlo y también por esa sonrisa angelical que lo conquista de inmediato. Es el buen trato, la voz dulce, esa forma de expresarse y, sobre todo, la energía envolvente que contagia y atrapa. — Estoy... buscando adornos para decorar mi casa — responde, pero por dentro se ríe, porque aquella señorita le dice "joven" cuando él no lo es tanto; tiene treinta y tres años y no se considera tan joven como ella lo expresa. — Bien, señor, como podrá ver, hay infinidades de cosas — responde amable — ¿Busca árbol, luces, bambalinas? — Tiiii, papi eso — una voz dulce, que hasta el momento ha permanecido en silencio, lo rompe. Los dos pares de ojos bajan hacia el diminuto cuerpecito. La pequeña pelirroja atrae la mirada de ambos, y ellos sonríen por la emoción infantil. Angelo se agacha y se pone a la altura de su hija de tres añitos. Le habla con amor. — Un poco de paciencia, mi Ada. La señorita nos va a mostrar y compraremos el arbolito para que Santa traiga tus regalos. — Y, una mami huena (buena) — enfatiza la niña. Angelo asiente, pero no le contesta. Su corazón se duele, porque su pequeña quiere una madre. Recobra su postura y vuelve a dirigirse a la joven que lo atiende. Él ve cómo la joven se queda anhelando a su hija. — Señorita — llama su atención. Ella rompe el contacto visual con la pequeña y lo mira — Necesito un carrito para cargar las cosas — comenta. — Ah, sí, sí. Ya le traigo uno enseguida, espere aquí. Angelo es nuevo en la ciudad y, por lo tanto, en la tienda. No sabe dónde se encuentran las cosas y pide ayuda. La joven cruza a la derecha y aparece en cuestión de un minuto. — Aquí está — dice al llegar — ¿Quiere que lo acompañe a elegir? — se ofrece con el rostro sonrojado. Pero es su trabajo, y tiene que hacerlo. — Sí, por favor — acepta él. Ella asiente y le recomienda subir a su hija al carrito; allí irá cómodamente sin entorpecer el recorrido. — ¿Qué le parece si iniciamos por el árbol? — le pregunta — Es decir, usted escoge el árbol y de allí partiremos con los demás. Depende del tamaño de su elección, será el tamaño de la decoración. — Perfecto — acuerda con la propuesta. — Mina (mirá) ahí, papá. Gande (Grande) — pronuncia la pequeña Charlotte refiriéndose al árbol de pino sintético. — ¿Te gusta, mi pequeña Ada? — le pregunta Angelo a su hija. Ella asiente para luego decir Ti, que significa "sí". Angelo es un padre consentidor que complace a su hija en casi todo lo que puede, pues hacerla feliz es su tarea. Además, el amor que siente por ella es tan infinito que no se compara con nada. Lo único que no ha podido complacerla es en darle una madre. No ha llegado la mujer indicada, aunque ha pensado en buscar una madre por contrato para hacerla feliz. ¿Qué consecuencias le traería a futuro? Piensa, cuestionándose. — Mm, ¿quién va a elegir el árbol? — pregunta Elliet, pasando la mirada de Angelo a Charlotte. — ¡Yo! — mencionan al unísono — ¿Sí, princesa Ada? — Ta bien, papi. — Buena niña — y le guiña el ojo. — Dijiste este, ¿verdad? — le pregunta a la niña. Elliet rueda los ojos con diversión al ver a la niña y a su padre eligiendo, cuando él le había dicho que elegiría solo. Al final, ambos están eligiendo. — Ti (sí), es gande (grande) y banco (blanco) — dice Ada. — También me gusta. Nos lo llevamos — anuncia Angelo. — Perfecto — Elliet, desde la distancia, señala la elección. Del otro lado captan, ya que es su modo silencioso de comunicarse. Los tres continúan el recorrido por los pasillos. Elliet muestra, y padre e hija eligen. Primero son las luces LED, y toman una cantidad considerable; luego las guirnaldas, en variedad de colores dorados y rojos; mini Santa Claus, parejas de tórtolas y muchas cosas más. — Por aquí tenemos... — comenta Elliet — ...los juegos completos para armar el nacimiento, con ovejitas, pasto, los tres reyes magos y el Niño Dios. — Sí, también lo llevamos — dice Angelo sin pensarlo mucho. — Papi, un Tanta Clou de mentira (Santa Claus de mentira) — pide Ada. — ¿Lo quieres? — Sí. Elliet está encantada con la agilidad de la pequeña. Además, en el lugar donde ella trabaja, nunca ha visto una niña con el cabello rojo como el de Ada. Algo en esa niña le causa ternura y, a la vez, se le hace familiar. — Hasta aquí los acompaño — pronuncia ella, haciéndoles saber. Su función termina cuando el cliente, o mejor dicho, Angelo y Charlotte, está en caja para cancelar. — Gracias, fuiste muy amable — responde él en agradecimiento — Y gracias por tu paciencia. — Fue un placer para mí atenderlos — manifestó. dio media vuelta y se alejo de la caja. Elliot sintió un vacío extraño en el pecho y no sabía por qué se sentía así. no era de las chicas que sintiera cosas raras, Pero algo en su interior en lo más profundo quería hablar, hacerla sentir. Por otro lado, Angelo y su pequeña Ada salieron, un embalador los ayudo con sus cosas y las llevo al coche donde la guardaron. — Vamos a tener la Navidad en casa mi pequeña Ada—le aviso Angelo a su hija. — Tiii — la pequeña aplaudió con entusiasmo.
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