-No me toques! - gritaba cada vez que sus manos intentaban tocarme más allá de lo debido. Parecía frustrarse cada vez que se acercaba para besarme, lo intento una última vez y tal como la otras veces lo aparte de mí. Lo escuché gruñir, era el primer sonido que hacía desde que lo conocí, no hablaba, ni siquiera me veía a la cara, que tipo más raro. Me empujó contra la cama hundiéndome en ella y me miro molesto, tenía los ojos claros, pestañas alargadas, un piercing en su nariz, de seguro quería parecer intimidante ante sus víctimas. Se acercó a mí para gruñir otra vez, ¿no sabía hacer nada más? Sus manos tomaron con fuerza mi cintura para mirarme furioso. -No me toques por favor! hare lo que quieras, pero no lo hagas. -mis suplicas no servirían de nada y lo tenía tan claro como él. Me